La humanidad se cuestiona sobre todo lo habido y por haber; desde lo cuestionable hasta lo que se da por sentado; siempre alguien está dispuesto a preguntar: "¿Esto es así?" Ponen en duda, incluso, aquello que conforma la legítima moral humana. Lo que está bien y lo que está mal, lo que nos hace felices, el por qué, ¿quién dice que lo que nos hace sentir bien es lo correcto? A veces, sentimos que no somos quiénes para juzgar, ni para decir que nuestra realidad, nuestras costumbres, sentimientos y la naturaleza de nuestra "moral y ética", se aplica al resto del universo. Sin embargo, aunque si inmersos en nuestra actitud filosófica llegamos a dudar: "¿nuestra forma de amar es la correcta?, ¿en todos los rincones de la existencia se puede amar?", podemos ocupar la tranquilidad de un sabio y tener la absoluta certeza de que sí. En todos y cada uno de los recónditos espacios del infinito universo, a nivel atómico, incluso, amar está bien y es natural. Para la vida en otros planetas, para los propios cuerpos que nosotros llegamos a considerar "sin vida", para la escencia misma de la existencia; para todo lo que vive, se rige una misma ley que le permite a ese cuerpo tener un principio y, quizás, un fin, hacerse un lugar en la vasta existencia. Esa ley es el Amor.
Suena, tal vez, tan superficial y ridículo como fantástico y poético. Y como frente a todo lo que entendemos por "fantástico", nos mantenemos escépticos a esta realidad. Y me atrevo desde el inicio a indicarlo como realidad porque escribo esto para pasar a escrito mis creencias y la palabra de grandes genios de nuestra historia.
Empecemos por lo más sencillo y conocido, y apliquemos la lógica sobre las creencias de millones y millones de personas: la religión; más específicamente: el cristianismo. Dios. La Iglesia Cristiana le es devota a la deidad que, según ellos, todo lo ha creado y que, por ende, tiene poder absoluto sobre aquello a lo que le otorgó forma e incluso vida. Aquello que Dios creó, lo hizo con amor. Dios es puro amor y ama lo que ha creado, y por ello es que las personas cristiana se esmeran tanto en adorarlo y mostrar esa devoción absoluta a quien consideran indirectamente y llaman "Padre".
Más allá de todos los errores que cometa el ser humano y que, sin querer, los transmita en sus creencias y religiones (como el fanatismo), le propongo al lector pensar seriamente en la base de lo que sostiene y transmite la religión cristiana, más allá de su pensamiento (creyente o no): fe, amor a todo lo que nos rodea y a nosotros mismos, esperanza, humildad, virtudes básicas que conforman lo que se califica como una "buena persona". Además, te incitan a creer que para todo hay solución, que siempre y cuando estés dispuesto a amar, Dios va a ayudarte a salir de cualquiera sea tu situación, te impulsa a no bajar los brazos y salir adelante. Imagínense toda esa energía de positividad que emanan las personas que realmente creen en ello y lo aplican en su día a día, sin maldades ni insensatez tergiversando el verdadero mensaje: toda esa energía en manos de seres hipotéticamente perfectos. ¿Qué habría de malo en creer, entonces, en las enseñanzas de los cristianos? Te están enseñando que por más solo y desamparado que te sientas, siempre habrá alguien ahí dispuesto a amarte y ayudarte si vos haces lo mismo.
Ahora bien. El ser humano puede hacer las cosas bien si se lo propone; quizás no acercarse a lo que a nuestra mente llega si decimos "perfectos", pero siempre se puede ser mejor de lo que se es en el presente. Si esas personas creyesen con la misma fuerza que si tuviesen a Dios en frente, y le transmitieran a las demás personas esa esperanza, ese "amor a todos y a mí", y todas esas demás personas aspiran a hacer lo mismo, ¿cómo ven el mundo en unos años? ¿Y todo a partir de qué?: de pensar firmemente, de creer, de sentir que hay alguien amándonos aunque no lo demuestre como lo haría otro humano. En síntesis: de creer en el amor en sí, de creer en el sentimiento. Porque de haber creído en Dios, pero pintarlo cual demonio maligno y creer que en cualquier lado, aunque no tengamos la certeza, alguien nos odia, no se habría logrado ningún bien. Y no creo necesario tener que siquiera considerar un atisbo de la idea de justificar "la existencia del amor"; ¿o sí? Basta con decir que las personas serían capaces de hacer y deshacer a gusto creyendo en el amor, y esto no llevaría a ningún mal porque estamos hablando de un sentimiento positivo. No tiene sentido creer que el mundo se vendría abajo por creer en el amor... Y si sólo basta con eso, tampoco es necesario (y esto lo aclaro para que los lectores escépticos no lo tachen de "incoherencia") creer en el Dios que transmite este sentimiento. Basta con el amor, que es independiente del factor "deidad".
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La ley fundamental del Universo: Amor.
RomanceQuizás porque me dieron el "okey". Quizás porque recibir tal aprobación me entusiasmó. Más seguramente porque es la realidad. En este ensayo fundamento la importancia desmedida e inimaginable -hasta ahora; ya no más- del sentir más hermoso e indisp...