Capítulo 8

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Hola! Qué tarde es... PERDÓN. No sé por qué me ha costado tanto este capítulo u.u.

Se lo quiero dedicar a Cris porque ha tenido un mal día y no sé si se lo podré arreglar o se lo voy a hundir más... Pero bueno que dedicado a ella está.

Sin más os dejo disfrutar y recordad que vuestros comentarios me dan mucha vida.

VIII

Abrió los ojos pesadamente, parpadeando varias veces intentando espantar el sol que se colaba por el ventanal de aquel salón. Con el ceño ligeramente fruncido al observar el lugar sin reconocer su acostumbrada habitación, los pocos segundos que tardó en recordar que no estaba en Madrid sino en Barcelona, que había dormido en el salón junto a Inés como aquella primera vez tan lejana en el tiempo cuando la jerezana aun estaba casada con Felipe y ella empezaba a comprender el verdadero alcance de lo que sentía por su, en aquel entonces, amiga.

Casi parecía que aquello había pasado en otra vida, tras tantísimos momentos compartidos, tras forjar su propia historia superando todos los obstáculos, soportando la incertidumbre y el miedo, sobreviviendo a aquel fatídico secuestro que estuvo a punto de marcar el final, habían formado una familia y se habían amado tan profundamente que se negaba en rotundo a aceptar que no tenían opción, aunque fuese pequeña, de reparar sus heridas y volver a estar unidas, más fuertes que nunca.

Lentamente, giró su rostro clavando sus ojos adormecidos y cubiertos de legañas en el perfil de Inés. La jerezana se había quedado dormida encima de su hombro y la mantenía prisionera en un abrazo sin dejarle apenas movilidad obligándola a sonreír pues seis meses sin despertar a su lado habían sido demasiados, seis meses sin sentir como se pegaba a su cuerpo como una lapa para abandonarse a un descanso tranquilo sintiéndose protegida y amparada por su presencia, habían servido para que supiese con certeza que no quería pasar un solo día más sin Inés entre sus brazos.

Ella dormía, profundamente, ajena a su escrutinio exhaustivo, descubriendo en el mismo las marcas violáceas bajo sus ojos como claro síntoma de cansancio, sintiendo un pinchazo en el vientre pues sabía mejor que nadie que Inés no era capaz de dormir una noche entera sin pesadillas desde hacía ya demasiado tiempo, y menos si estaba sola ya que en esos instantes la habitación en la que se encontrase en su mente se convertía en un zulo oscuro que despertaba sus peores tormentos.

Acariciando lentamente su rostro, riendo bajito al ver como se apartaba murmurando entre sueños para volver a acercarse y estrechar aún más su abrazo, jugó suavemente con sus cabellos enredados sin poder dejar de mirarla, besando su frente con cariño con el pecho desbocado, provocando que murmurase una vez más en medio de sus sueños, al parecer despertando sin muchas ganas.

-Vamos petita...- Le susurró divertida al ver como Inés luchaba por seguir durmiendo. –Despierta ya, que tenemos mucho que hacer.

-Estamos de vacaciones.- Respondió muy bajito, con un hilo de voz que certificaba que estaba más dormida que despierta. –Déjame en paz. Quiero dormir un rato más.

-Pero Inés...- Dijo ella, intentando no echarse a reír ante su rostro enfurruñado, aun con los ojos cerrados. –Una semana es poco tiempo... Tengo un montón de cosas que quiero enseñarte y quiero hacer contigo.

-Pues empecemos por seguir durmiendo.- Masculló estrechando su abrazo para evitar que Irene se moviese o intentase levantarse. –Me da igual cuantos planes tengas, dijiste que estábamos de vacaciones y yo en vacaciones quiero dormir.

-¿Y si te preparo cola cao?- Ante la mención de su desayuno favorito, Inés abrió los ojos como un rayo, clavando su mirada cargada de sueño en el rostro divertido de Irene que seguía luchando por no deshacerse en carcajadas. –Tenemos también galletas de dinosaurio.

After youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora