Pies Sobre la Tierra

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-THE LITTLE MERMAID-

Episodio III: "Pies Sobre la Tierra"

Te he mirado desde la profundidad de mi hogar soñando con el día en que podamos estar juntos.

-¿Cuánto más seguirás así? – Preguntó una sirena de cabello café cenizo, ojos verde oscuro y piel blanca, de cola color salmón y top naranja.

-Milla... - Murmuró Kurumi mirando a su hermana.

-Ya pasó un año y sigues con esa mirada decaída, ¿por qué te torturas así? – Preguntó una sirena de cabello rosa corto ondulado, ojos magenta, piel clara, de top lila y cola rosada.

-Sí, sí, un humano no merece tu sufrimiento. – Apoyó una sirena de cabello lila lacio con las puntas onduladas, ojos violetas, piel blanca con cola azul real y top azul naval.

-Koruru, Yumín... - Murmuró Kurumi mirándolas.

-Escucha, Kurumi. – Dijo una sirena de cabello azul, ojos violetas, piel clara, de cola color celeste y top azul marino. – Todas comprendemos tu dolor, pero no soportamos verte así, eres nuestra hermana menor, recuérdalo. –

-Juvia... - Murmuró desviando la mirada. – Rarara rura rurarara rura... -

-Kurumi... - Murmuró Shiyoko mirándola decaída.

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-Escuché sobre tu problema, sirenita. – Dijo una joven de 18 años de cabello corto rosa claro con una máscara metálica tétrica a medio rostro, su ojo descubierto era color gris y su piel pálida, usaba una blusa desmangada rosa y tenía tentáculos negros que sobresalían de su falda rosa de tablones. – Y te puedo decir que viniste al lugar indicado. –

-¿Me ayudarás? – Preguntó Kurumi mirándola. – Bruja del mar, Cheeta. –

-Una sirenita enamorada de un hombre de tierra, que tierno. – Dijo con una risita. – Puedo darte una poción que cambiará tu linda cola en dos hermosas piernas, pero existen unos pequeños problemitas con eso... además, debo recibir algo justo por mi trabajo ¿no? –

-¿Q-Qué? – Preguntó confundida y emocionada a la vez.

-Bueno, ciertamente te daré un par de piernas, pero cada vez que estas toquen el suelo sentirás como si mil agujas se enterraran en ti. –

-¡Lo acepto! – Exclamó inmediatamente sin pensarlo.

-También deberás darme tu voz, ese será el pago de mi trabajo. –

-¡De acuerdo! – Asintió Kurumi.

-Muy bien. – Dijo sacando el frasco con la poción. – Recuerda esto: si el príncipe se casa con alguien más, cuando toques el agua te convertirás en espuma. –

-¡Entiendo! – Exclamó Kurumi decidida.

-Bien...canta. – Dijo abriendo una concha.

-Lalalala rara rurarara rura, lalalarura rurarara lala... - Kurumi cubrió su boca cuando su voz salió de ella y se adentró en la concha de la bruja.

-Toma. – Dijo Cheeta dándole el frasco.

Kurumi lo tomó y rápidamente subió entusiasmada a la superficie, se arrastró con dificultad en las costas y después bebió la poción. Comenzó a sentir un fuerte ardor en su cola, como si la partieran en dos, el dolor fue tan fuerte que la dejó inconsciente.

Cuando nuevamente abrió los ojos, vio frente a ella un rostro sonriente que ella tanto quería ver. Él estaba ahí, mirándola, ella miró por inercia a su cola, pero no estaba...en su lugar tenía dos hermosas piernas, Kurumi sonrió.

-¿Estás bien? – Preguntó Gash extendiéndole la mano.

Kurumi asintió mientras tomaba su mano y se levantaba, rápidamente un dolor en sus piernas la golpeó y la hizo caer nuevamente. "Cada vez que estas toquen el suelo sentirás como si mil agujas se enterraran en ti", las palabras de Cheeta resonaron en su mente.

-Oh, cuidado. – Dijo Gash tomándola de la cintura para levantarla, después le colocó encima su capa para cubrirla. – Te llevaré al Palacio para que te atiendan, ¿sí? –

Kurumi quiso responder pero la voz no le salía, recordó en ese momento que había pagado con ella y suspiró. Gash le sonrió y la llevó al Palacio después de que ella asintiera con una sonrisa.

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Habían pasado tres semanas desde que Kurumi se había quedado a vivir en el Palacio, Gash usualmente le regalaba un nuevo vestido, nuevos zapatos y joyas para que vistiera, ella era feliz cada vez que veía su reflejo en los espejos, luciendo aquellos hermosos vestidos y accesorios humanos.

Y aunque le dolía cada paso que daba, el ver la sonrisa de Gash era suficiente para soportar el dolor que sentía. Siempre iban juntos a todos lados, y aunque ella no podía hablar, Gash podía escuchar su voz en su corazón.

Ese era un día especial, Gash cumplía ya 13 años junto a su hermano gemelo, una gran fiesta había sido dada, Kurumi esperaba parada junto a A-Su, el consejero, viendo a Gash bailar con una hermosa chica de su edad de cabello rojo, ojos escarlata y piel blanca que lucía un hermoso vestido de tirantes rojo de doble tela rosa, su cabello largo y suelto danzaba con elegancia al ritmo de la música. Aunque no pudiera escucharlos, podía ver cómo ambos conversaban alegremente mientras danzaban.

-Oe. – Dijo una voz a su lado sacándola de sus pensamientos. - ¿No bailarás? – Le preguntó Zeon viéndola de reojo.

Kurumi lo miró unos segundos, aunque llevara poco de conocerlo, sabía muy bien qué tipo de persona era. – "No puedo, sería muy doloroso para mis piernas." – Pensó, bajó ligeramente la mirada y negó con la cabeza.

-Gash nunca se separa de Tio en los bailes, son la "pareja perfecta". – Dijo Zeon viendo a los nombrados bailar, notó cómo Kurumi los miraba con añoranza y suspiró ligeramente. – Puedo bailar contigo si quieres. – Dijo tomándola de la mano. – Vamos. – Dijo llevándola a la pista.

La mirada de Kurumi cambió a una aterrada cuando un fuerte dolor que nunca había sentido golpeó a sus piernas con los primeros pasos del príncipe, rápidamente lo empujó y retrocedió dos pasos, Zeon la miró sorprendido. La pelinegra bajó la mirada y negó con la cabeza mientras apretaba con fuerza su vestido.

-Ya veo...disculpa por incomodarte. – Dijo Zeon haciendo una leve reverencia antes de irse del lugar.

Kurumi quiso seguirlo, pero el dolor seguía ahí, solamente apretó con fuerza su vestido mientras regresaba a su lugar, volviendo a ser una simple observadora mientras Gash sonreía para Tio.

¿Sabes? No importa cuánto dolor deba sentir, mientras estés a mi lado podré soportarlo, incluso el solo verte desde mi lugar será suficiente. Por eso...sólo mírame y date cuenta que fui yo quien cantó para ti. Fui yo quien ofreció todo por ti, soportando este terrible dolor, sólo para poder tener dos pies sobre la tierra...

THE LITTLE MERMAIDWhere stories live. Discover now