Mi nombre es Lucas, soy un joven de 14 años muy afortunado, aunque creo que eso se lo debo al collar que dejo mi padre antes de morir, mi modesto abalorio. Soy un aficionado a los rompecabezas y las sopas de letras, aunque eso realmente no suena muy interesante, vivo en la lejanía cruzando los inmensos bosques y las tenebrosas tundras, alejado de toda sociedad, casi como un ermitaño, de no ser porque mi hermano mayor se pasa a veces a saludar; el realmente no me agrada, pero es familia, lleva mi sangre o yo llevo la suya, así que no puedo hacer realmente mucho más.
Cada día suelo levantarme como un reloj al momento que sale el sol, trabajo todo el día en el campo, después de todo nadie más me mantendrá vivo, lo difícil de vivir solo. Siempre me ha encantado el paisaje silvestre, sin embargo, hay unos cuantos días en los que mi humor no es el mejor.
En cuanto a mi crianza recuerdo que mi padre me enseñó a trabajar con las plantas y cazar algunos animales, le admiraba demasiado, aunque su atención se dirigía mayormente hacia mi hermano, ya que se suponía que el cuidaría de mí, lo que ciertamente no hizo, para mi suerte nuestro hogar estaba repleto de gigantescos libros y los leía sin parar, botánica, mitos, añoradas leyendas, uno que otro de anatomía o medicina, no era ningún experto, pero al menos conocía con confianza montones de temas variados. Toda mi infancia no fue así, eso de leer, divertirme y aprender no eran más que los días soleados donde los pajaritos cantaban sin parar, había días oscuros y fríos que me daban mucho miedo y aprendí a vivir con ellos; un día de muchos le pregunte a papá por mi madre, el me miro tristemente y solo me dijo que ella era toda una aventurera, que se encontraba al otro lado del mundo, pero que algún día volvería para saludar, pobre de mí que en ese momento creí con esperanza tal historia.
"No poseo ninguna religión, no creo en ningún Dios, pero hoy en día me gusta pensar que mi padre está descansando en algún lugar, y está orgulloso de mi."
Día 5113 después de comenzar a vivir, año???
Lucas
Son las 6 de la mañana y estoy teniendo el mejor de los sueños, lo que es más aun, en el día de mi cumpleaños.
Hermano (Me cae mal, palabras del autor)
-¡¡¡DESPIERTA LUCAS SE HACE TARDE PARA QUE VAYAS POR MI COMIDA!!!
Lucas
En el jodido día de mi cumpleaños... de verdad desearía que el no estuviera aquí.
-Si, si ya voy, solo déjame un momento para organizar todo, aunque tampoco me quejaría si ayudases un poco.
Hermano
-Mira Lucas, yo soy el mayor aquí, y tendrás que obedecerme a menos que desees ir solo a la ciudad a través de todo este lió de bosques y acantilados, y cuando llegues allí nadie te ayudara.
Lucas
-...
Tome el collar de mi padre de la mesita de noche, y agarre algunas herramientas para ir a cazar y recoger algunas plantas, sin titubear mucho más salí de casa y me adentre en el bosque.
*Hablando solo o hablándole a su padre*
-Al parecer tengo que soportar a ese idiota que se hace pasar por mi "hermano", el cual ni siquiera es capaz de recordar mi cumpleaños; soy capaz de soportarle, puedo conseguir comida para él, he llegado a aguantar sus insultos y regaños, para que el muy estafermo no me felicite una maldita vez al año, que se joda.
Comencé a correr a un paso constante, pero no muy rápido, no quería ahuyentar a los animales cercanos; me detuve de un salto al ver un cinco en rama, una planta medicinal que me había salvado mas de una vez de la tan común fiebre que atacaba cada 2 por 3. Mientras recogía un poco para el camino, a unos pocos pasos escuche un sonido descuidado, casi como si a aquello le diera igual ser escuchado, en un santiamén me agache detrás de un árbol, al mirar de reojo observe a un animal sucio, grande y de pelaje desaliñado y húmedo, el olor putrefacto no tardo en llegar rozando mi nariz, en ese momento tenia una vaga idea de a que me enfrentaba, pero al menos tenia confianza en que podía ganarle, sin pensar demasiado tome una flecha y de una botellita que tenía en mi mochila derrame un poco de toxina de la planta aquilegia, teniendo el máximo cuidado de que esta no cayera en mis manos, y en cambio embadurnara la punta de roca que tenia mi proyectil, cuando la flecha estaba lista respire hondo, tome el arco que había construido mucho antes, la primera arma que había creado, estaba orgulloso, sin embargo no era momento de recordar nostálgicamente, me concentre, prepare el tiro, lentamente me desplace hasta obtener el ángulo indicado y sin siquiera parpadear lance la flecha directamente al cuello de aquel animal. Me oculte rápidamente donde fui capaz y solo espere un poco, la bestia comenzó a moverse torpe y rápidamente, golpeándose con todo lo que se topaba en su camino, no tardo mucho para que quedara a la vista un jabalí tirado en el suelo, con una flecha rota que traspasaba todo su cuello y unos ojos cubiertos en sangre, era una escena grotesca, pero por lo menos tenia la posibilidad de sobrevivir un poco más.