Y asi Es

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De pronto se cruzaron tres perros. Uno de ellos era un Chiguagua, pero un Chiguagua Sureño. De latitudes bajas, por allá por donde el Meridiano cruza con una tierra con fronteras llamada Chile.
El Principal era el Chiguagua, era el Original, Recto, Con Carácter. Muy Pequeño, pero haciéndose ver con su carácter fuerte y decisivo a penas te encontraras dentro de lo que él estimaba su territorio o el territorio a defender.
Era el que no dudaba ni por un segundo mostrar los colmillos.
Y de repente se quedaba taciturno, pensativo, como descansando, pero atento a responder al menor estímulo que lo provocase en sus más íntimas viceras.
Para el solo era lo cercano, lo que se encontraba a su vista o dentro de sus límites.
Con sus ojos negros contemplando todo.
Sin preocuparse de su procedencia ni del día de mañana. Solo era el presente. Su actitud. Su distinción.
Los otros perros de menor estirpe o importancia sólo estaban. A la vez estos reconocían en su compañero su especial personalidad y distinción. Estaban claros respecto de su pecho sobresaliente y de sus saltitos cuando este se ponía alegre.
Pero no era que se pusiera a bailar Cueca. Baile Folclórico de estas latitudes. Todo lo contrario. Más bien eran saltitos procedentes de su origen, de latitudes más Norteñas. A miles de kilómetros de distancia en este Planeta llamado Tierra por sus habitantes o en el Idioma Universal Earth.
Todo en este animal era Perfecto. Sus patas flacas y cortas, su cola pequeña y en proporción y cuando se sentía retado, esta la acomodaba en sus cuencas.
Sus garras, más bien garritas.
Sus orejas siempre en alto, atento a atemorizar a cualquier extraño.
A espantar cualquier fantasma, diablo, ángel, o cualquier cosa que pudiera existir en esta tierra.
Para él lo más importante era su defensoría permanente de lo suyo y de los suyos. Tanto en material muerto como vivo.
No tenía vicios, pero si una mantita que lo cobijaba. No era dueño de Mansión, pero tenía su Pequeña Casita que alcanzaba no más que a contener su diminuta Existencia.
Los demás perros ya mencionados en este relato, atentos como Pandilla unida por las cosas de la vida y acompañados sin duda en lo que fuera y hasta la propia muerte en lo qué la vida les demandase, pero siempre dentro de los límites del reto de su dueño, lo cual, no tendría perdón de Dios Perruno faltar el respeto o la sola Orden.
Y así la vida Perruna transcurría en total orden. Solo se enrabiaba de vez en cuando con su propia cola la cual divisaba rara vez y cuando así era no dudaba ni por un segundo perseguirla en círculos perfectos y frenéticos, junto a ladridos alocados hasta caer derribado, producto del propio cansancio demandado de la actividad sorpresiva, inesperada y desagradable.
Luego un suspiro, media vuelta más y abrazado a los brazos del Dios de la siesta de la tarde Perruna.
De repente pensaba y decía : "Suerte que en nuestro mundo no haya Obispos que el Papa les pida Renunciar" y otra tanta cosa "Rara". Porque esto lo había visto un día cuando miraba televisión en su rato de descanso, que más bien parecía el tiempo completo.
Y así transcurrían los días, entre olores, rascadas, anuncios de extraños, juegos traviesos, mordidas de patas ajenas, colgarse en pantalones tendidos.
Estarse a la sombra y luego al sol. Más bien escaparse del sol y luego de la sombra.
Llegase la noche y hacerse más interesante la vigilancia.
Un día miraba concentrado hacia la calle desde su casa, cuando se viene su dueño despacio caminando, silente y agarra al animal en brazos y este al reconocer su dueño y su olor se entrega a los cariños y mimos de muy buen agrado, como quien recibe el sueldo en reconocimiento de la misión cumplida.
Y así transcurrían los días, unos tras otros, llenos de aventuras más que de desventuras, porque perro se Era. Y este era su Sentido y el Sinónimo de su Aventura y Felicidad.
Y lo que nunca pudiera pasar era que nunca estuviera Atento. Siempre Listo.

David Conte




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⏰ Última actualización: Sep 21, 2019 ⏰

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Historia de un ChiguaguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora