Parte única.

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Abrió con pesadez sus ojos, tenía bastante sueño y el fuerte dolor de cabeza no le ayudaba en nada. Se incorporó en aquella cama con sábanas blancas, en pocas palabras, se sentó en su mismo lugar. Su espalda ardía, pero ese no era el problema.

— ¡Ahrg!

Un fuerte quejido salió de sus labios. Con fuerza puso sus dos manos alrededor de su cabeza, metió sus dedos en su cabello castaño, jalandolos un poco para tratar de calmar aquel dolor tan asfixiante.

Pocos segundos duró así, retiró sus manos y las dirigió a sus "ojos", donde talló con fuerza para tratar de despertarse más.

Quitó sus manos y parpadeo unas cuatro veces, su vista poco a poco se iba haciendo más clara. Observó la habitación en la que estaba, dandose cuenta que no era su hogar.

Desconocía su ubicación actual y también sus recuerdos eran nulos. Por instinto, dirigió su mirada a su lado izquierdo, observando el rostro de un joven, quien dormía placidamente en aquella suave cama.

La mitad del cuerpo del chico estaba cubierto por aquella sábana, el cuerpo desnudo de aquel joven le trajo borrosos recuerdos, haciendo que el dolor regresara a su cabeza.

El pecho del joven subía y bajaba lentamente, indicando que estaba respirando, la ligera sonrisa que acompañaba aquellas mejillas sonrojadas le daba un aspecto bastante delicado.

El cabello de aquel muchacho cubría gran parte de su cara, haciendo que el ojinegro no pudiera observar a detalle su rostro.

Una rápida idea había cruzado por su mente, ¿acaso él y aquel muchacho habían...?

Quedó en shock con tan solo aquella idea, los mareos habían comenzado y se hacían más fuertes a cada segundo trayendo consigo recuerdos más claros sobre la noche anterior.

Se levantó tambaleandose de un lado a otro, buscó sus pantalones hasta que los encontró y revisó las bolsas delanteras y traseras para encontrar su cartera.

Al encontrarla revisó si aún tenía dinero, grande fue su sorpresa al ver que no tenía este producto muy indispensable. Se había comprando tantas botellas de alcohol hasta quedar totalmente borracho y sin recuerdos.

— Maldita sea...

Maldijo en voz baja, hoy tenía planeado volver a salir para emborracharse, desgraciadamente la plata le faltaba y no podía cumplir su plan.

Entonces sé preguntó a si mismo...

— ¿Qué pasó ayer?

Trataba de hacer recuerdos, pues no era la primera vez que terminaba en la cama con alguien, normalmente era con una chica, por no decir siempre, pero esta vez era un chico. Volvió a la cama y se sentó como estaba inicialmente, miró otra vez al joven que estaba durmiendo a su lado.

El chico tenía mordidas por todo su cuerpo, manchando aquella piel blanca como la nieve, tenía muchas marcas moradas, las mordidas se estaban poniendo del mismo color.

Y después de tanto tiempo... quizo tener el poder de recordar todo lo que pasó anoche.

Quería recordar como lo tocaba, como gemía e incluso, como lo penetraba. Mientras más se esforzaba en recordar, el dolor de cabeza se hacía más intenso, llegó un punto en el cual ya no lo soportó y suspiró de manera cansada.

Miró su cuerpo unos segundos, viendo que estaba totalmente desnudo, y al parecer él no era el único. Con cuidado se levantó y, retiró la delgada sábana que cubría el marcado cuerpo del contrario, observando que este también estaba desnudo.

Las piernas del chico con cabello color miel estaban algo pegajosas, pues había unas manchas blancas, demasiado blancas.

Al británico se le subieron los colores a la cabeza, cubrió su cara con su mano derecha, pues podía haber tenido sexo con tantas chicas, pero jamás con un chico.

¿Qué pasó ayer?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora