UN ALARIDO de angustia y dolor que helaba las venas. Su eco resonó una y otra vez. Luego, unos gritos:
-¡Louis!
-¡Louie!
Las voces de Niall y Liam muy próximas, pero tan aterradoras como los murmullos en una catedral vacía. Pasos apresurados. El estruendo del tráfico a lo lejos. Y ese dolor, Dios mío, ese dolor. Cuando cayó al suelo, Louis comprendió que era él quien había gritado. Le traspasaba un dolor increíble y todo a su alrededor era confuso.
-¡Un médico! ¡Llamen a un médico!
El viento parecía traer sonidos de otro mundo, extraño e irreconocible. El aullido de una sirena. Un chasquido. La negrura de una jungla. Un universo rebosante de color. Y después nada.
LOUIS SE HALLABA en un mundo propio que continuaba expandiéndose. Su cuerpo no parecía estar allí. Sólo existía aquel espacio de su cráneo, cargado de martillazos y golpes y de cohetes que estallaban, de trenes que chocaban y de tambores que marcaban el ritmo de una danza guerrera. Luego, lentamente, se esfumó aquel caos de imágenes y colores. Percibió el crujido de una falda almidonada y el acre e inconfundible olor de un hospital.
¿Había alguien que alisaba su pelo? Estaba a oscuras. Louis trató de abrir los ojos, pero subsistió la negrura y experimento de un dolor lacerante, cegador. Su mano derecha, fuertemente magullada por dos partes, iba y venía incansablemente sobre la sábana.
-¿En dónde estoy?
-Estamos aqui contigo, Louis.
Ésa era la voz de su padre y ésta, su mano firme y tranquilizadora. Louis luchó por abandonar el confuso mundo de pesadillas que reinaba en su cabeza. Tenía que abrir los ojos. Despertar. Ver a papá.
-¡Mis ojos! ¿Dónde están mis ojos?
Casi inconscientemente se llevó la mano desde la sábana a las cuencas orbitales. Sus dedos percibieron un espeso vendaje. Una inspiración, un breve sollozo y luego la voz serena de su madre.
-Querido, no temas; estoy aquí, junto a tu cama.
-Este dolor..., este dolor.
Louis no quería llorar ni chillar, pero no podía resistirlo más. Sus dedos inquietos se hundieron aún más profundamente en el vendaje.
-¡Enfermera!- gritó su madre con voz insegura.
¿Enfermera? ¿Por qué una enfermera? Retiraron la sábana. Louis sintió un pinchazo de una inyección en su muslo. Su pierna se convulsionó.
-Tranquilo cariño, no temas nada.
Ahora la voz de su madre le llegaba de lejos, de muy lejos. Por un instante todo lo que Louis pudo sentir fue el calor de la fiebre en su cuerpo, el latir de su sangre y el dolor, el dolor infernal en su cabeza. De repente se sintió preso del pánico. ¿Es que iba a morir? Quiso ponerse en pie, aferrarse a algo, luchar contra la muerte. Una mano lo sujetó y, de repente, no le pareció tan terrible el instante de la muerte. No era el primero que moriría ni sería el último. Aún así, todavía sentía el anhelo de luchar por su vida.
Las voces ininteligibles de sus padres y los sonidos de aquella habitación de un hospital se alejaron fuera de su alcance. Louis tornó a una jungla de figuras huidizas, regresó a un universo repleto de colores, a un vacío desconocido y luego a la oscuridad.
NADIE CONOCE la distancia que media entre la vida y la muerte. Nadie sabía por eso que trechó de este camino habá recorrido Louis, aunque los médicos y las enfermeras juzgaron que había estado cerca del final. Inconsciente y preso de una rabiosa fiebre, se sumió en el abismo sin límites que existe en las profundidades de todo ser humano. Vagó por negros túneles, vio monstruos amenazadores y se sintió dominado por un terror que no tenía principio ni conclusión. Luego, a veces, en aquellas simas, creyó caminar plácidamente por verdes prados porque las fronteras más remotas del alma humana conocen algo más que la angustia. Louis estuvo incosciente casi sin interrupción durante dos días y tres noches. En ocasiones se agitaba, se volvía y deliraba. En otros momentos, bajo el espeso vendaje, su blanco rostro se iluminaba con una sonrisa de felicidad. Entonces la enfermera de guardia le oía murmurar palabras como: «¿Me permite?» o «¡Que bonito!» Y una vez dijo con voz clara: «Gracias.»

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»El mundo de Louis Tomlinson| PAUSADA
Teen FictionLouis se despierta en un hospital con los ojos vendados. No recuerda que ha sucedido. Poco a poco, toma conciencia de su situación: un accidente lo ha dejado ciego. ¿Qué puede hacer?, ¿dejarse llevar por la desesperación y la amargura?, ¿intentar se...