Parte única.

371 28 5
                                    

SiCheng pasaba como todas las noches de el último mes yendo en un pequeño recorrido por la ciudad como algo tan casual, nada nuevo, nada diferente a comparación del coreano que invadió su mente en una imagen algo prometedora, podría decir con sencillez que le echaba de menos, más sin embargo en todos sus encuentros nocturnos jamás se le cruzó pedir su número telefónico. Todas las veces en las que terminaron en la habitación de hotel habían sido encuentros realmente casuales, sin necesidad de llamarse uno a otro. Lo más que sabía era su nombre y ello porque siempre al llegar a su clímax gemía este.

Lee Taeyong.

Dejó de pensarlo un momento, quizás iría al bar cerca de donde estaba para despejar su mente de aquel chico de cabellos rubios o para recordar cómo este acariciaba su cuerpo con tal sutileza que a cada segundo lo hacía necesitar más y más.

Al llegar a su repentino destino no se percató de la presencia de cierto muchacho delgado y sólo un poco más bajo, Taeyong mientras desde su sitio habitual notó la presencia del extranjero y su rostro se desdibujó con una sonrisa llena de malicia, parecía ser tan inocente a su mirar.

— Un tequila sunrise.

El bartender sólo asintió a su pedido para dirigirse de vuelta al otro extremo de la barra, dónde le llamaban para ordenar algo más y dónde llevaba lo que necesitaría para preparar lo solicitado.

—Vienes recurrentemente a este sitio, ¿o no, SiCheng?

Aquella voz, dios cuánto le extrañaba. No caería esta vez, estaba mentalizandose para no tirarse encima de él y besarlo con necesidad. Por todo lo contrario a su posible reacción tan sólo se limitó a sonreír de medio lado y girarse un poco como si no hubiese escuchado nada en absoluto.

—¿Ahora no hablas? Pero qué tal tus suspiros y gemidos ahogados, bebé.

De nuevo su voz le causó un escalofrío y esta vez quiso alejarse pero unas manos aprisionaron su cintura de una manera tan posesiva que no fue capaz de callar el pequeño quejido proveniente de su garganta.

—¿Qué se te ofrece, Tae?

El rubio enarcó una de sus cejas y escondió el rostro en el hueco visible del cuello ajeno, rozaba sus dientes y sus labios con tal cuidado que provocó que el menor temblara al sentirlo y cerrara sus ojos a la vez que el pasar saliva por su garganta se le dificultaba. Sus manos comenzaron a sudar del nerviosismo, aún recordaba el tipo de lugar en el que estaban y más aún cuando el chico de antes le dejó su bebida frente suyo y sonrió insinuante.

Antes de que reaccionara, TaeYong por detrás suyo pagó su trago causándole que frunciera el ceño y ahora sí se girase a mirarlo tratando de parecer molesto.

—Yo podía pagarlo.

—Tómalo como una disculpa por desaparecer tanto, Sicheng.

—Bueno gracias, puedes volver a lo tuyo.

—Estoy con lo mío.

Con aquellas palabras recibió un apretón a su cuerpo y un ajeno acercarse más.

—B-basta... Basta.

Se le dificultaba el habla, estaba sintiendo el calor abordar sus mejillas y recorrer casi por completo todo su cuerpo, repentinamente colocándose ansioso. Una mano se hizo espacio por debajo de su suéter, aquella noche no parecía ser tan fría y sólo decidió colocarse esa prenda para cubrir su desnudo torso sin contar con que tendría un encuentro con aquel casi desconocido.

Dio un trago largo a su vaso, extrañamente no sintió el sabor del alcohol por lo que dispuso de beber todo el contenido en pocos segundos, volviendo a dejar el pequeño recipiente de cristal en la barra.

Señorita. |  TaeWin o.s. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora