The bad dream

Capitulo único.

«Respiro el aire con aroma a hortensias, Anémonas, Begonias y Jacintos del jardín de su madre.
La suave brisa de verano, el sonido del "bong" del estanque de los peces junto con las hojas de los árboles que se movían le hacían sentir tanta paz que, para un niño de 6 años le parecía un imposible.

Aún con los ojos cerrados, Sasuke comenzó a mover sus piecitos dejándolos colgados haciendo que rozaran el césped mientras que sus brazos estaban extendidos a lo largo de esa área del porche donde disfrutaba del calor veraniego de Konohagakure. Su hermano se encontraba con Shisui entrenando, su padre trabajando en la central de la policial militar de la Aldea y su madre seguramente habría salido de su hogar en busca de los ingredientes para la comida de esa tarde.
En definitiva, no había como la tranquilidad de su natal Konoha.

—¿Qué ese ese olor? –preguntó Sasuke sintiendo el olor a hierro entrar en sus fosas nasales remplazando el dulce de las flores. ¿A qué hora anocheció? No se había dado cuenta ¿Es que acaso se había quedado dormido? ¿En qué momento?
Se incorporó y fue directo a la puerta trasera de su hogar; el olor de hacia más y más fuerte conforme él se acercaba al dōjo de la gran casa Uchiha —¿Mamá? ¿Padre? ¿Hermano?
El silencio que se había sumado a la oscuridad del lugar hacía que a Sasuke le dieran ganas de salir corriendo de ahí.

Pero algo en él le impedía ir a otro lugar más que al dōjo. No podía controlar sus pasos ¿Era un genjutsu? Posiblemente Shisui le estuviera jugando una mala pasada como él acostumbraba a hacer para molestarlo. Tomó el pomo de la puerta corrediza de esa habitación y la corrió.

Ojalá eso que veía frente a él fuera un genjutsu.

—¿Ma-mamá? –trago saliva —¿P-Papá? –frente a Sasuke los cuerpos de ambos progenitores estaban tirados, llenos de sangre y sin vida.

Se dio la vuelta y el escenario frente a él cambió.

Ahora tenía alrededor de 16 años y frente a él estaba su hermano mayor; Itachi, sangrando y caminando cual moribundo le decía algo al oído mientras que golpeaba su frente.
—...gracias hermanito –fue lo último que alcanzó a entender Sasuke, cuando el mayor de ambos hermanos Uchiha iba cayendo al piso sin vida.

Su respiración era irregular y podía sentir su boca reseca.

Sentía como la sangre fresca de su hermano aún manchaba su frente y como una gota bajaba por el puente de su nariz hasta llegar a la punta y perderse en el suelo junto al cadaver de Itachi.

El cielo se había puesto gris y deprimente.

La lluvia comenzó a caer de a poco bañando al pelinegro que seguía sin poder salir de shock.

Sasuke parpadeó una vez más y sorpresivamente, estaba frente a la puerta de su departamento. Vio el reflejo de su cara en el cristal de la ventana y supo de inmediato que tenía 21 años.
Entró como siempre, dejando las botas Ninja en la entrada y su gabardina negra en el perchero de esta.

Dos pares de zapatos hicieron que sonriera inconscientemente. Las más grandes estaban perfectamente acomodadas en un rincón cercano a donde el Uchiha las habías dejado; estas eran unos tacones sencillos de color morado muy obscuro haciéndolas parecer negro y a su lado había otras más pequeñas azul marino con un poco de barro seco en la suela y, obviamente, botadas sin cuidado alguno.

—¡He llegado! –dijo Sasuke cuando acomodó sus botas Ninja a un lado de las sandalias.

Silencio.

Se le hizo extraño pues normalmente las personas que con él vivían lo recibían con entusiasmo y mucho cariño cuando regresaba de alguna misión —¿Hinata? ¿Homura? –llamó él, pero nadie contestó.