Pareciera ser que la vida ya no nos alcanza para vivir, para cumplir cada meta, romper cada paradigma, reconstruirse con la esperanza de encontrarse.
Hace unos días se me dijo que tengo mucho potencial, que soy inteligente y amable, pero que (y sin que me lo tome a mal) pareciera que no había vivido mucho. Lejos de molestarme puso mi cabeza a trabajar al mil por hora.
¿Acaso no he vivido?
De inmediato asocié esta pregunta con la tan sonada y flexible "zona de confort", me cuestioné que tanto yo tendía a caer en ella, a dejar acobijarme por ella. Me di cuenta que para contestarme tendría que primero definir que era esta zona, que mucho favor le ha hecho a los oradores motivacionales.
Zona de confort — Espacio personal compuesto de estrategias y actitudes que utilizamos a menudo y con las que nos sentimos confortables, instalándose en nuestra manera de actuar porque nos sentimos seguros, es una zona que solo abarca lo conocido. Esta rutina impide el crecimiento personal.
Dicho esto ya puedo empezar a hacerme marañas en la cabeza con la idea de que no he vivido mucho, o de que en otras palabras, estoy amarrada a una zona de confort constante. Lo primero que me llamó la atención fue la mención del espacio personal, porque al final de cuentas este espacio es tan grande como complejo, es donde se encuentra nuestro cuerpo y las cosas que creamos con él, es donde la mente trabaja e imagina, donde residen nuestras fobias, manías, anhelos, y desagrados. Por ello podemos decir que ese espacio nos hará sentir cómodos, pues es parte de nosotros, no veo ilógico la búsqueda de lo que nos hace sentir bien o lo que nos conforta, lo veo como una extensión de lo humano, no como un pecado.
Moviendo el foco de atención, habrá que meditar un poco de que va el crecimiento personal, pues también está bastante sonado y más que una cuestión privada ya se está volviendo una expectativa tanto propia como ajena. Ya cada vez cuesta más trabajo sentirse satisfecho con lo que uno ha hecho, con lo que uno ha vivido o desarrollado, cada vez se trazan más las líneas de esta carrera unos contra otros por ver quien emprende más, quien viaja más, quien sana y se construye mejor.
Entonces ya no es una cuestión de moverse porque si te quedas sentado mucho tiempo tus articulaciones se volverán débiles y te perderás de todo el potencial que tiene tu vida, se vuelve un ver quien se mueve más, quien le da su mejor golpe a la zona de confort. Pero no nos percatamos de que en un intento por escapar de lo predecible y la rutina asfixiante, nos volvemos esclavos del avanzar, del no estar satisfecho con nada, de mezclar tus convicciones con las de los demás y dejar de seguir tus ideales, estas en una zona de confort diferente, en la zona que siempre se está esforzando porque el otro vea tu progreso, tu filosofía anti-rutina, tu éxito. Ya las cadenas no te mantienen sentado, te obligan a seguir caminando sin realmente saber a dónde te diriges, es correr en círculos, es perseguir ese crecimiento personal que todo el tiempo ha estado dentro de ti.
Quiero rebobinar y centrarme en lo que me impulso a escribir todo esto: ¿Acaso no he vivido?
En estas casi dos décadas de vida siempre me he sentido en una constante montaña rusa y a lo mejor muchos se identifican. De pequeña me volví tímida, callada, pero lo cierto es que no había nada de zona de confort en ello. Lo cierto es que lejos de sentirme cómoda sentía que me faltaba algo, que me estaba perdiendo de cosas grandes, o de cosas pequeñas, el chiste era que permanecía esta incomodidad.
Pero como todo en la vida, crecí.
No podría mentirles y decirles que mi vida ha sido maravillosa y ha estado retacada de nuevas experiencias, emprendimientos y tanta expectativa que solemos comprar, lo que sí puedo decirles es que tenía un pánico escénico y una vergüenza extenuante para hablar en público, entonces en mi primer año de universidad me metí al grupo de teatro y me plante de frente a las personas (y al miedo). No les puedo decir que he viajado por todo el mundo, pero claro que puedo contarles de mi primer viaje en avión y de lo colorido que es Mérida. Exageraría si les digo que he ido a un montón de conciertos, prefiero decirles que de cada uno a los que asistí me quede afónica, sudada y con la euforia en mi pecho. Tampoco les puedo afirmar que tengo muchos amigos y voy a las mejores fiestas, aunque si les puedo relatar todas las veces que siento que nos van a correr de restaurantes a mis amigos a mí por reírnos tanto, o de como hubo personas que se quedaron junto a mí en la sala de espera de terapia intensiva. Por supuesto que no me puedo poner a enlistarles mis premios, mis grandes proyectos o mis diversos trabajos exitosos, enumeraría más bien todo lo que estoy aprendiendo cada día en la universidad, los pequeños proyectos que realizo y que después de todo lo que me mueve a hacerlos soy yo y las ganas de ver un mundo mejor.
Así podría seguir, porque siendo honesta no he vivido, si de acumular experiencias se trata.
He vivido. A mi tiempo, con mis ideales, creyendo en el crecimiento personal que no se vuelve una competencia.
He vivido y también tengo mi zona de confort, porque no está mal buscar comodidad, ni tampoco querer y anhelar ese espacio personal. Porque al final del día mi zona de confort también me define, también me hace crecer y también me impulsa.
Me gusta pensar que, no hay que vivir atados a lo que uno siempre ha hecho, a lo que uno ya conoce o a lo que le tiene a gusto. Pero también pienso en que no hay que atarse al ideal de que la zona de confort es tu enemiga y el crecimiento personal tu única meta, porque por querer consumir la vida, la dejamos de vivir.
![](https://img.wattpad.com/cover/29045776-288-k351254.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Blog Del Gato Cheshire
RandomNo. No soy el gato Cheshire, por si tenías la duda, pero de cualquier manera estoy igual de loca que él. ¿Rosas blancas pintadas de rojo? ¿Conejos con reloj? ¿Reinas de corazones? Nada de eso. Tengo mi propio País de las Maravillas aguardando por mí...