Capítulo 7

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Narra Caitlyn:

Al estar así de cerca no pude evitar los latidos descontrolados de mi corazón, Hiro había sido el primer chico por el que yo sentí algo, nunca se lo dije por miedo al rechazo y cuando le pedí un consejo a mi madre ella dijo que no podía tener novio así que mis sentimientos se quedaron en un anonimato muy doloroso, siempre que lo veía sonreír y veía como sus hermosos ojos se achinaban sentía tantas ganas de besarlo y decirle que eso hacia que me encantará aún más, este abrazo fue suficiente para volver a encender a mi antigua yo..., no tarde mucho en corresponder su abrazo y las lágrimas empezaron a descender por mi rostro, ahora es cuando me doy cuenta de cuanto lo extrañe, entonces instintivamente lo golpeó en el pecho sin dejar de llorar y el sin dejar de abrazarme.

- Eres un tonto...

- Lo sé

- Te fuiste sin despedirte...

- Lo sé.

-¿Tienes idea de cuanto te extrañe? -cada palabra que salía de mi, me dolía, me dolía que después de tanto tiempo que estuvo guardada pegada a mi, finalmente está saliendo, y me duele...me duele mucho.

Hiro acariciaba mi cabello y sentía sus lágrimas caer sobre mi cabeza.

- Eso no lo se, pero lo que sí se, es que yo te extrañe mil veces más.

Toma mi rostro entre sus manos y nos miramos a los ojos, ambos estamos llorando el limpia mis lágrimas con delicadeza y yo hago lo mismo con el.

- Te extrañe mucho Luigi -trato de sonreír pero mi sonrisa simplemente se rompe a medio camino.

-Y yo a ti, mi princesa Daisy.

Este momento no podía ser más lindo, muchas fueron las noches en que soñaba esto, mi Luigi volviendo, diciéndome que me extraño y que me amaba, aunque bueno lo último si es sólo un sueño...

Nuestros cuerpos aún estaban juntos, había crecido mucho en tres años, ahora aunque el estuviera encorbado necesitaba levantar la cabeza para verlo a los ojos, nuestras respiraciones aceleradas era lo unico que se escuchaba en toda la habitación, entonces es cuando mi mente hizo clic, estamos solos, con la puerta cerrada, entre montones de anaqueles con archivos y una sola mesa, el aún tiene mi rostro entre sus manos, Dios no dejes que las hormonas me ataquen, me perdí en esos ojos negros que tanto me fascinan y empeze a sentir mis piernas temblar, su mirada descendía hasta mis labios y vi como pasaba su lengua por su labio superior, si no llega alguien dudo mucho que mi cordura aguante más..., lo único que me consuela es que su respiración estaba más descontrolada que la mía, el se acerca y roza sus labios con los míos y entonces la puerta se abre haciendo que nos separamos en un brinco rápido.

-Ah, lo siento, no sabía que alguien estaba aquí contigo - la voz de Amalia sonaba nerviosa, además se cubrió los ojos con ambas manos cuando nos vio.

-N-no te preocupes Amalia, el señor Suzuki sólo vino por unos documentos -sacó una carpeta al azar y se la doy a Hiro -Aquí tiene señor Suzuki.

Hiro toma la carpeta y al separarse de mi se tropieza con un anaquel y Amalia y yo apenas podemos contener una risa.

-Gracias señorita Ornett, con su permiso me retiro - Luigi sale a toda prisa y Amalia cierra la puerta para después estallar en una carcajada al igual que yo.

-¿Qué fue lo que pasó? -pregunta tratando de calmar su risa.

Mi risa se detiene y siento como mi cara cambia a una de miedo y confusión.

-El...el...

Empiezo a hiperventilar y Amalia toma mis hombros.

-Calma amiga, respira, inhala, exhala -yo le hago caso y ella respira profundamente como yo.

Lo Profundo Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora