The Thing Inside You

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Jonathan era un joven como todos, disfrutaba con sus amigos, iba a la preparatoria, incluso iba a las fiestas, pero un día llovió y la gripa apareció.

—¡Odio está gripe! —exclamaba el joven con la mucosa saliendo de su nariz.

—Si fuera así te habrías cuidado —le regaño su madre, fastidiada de estar escuchando su repetitivo lamento.

—¡Llevo tres semanas atrapado en mi casa por esta enfermedad! —continuaba el pelinegro.

Su madre sin más opción optó por irse de la sala, ya sin nadie observándolo este busco con apuro en su sudadera y sacó de ella unos cacahuates, junto a unas pastillas antigripales, sin dudar comió su botana salada, pero al pasar su merienda sintió un extraño movimiento en el interior de su garganta.

— Talvez necesito tomar agua —sin más llegó a la cocina y bebió un vaso de agua.

Ya sin que hacer fue a su habitación, donde tomó una siesta, las horas pasaron y Jonathan despertó con un dolor en la garganta.

—Ya sabía yo que comer eso no me ayudaría —se dijo al andar al baño.

Tosió un par de veces, pero un extraño sentir surgió, de improviso escupió en el lavamanos.

—Uhh una flema... —se dijo mirando el suelo.

Cuando extendió su brazo para abrir la llave y deshacerse de su mucosidad notó que la susodicha tenía una forma peculiar, parecía un tentáculo hecho de mucosa verde.

—¡¿Pero qué demonios es esto?! — El joven no daba crédito a lo que le mostraban sus ojos— No he comido mariscos, ni nada parecido.

Nuevamente sintió algo retorcerse dentro de su garganta, Jonathan pudo sentir perfectamente que había más, más de esos tentáculos dentro de él, desesperado corrió en búsqueda de su madre, solo encontrando una nota pegada al refrigerador con un imán.

"Vuelvo en unas horas, fui a hacer unas compras, te quiere mamá."

—¡Maldición! ¡¿Porqué tenía que ser ahora?! ¡¿Porqué tengo esas cosas?! —la desesperación no era su amiga y está parecía haberse apegado a él.

—¡Sácalo! —vino a él tal idea —¡Si igual que una repugnante flema los sacaré de mi!

Corrió de vuelta al baño, si iba a sacar esas cosas tenía que verlas y cerciorarse de que todas habían salido de él, miro su joven cara llena de nervios y un par de barros.

—Esto no será bonito — dijo a su reflejo, esperando que este le diera algún consuelo.

Jonathan tosió y tosió, pero solo sonaba su garganta y la mucosa, pero nada se asomaba, repitió el proceso, el no deseaba seguir teniendo esas cosas en su interior, hasta que al fin volvió a sentir esa larga sustancia, podía verla en su lengua gracias al espejo, pero se llevó un susto al ver que ese tentáculo se movía.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —exclamaba a sus adentros al ver el movimiento.

El tentáculo parecía retroceder al interior.

—¡No! ¡Tengo que hacerlo!

Usando sus dedos sujeto a la membrana viviente, la enredó entre su dedo índice y pulgar, tirando de ella, salía cada vez más, pudo notar unos treinta centímetros de aquella gelatinosa y verde cosa, para su sorpresa dos tentáculos salieron de su boca, una sensación cálida brotaba de esa mucosidad, Jonathan uso su otra mano para seguir tirando de aquella monstruosidad.

—¡Puedo sentirlo! ¡Casi todo está por salir! —se decía enorgullecido, pero con lágrimas en los ojos.

La mucosa viviente mostró su clara intención de no salir de donde estaba, la cosa tiraba hacia el interior del muchacho, sentía como se sujetaba de su tórax, no se iría sin luchar, los tirones continuaban, el calor que emanaba la cosa verdosa se iba perdiendo, al igual que su humedad, Jonathan sentía asco pero sabía que esa podría ser su única oportunidad de librarse del invasor, tiró con más fuerza de esos tentáculos, al apretar una gran cantidad de líquido brotó de la cosa, la piel alrededor de la boca de Jonathan se abría, la sangre y la sustancia de esa cosa se mezclaban.

—Esa cosa debió consumir todos los líquidos que tomaba —se decía el joven, su piel se abría más con cada tirón que daba.

El opositor parecía perder fuerzas, pues le costaba menos a Jonathan sacar al intruso, una gran masa subía por su garganta, podía sentir lo blanda que era, tuvo que abrir más su boca para poder verla, una masa palpitante, con un pálido verde y un extraño bulto.

—¡¿Qué es esta cosa?! ¡¿El virus evolucionó?! ¡¿Acaso comí algo vivo y de alguna manera se mantuvo con vida en mi?! O ¡¿Es algo más?!

Tiró nuevamente de la cosa, podía sentir que tenía más tentáculos en su interior, algo espeluznante ocurrió, el bulto de la cosa se abrió mostrando ser un  amarillento ojo, Jonathan se paralizó, ese fue el descuido que esperaba la cosa desagradable, los tentáculos dentro subieron.

—¡¿Mi cabeza?! ¡¿Mi cabeza era su objetivo?!

La masa gelatinosa tiró con una fuerza sobrehumana volviendo a ingresar en su huésped, los tentáculos que Jonathan había sujetado fueron cortados por la descomunal fuerza, un líquido morado dejó atrás llenando la boca del muchacho, el pánico se apoderó de Jonathan, intento meter su mano para volver a capturarlo, sus intentos fueron inútiles, se miro al espejo, pero por algún extraño motivo sus ojos miraron el lavamanos, su rostro estaba frente al espejo no podía entenderlo.

—¡¿Qué significa esto?! —palpaba el cristal, luego su cara, pero una extraña sensación surgió— ¿Cuerdas? — entonces lo entendió... sus ojos colgaban.

Al tacto estaban tibias, pero en su tocar el dolor venía, levantó un de estas y lo entendió, su vista había cambiado, esa cosa que tiraba eran las fibras nerviosas que conectaban a sus ojos, la cosa debió haberlas empujando al llegar... ¡Al llegar a su cerebro!
Levantó con dolor sus ojos y vio la bizarra situación, efectivamente la masa gelatinosa llegó a su materia gris y parecía haberse envuelto en ella, la cosa palpitaba a gran velocidad, mareos y terribles dolores de cabeza aquejaban a Jonathan, el cual cayó al suelo al perder equilibrio, perdió la vista y en aquella oscura soledad pudo sentir a la cosa murmurando en lo que le restaba de cerebro.

Gracias Jonathan.

Rato después llegó la madre del menor, grata fue su sorpresa al encontrar todo limpió, la mujer recorrió la casa en busca de su hijo, el cual salía del baño con un trapeador y una cubeta.

—Veo que te sientes mejor Jhonny —el joven asintió con la cabeza.

—Ademas prepare el postre para la familia —la madre sonrió incrédula.

—Vaya, si que te hizo bien estar enfermó.

Al anochecer la familia se reunió en la mesa, el padre exahusto de un largo día de trabajo, la madre con asombro esperaba el postre previamente anunciado, la hija menor también esperaba impaciente la delicia, fue entonces que entró Jonathan con un pay helado, y este parecía vibrar al caminar del joven, todos miraron con regocijó, el chico les sirvió a todos una porción enorme, la niña miro extrañada el interior verde.

—Coman, les aseguro que está delicioso — exclamó Jonathan, sin chistar todos comieron.

El joven sonrió complacido y nadie noto como algo se agitaba bajo la piel de su cuello, nadie lo notaría, pues al día siguiente todos tendrían gripe...

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