El Huérfano Harapiento

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En el cielo nocturno se alzaba una luna llena que brillaba iluminando todo un extenso y silencioso páramo. El mismo se componía de grandes matorrales y pequeños lagos a lo largo de sus extensas tierras.

Entre los matorrales se veían los movimientos sigilosos de una manada de lobos que se escondían de depredadores que pudieran emboscarlos y cada un largo periodo de tiempo uno de ellos alzaba su mirada al cielo aullando frenéticamente mientras observaba la luna llena. La peculiaridad de los lobos de esta manada era que su pelaje era gris como una tormenta y sus colmillos eran el doble de largo de lo normal y desprendían un brillo color a plata.

Mientras la manada que avanzaba sigilosamente comenzaba a tener confianza de que no había ningún depredador cerca que pudiera amenazarla, no notaban como una pequeña sombra se les acercaba muy lentamente. Esa sombra no deprendía ninguna clase de sonido y no estaba de más decir que ni siquiera desprendía el sonido de un leve latido de corazón.

Era un joven de cabellos blancos como la nieve y sus ojos relucían como si fueran dos cristales brillantes con su iris completamente blanco también. Su rostro era bastante apuesto y la tez de su piel rojiza, lo único que se destacaba en su rostro era que en el lado derecho de su cara tenía una cicatriz que atravesaba desde la cima de su ceja hasta su mentón y la misma causaba que la mirada de este joven fuera muy aterradora frente a los demás.

En un momento dado el joven se abalanzo con su palma hacia adelante golpeando a uno de los lobos en el lomo, lo mismo causo que el lobo fuera derribado y no pudiera recomponerse y antes de que el mismo aullara el joven volvió a golpearlo, lo único que en esta ocasión fue en la cima de su cabeza causando que cayera muerto al instante.

Si hubiera alguien observando quedaría conmocionado de cómo en solo dos movimientos ese lob fue asesinado, mientras que el único sonido que resonaba en el aire era el de las túnicas harapientas que vestía el joven de los cabellos blancos mientras se agitaban en el aire, ya que lo único que había en el paramo en ese instante era unos fuertes vendavales que causaban que los matorrales se balancearan fuertemente.

La misma escena del joven asesinando a los lobos se repitió a lo largo de la noche y en ese momento el joven se dio cuenta que llevaba cazado más de veinte lobos, observaba una pequeña bolsa de tela gastada que llevaba colgada en la cintura que se encontraba completamente llena de colmillos de plata que fueron retirados de la boca de los lobos. Mientras que envuelto en unas telas llevaba varios trozos de hueso que también había retirado de los lobos y tras terminar la noche de cacería se retiro caminando por un pequeño sendero mientras se dirigía a una pequeña aldea que se encontraba pasando unas pequeñas colinas.

Esta aldea pertenecía a la Provincia de las Escamas Blancas y era conocida como la Aldea de las Nubes Relámpago, la misma no es una potencia muy poderosa dentro de esta provincia ya que de ella no es normal ver que salieran muchos talentos. El jefe de esta aldea era conocido como el Anciano de las Nubes y por ser alguien muy poderoso en toda la provincia es que su aldea se mantenía bajo su control evitando invasiones de aldeas exteriores.

La aldea era muy pequeña no tenia más que unas varias docenas de casa que se dividían en tres zonas, la zona de la periferia, la zona media y la zona central. La diferencia entre las zonas era que las casas, algunas de barro, otras de piedra o de madera respectivamente a cada zona. Y en la periferia se encontraba una pequeña casa de barro que estaba pintada de toda clases de colores por fuera y tenía una puerta de madera, dentro de esta pequeña casa de solo tres ambientes se encontraba una pequeña niña que preparaba una comida en una pequeña mesa mientras sonreía inocentemente, tenía unos largos cabellos azabache y unos ojos que brillaban como dos relucientes amatistas. Su piel era tan suave como una pieza de jade y llevaba un vestido de túnicas de varios colores aparentemente nuevo solo con algunos remiendos en la parte baja de la falda.

El Dios de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora