Fallen Wings

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1.

La oscuridad. Era lo primero que veían mis ojos. Miré a los dos lados, pero solo había rocas. Unas rocas desgastadas por la humedad y el tiempo.

 -Espero que estés cómoda.-Dijo una voz detrás de mí. Me giré, mientras veía un cuerpo definido por la ropa oscura.

Asentí con la cabeza, pero mi mente decía otra cosa. Ese lugar me inquietaba, y demasiado. El chico se marchó, tras sus pasos, dejándome sola, en la oscuridad, temiendo a cualquier cosa que se moviera.

Me senté, mientras pensaba en el que sería el amor de mi vida, ¿lo podría encontrar? ¿O no?

Maldecí al destino, y a la persona que estaba escribiendo mi libro. El que escribía cada paso de mi vida, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada instante.

Sentí el frio de la losa del suelo, mientras que un pinchazo recorrió cada esquina de mi espalda, mientras todo se volvía más negro. Me acaricié aquel dolor, mientras algo suave luchaba por salir. Me saqué aquella cosa, mientras intentaba fingir que no me dolía, pero un grito ahogado pudo escapar de mis labios.

Observé lo que me había sacado, pero mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, una pluma con un rastro de sangre.

 La giré, intentando creer que todo era un sueño. Me pellizqué, intentando despertarme otra vez en mi mugrienta cama, sudando como cualquier pesadilla. Pero el dolor de los pellizcos se hizo presente.

-No te crees que esto es real, ¿verdad?-Dijo la misma voz.-Es difícil acostumbrarse a esto, yo lo hice.-Dijo mirando la pluma.

Miré la pluma, mientras le daba vueltas. Mis mejillas se volvieron rosadas, mientras un enfado invadía mi cuerpo. Mi garganta dejó de transportar aire.

-¡¿Por qué no me dejaste morir?!-Dije enfadada.-¡¿Por qué me dejas convertirme en esto?!-Grité mientras escuchaba mis gritos resonar en el silencio.

-Es complicado....-Dijo agachado la cabeza, me acerqué a él, mientras la culpa me llenaba el cuerpo, le levanté la barbilla y le miré directamente a los ojos.

-¿Por qué es complicado?-Dije mientras me acercaba mucho a él.

-Porque te quiero, por eso no he dejado que te murieras.-Dijo mientras se acercaba peligrosamente a mí.

Cerré los ojos, mientras sentía sus labios carnosos, todo era tan ¿fantástico? Que no me di cuenta de que unas alas blancas brotaron de mi.

-No...no puedo hacer esto.-Dijo mientras se echaba hacia atrás, le miré confusa, mientras miraba de reojo mis alas.-Tú eres un ángel, yo soy un demonio, no podemos estar juntos.-Dijo mientras estaba a punto de irse. Le cogí de la mano, y le acerqué a mí. Le miré a los labios y luego a los ojos.

-Me da igual que seas mi archienemigo.-Dije mientras me rodeaba por la cintura, me subí de puntillas y rocé con mi nariz la suya.

Se acercó a mi oído, mientras lo mordía lentamente, sentía su aliento sobre mi cuello, haciendo que me estremeciera.

-Quedamos mañana en el bosque, no diré dónde. Solo....te encontraré.-Dijo mientras me bajaba y se iba.

Me quedé sola, en la penumbra. Salí de la celda, y me marché. Pensando en como sería mi nueva vida.

Llegué a un bosque intenso. Un frío recorrió mi cuerpo, mientras temblaba de frío. Unas manos se posaron en mi cintura, mientras me transmitía un calor algo incertable.

-No te dejaré sola por este bosque.-Dijo mientras me cogía y echaba a volar, por debajo de las copas de los árboles, el frío hizo que sonriera. Todo era ¿perfecto?

Llegamos a otro castillo, bordado de blanco. Me bajó, antes de entrar en las murallas del castillo.

-Ya estamos.-Dijo mientras me depositaba un beso en el cuello.

-¡Eh! ¡Deja a la princesa!-Gritó una voz femenina.  Era una mujer que apuntaba con un arco, hacia el corazón del chico.

-Yo...ya me voy.-Dijo mientras empezaba a volar, se despidió de mí, mientras la chica me metía dentro del castillo.

-Que no se repita otra vez, esos seres solo quieren matarte, para no perder la guerra, por favor, solo sé más lista.-Dijo antes de entrar por la puerta.

-Si no fuera por aquel chico, hubiera muerto desangrada en mi casa.-Dije fríamente.

Entramos en el castillo y me fui a mi habitación, algo extraño, porque nunca había estado aquí, pero me lo sabía perfectamente.

Abrí las puertas y una habitación azul, un suelo de madera, una cama con unas alas blancas, una corona tapaba la cama.

Abrí las puertas del armario y me probé un vestido blanco, con comienza de corazón y encaje, y una cola hermosa que llegaba un poco más lejos de mis pies. Me puse mis tacones blancos que me hacían más alta, y me puse un collar de diamantes.

-Ese collar era de tu abuela.-Dijo una voz detrás de mí, me giré y vi a una mujer de mediana edad, con cabellos rubios y ojos azules claros, se acercó a mí. Me recogió el pelo en un moño, recogido con una corona.-Estás preciosa.

-Gracias.-Dije tímidamente, mientras me observaba en el espejo. Vi mis heridas, estaban mal cicatrizadas.

-Debiste sufrir mucho allí.-Dijo mientras tocaba mis brazos y las cicatrices desaparecían.

-¿Por qué me abandonastes?-Pregunté mientras una única lágrima salía de mi ojo.

-Lo tuvimos que hacer por tu bien.

-Me abandonásteis a mí suerte. Eso no es propio de unos padres.

-Hubo una guerra. Muchas muertes. No pude arriesgarme a perderte.-Dijo ya con lágrimas en los ojos.

-Lo siento. No lo sabía.-Dije mientras la abrazaba fuertemente. Ella había sufrido más que yo, y le debía todo.

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2014 ⏰

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