Jnumhotep llegó tarde a la plegaria matutina al dios Ra. Su pequeño hijo no lo dejó dormir en toda la noche porque quería jugar con su padre. ¿Y quién era él para negarle algo a su amado retoño?
Pudo entrar a hurtadillas al templo, pero un mal paso lo hizo tropezar. Estuvo por caer al suelo, pero una mano ajena lo agarró del brazo y lo ayudó a arrodillarse.
—¿Te encuentras bien? —le dijo. Un hombre vestido como él, pero a quien jamás había visto.
—Lo siento. Gracias.
La plegaria continuó. El sacerdote que la encabezaba no se dio cuenta de lo sucedido.
Jnumhotep esperaba que el feroz latido de su corazón no se oyera más allá de las paredes de su cuerpo. Su brazo y su cintura, que habían sido tocadas por aquel sujeto ardían como si hubieran sido marcadas a fuego.
[...]
Las plegarias finalizaron y los sacerdotes comenzaron a dispersarse en pequeños grupos. Jnumhotep buscó con la mirada a quien lo había auxiliado, pero no lo encontró. Al menos, no después de unos instantes en que él se le acercó y llamó su atención.
—Disculpa —su voz hizo que el grupo despidiera a Jnumhotep y lo dejara solo con el recién llegado—. Quería saber si estabas bien.
—Sí. Gracias.
—Deberías dejar de agradecerme tanto —le pidió el hombre de brillante sonrisa.
—Realmente lo siento —resopló el aludido—. No he pegado un ojo en toda la noche y llegué corriendo.
—¿Has desayunado?
—No he podido.
—¿Te parece que comamos algo antes de ir ante el faraón?
—¿Trabajarás en el palacio? Nos encontraremos ahí entonces.
—¿Trabajas en el palacio? ¡Vaya casualidad! ¿Qué ocupación tienes?
—Me encargo del cuidado de las manos de los ocupantes del palacio —ambos estaban descendiendo por las escalinatas del templo, pero el hombre se detuvo y lo miró. Jnumhotep sintió perderse en el cielo que era su mirada—. ¿Qué sucede?
—Me han convocado para ser embellecer las manos de la esposa de mi faraón.
—Eso quiere decir que van a despedirme... O peor...
La expresión de terror de Jnumhotep hizo sonreír al hombre frente suyo.
—A propósito, mi nombre es Nianjjnum. Encantado de conocerte, rival.
Jnumhotep se sonrió por el título obtenido.
—Jnumhotep. Mi nombre es Jnumhotep.
[...]
Contrario a todos los malos pensamientos que habían atravesado la mente de Jnumhotep, el recién llegado fue asignado al mismo puesto que él, sin preferencia alguna por parte del faraón, que sabía de la ocupación paralela como padre de quien cuidaba de sus manos, y por nada del mundo quería que flaqueara en sus tareas. No podía demostrarlo, pero a Nyuserra Ini le agradaba el muchacho de cabellos revueltos. Debido a su ocupación y al constante contacto con el otro, en poco tiempo las dudas y miedos de Jnumhotep y Nianjjnum se despejaron. Fue en un festival en honor a Ra que ambos se escabulleron a las aguas del río que serpenteaba cerca del templo y fueron honestos el uno con el otro.
—El agua parece estar teñida de color dorado —dijo Jnumhotep dejando que una de sus manos moviera las aguas. Nianjjnum atrapó su mano y entrelazó sus dedos a ella. Jnumhotep cerró los ojos. Su interior estaba siendo preso por una sensación inexplicable. El hombre a su lado le tomó del mentón con ternura y lo hizo girar su cabeza hacia él para apoyar su nariz sobre la suya. Era un contacto tan íntimo y personal que hacía que a ambos le doliera el pecho—. Quiero que nos quedemos aquí. Así. Para toda la eternidad.
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El deseo de los amantes (Spiderio/ MysteriSpider)
FanfictionDesde épocas antiguas la humanidad dirige sus plegarias a un ser supremo -o a varios de ellos-. Esto es así en Egipto, durante el reinado de Nyuserra Ini. Dos desconocidos se conocen durante la plegaria matutina en el templo de Ra, y será a él a qui...