Los latidos acelerados amenazaban con expulsar el corazón de su pecho, sus manos temblaban frenéticamente mientras la fuerte lluvia calaba todo su cuerpo, haciendo que un inminente escalofrío se expandiera de forma armoniosa a lo largo de su columna vertebral. Trataba de hacer que su respiración no se hiciera denotar, mientras escuchaba como los sollozos se expandían y a la vez eran amortiguados por las gotas de agua, ocasionando a su paso un fuerte dolor en su corazón. El ver a su Alfa así le dolía, el lazo hacía mella y sus ojos azules se aguaban, mientras su loba interna aullaba con exigencia demandando ir a abrazarla. Pero debía ser fuerte, esperar para ver si recibía alguna respuesta a sus múltiples incógnitas.
Óscar era más sereno. Para él no era difícil la situación, o al menos no tanto como para Lidia.
El silencio reinó en el frío ambiente que en ese desolado lugar se formaba, donde solo el agua precipitándose contra la tierra lo rompía.
De pronto, la voz de Miriam se dejó sonar, captando la atención de todos.—Deberías contárselo; es tu Omega —susurró casi en un hilo de voz.
Jenny presionó las rodillas contra su pecho, ocultando instintivamente su rostro. Las lágrimas, gruesas, seguían deslizándose sin contemplaciones por sus pálidas mejillas, mientras aspiraba por su nariz con demasiada necesidad. El solo recordarla, el solo remomorar esa época de su vida, la hacía sentirse más miserable de lo que era.
***
Aquella fría noche de invierno, en una ciudad apenas alumbrada por la tenue luz lunar, los gritos de una desesperada mujer se lograban escuchar con casi total libertad, siendo casi a la fuerza retenida sobre una camilla de fina tela azulada.
La Alfa de roja cabellera y ojos verdes, empujaba, empleando toda su fuerza en aquel acto para así poder traer a su hija a aquel mundo que la esperaba. Los mechones cobrizos se pegaban, empapados por el esfuerzo, en su blanca frente mientras su mandíbula se mantenía tensa y sus ojos canbiaban con ferocidad a un azul eléctrico único. Los médicos encargados del parto temían por su propia seguridad, pues en muy contadas ocasiones se daba la sorpresa de una Alfa embarazada, y debido a su temperamento, tenían miedo de como podía reaccionar.
Finalmente, a las cuatro y media de la madrugada, una pequeña de cabellos rojizos y ojos miel dio la bienvenida al mundo por primera vez. Pepa sonrió con ternura ante la niña, apreciando que su hija poseía ciertos rasgos de su padre, como podía ser el color de los ojos. Pero eso no le importaba, porque de todas formas, seguía teniendo su esencia.
El padre de la criatura, Ethan, ni siquiera conocía de su existencia. Un Alfa adinerado que en una noche cualquiera conoció a Pepa en un tugurio, hablaron, y tuvieron un tórrido encuentro en los lavabos de ese mismo sitio. Pero la Alfa era muy independiente, y cuando supo que estaba en estado, decidió firme que cuidaría sola de su pequeña criatura, sin la más mínima ayuda.
Su sueño era que fuera una Alfa, pues, eso significaría que sería pura, gran rareza por donde se la viera; perfecta. Al principio, ese deseo no era más que algo pasajero, algo que simplemente no afectaba para nada en lo que Pepa pensaba de su niña; sería suya fuera Alfa, Beta u Omega. Pero, inconscientemente, ese anhelo fue creciendo poco a poco, extendiendo sus raíces cada vez más profundo, hasta que quedó arraigado; se convirtió en una obsesión el que su hija fuera una Alfa.
Por eso, cuando se percató de que los signos que Jenny mostraba de debilidad, de sumisión, todo empezó a ir cuesta abajo. Ella trataba de negarlo, defendía pese a todo que su hija sería una Alfa. Pero la niña siempre lloraba cuando se metían con ella, era muy tímida, mostraba sumisión frente a otros y no poseía ese instinto protector tan característico. O al menos, no en el exterior.
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¿Destinos intercambiados? [Omegaverse/Yuri]
FantasyJenny, joven de diecisiete años. Desde pequeña, inculcada con los valores para ser una Omega. ¿Cómo afrontará la noticia de que será una Alfa? *** Lidia, estudiante de quince años a una semana de cumplir los dieciséis. Su personalidad siempre fue...