El ruido del despertador provocó que me despertara, la habitación estaba a oscuras, sólo unos hilos de luz entraban por la ventana de mi cuarto, mire la hora, las 7:45 a.m. otro día de instituto, y para rematar la faena, era lunes.
Me acomode en el respaldo de la cama, poniendo mi espalda sobre el mismo, quedandome sentado, no me apetencia nada ir al instituto, me pase la mano por la cara y, poniendo mis pies en el suelo me puse depie, fue entonces cuando me mire en el espejo, me puse a pensar en como había pasado tan rápido el tiempo, aquel niño inocente se convirtió en un adolescente de pelo rizado de unos 1'82 metros, delgado pero con músculo, unos ojos marrones y verdes que mostraban cansancio, tanto mental como físico.
Fui a mi armario, casi vacio, en mi casa casi todo el dinero se invierte en mi hermanastro y en caprichos de mi madrastra, así que yo tengo que vivir con lo que me compro con el dinero que consigo o con lo que mi abuela paterna me regalaba de vez en cuando.
Agarre lo primero que vi, una camisa negra, unos pantalones de chandal de estampado militar y una sudadera negra con el logo de Nasa.
Fui a la cocina, agarre un vaso mientras con la otra mano abri la nevera y cogi un brick de leche ya empezado, eche la leche en el vaso y lo puse en el microondas, tenia que esperar un minuto, mientras tanto fui a mi habitacion a coger el móvil, cuando llegue a la cocina la leche ya estaba caliente.
Después de desayunar, me lave los dientes, cogi la mochila y las llaves de casa y fui al instituto.
Como de costumbre fui con la capucha puesta y unos auriculares que por suerte estaban en el bolsillo del pantalón.
Cuando llegue a la puerta del instituto todavía faltaban diez minutos para que abrieran, llegó una amiga llamada Marta, baja, pelo marrón y ojos azules, en verdad, admito que me había gustado en alguna ocasión pero ahora la veo mas bien como a una hermana pequeña, se sentó al lado mío.
- Marcus - dijo entre un bostezo - ¿No tendrás un cigarro que puedas dejarme?
- No tengo tabaco - la mire - y si tuviera tampoco te daría -metería las manos en los bolsillos- eres demasiado pequeña para fumar.
- Pero si tengo seis meses más que tu - dijo ofendida - siempre dices lo mismo.
- Ya pero no digo que seas pequeña de edad - la sonreí - digo que eres pequeña de estatura.
No se si de verdad se sonrojo o fue cosa mía, la luz tampoco ayudaba por que era invierno y a esas horas todavía estaba oscuro.
- Te tengo que contar algo - escondio parte de su cara en la capucha con pelo que llevaba su abrigo -
- ¿El que? - la mire fijamente a esos ojos azules - Sabes que estoy aquí para lo que necesites
Hubo un largo silencio, el conserje abrió la puerta y todos los que estábamos fuera esperando entramos.
Ella se apoyo en mi, la mire, parecía un peluche, el pelaje blanco de su capucha hacia contraste con su oscuro pelo.
- Estas calentito - dijo ella - ¿Cuando pondrán la calefacción aquí?
- Lo único que estoy es esperando a que me digas lo que me dijiste que tenías que contarme - me cruce de brazos, su cabeza estaba apoyada en mi hombro.