Parte única

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 Aquella oscura noche donde ni siquiera la luna se atrevía a reflejar su tenue luz sobre la tierra, las sirenas cantaron trágicas canciones de desgracias y los animales alterados buscaron refugio. Esa noche la playa dormitaba solitaria e ignorante, y las olas golpeaban haciendo espuma sobre la orilla. El océano azul se sentía ligeramente intranquilo. Sentía su presencia.

 Los pies del extraño sobre la arena no dejaban rastro alguno mientras paseaba con parsimonia. Como si el mundo le perteneciera. Su amenazante e imponente aura acobardaba a cualquiera, entonces... ¿por qué Wei WuXian no retrocedió?

 Quizás si estuviera menos ebrio o sus ojos dejaran de empañarse continuamente podría haber visto su mirada perversa y aquel malévolo y amargo rictus que decoraba su boca. Ignorante de aquello interceptó la caminata del extraño, con los brazos bien abiertos en clara intención de impedirle la marcha. Tambaleó, y volvió a pararse firme -o casi- frente a él.

 El desconocido ladeó su rostro ligeramente, con curiosidad. Lo contempló un largo instante, estudiándolo. La estática tensión enrareció el ambiente, todo el entorno vibró expectante. Incluso las aguas detuvieron su inquieto vaivén y el tiempo se congeló, sin embargo, y para su absoluta sorpresa, le regaló una amplia y sincera sonrisa. Una sonrisa real y tan natural como desconcertante.

 Pero, nuevamente, el chico no fue consciente de todo aquello.

— No vayas allí —masculló Wei WuXian arrastrando las palabras. El alcohol había adormecido su lengua, pero su voluntad hizo que la frase sonara de forma correcta—. Morirás si lo haces— sentenció con seriedad.

 Lan WangJi miró por encima de aquel borracho, hacia las profundidades de la cueva natural y sombría a la que le denegaba el acceso, y lo observó de vuelta. Con lentos pasos acortó el espacio entre los dos. El chico retrocedió por instinto y lo vio estremecerse de forma involuntaria por la cercanía.

 Se emocionó. Sintió estúpidos e inexplicables deseos de descubrir más reacciones en él.

— ¿Dices que moriré?

 Le asintió de forma enérgica y perdió el equilibrio una vez más. WangJi lo sostuvo antes de caer.

 Wei WuXian se soltó rápidamente como si su piel quemara, dio un paso hacia atrás y volvió a tomar su postura firme.

— Ese lugar es peligroso... —murmuró confidente, prohibiéndole nuevamente el paso.

 No parecía dispuesto a hacerse a un lado, y sorprendentemente a WangJi no le importó que se aferrara a la idea de salvarlo de los peligros que ese lugar contenía, sino que lo divertía. Si aquel ebrio supiera que todos aquellos horrores le correspondían, ¿lo protegería con tantas ansias?

 El ingenuo sentimiento de preocupación e inquietud en el muchacho le resultó fascinante. Una ráfaga de aire fresco en donde sólo había sumisión y temor, tanto de súbditos como de seres aleatorios que rondaban a su alrededor. Incluso las estrellas se sentían cautelosas de él, o acaso ¿no estaban esa noche todavía más distanciadas que de costumbre?

 Volvió a sondearlo con lentitud. Algo en el chico no parecía correcto. Casi como si no perteneciera a aquel lugar, como si no se adaptara realmente al entorno.

 Buscó sus ojos. Penetrando y buceando en su vulnerable mirada encontraría la verdad. Él sabía cómo desentrañar los hilos de los recuerdos, incluso aunque estos se vieran más enredados por causa del alcohol.

 Las vivaces imágenes de su memoria, que descubrió allí, revelaron que su presentimiento dio acertadamente en el clavo:

 Lo vio en un lugar lejano. En otro tiempo. En otra dimensión. Lo vio tambalearse alcoholizado, distinguió lágrimas que corrían por su rostro y la soledad empañada por una tristeza dolorosa. La estación del metro por la que vagaba estaba completamente vacía, ni siquiera los indigentes en busca de refugio pululaban por aquel sitio. «Está embrujado», los había oído decir. Aunque no les dio importancia, porque al chico nada le importaba ya.

En el camino de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora