Prólogo.

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27/06/20

—Dispárame.

Las manos de Jack temblaban, él no se creía capaz de jalar el gatillo. Simplemente no podía hacerlo, no era por la idea de matar a alguien, era porque aquella persona a la que le iba a disparar era un ser indispensable en su vida. Su hermana yacía arrodillada en el suelo de aquel callejón, suplicándole que le quitara la vida.

—¡HAZLO!— Gritó ella, conteniendo una inmensa oscuridad la cual estaba apunto de escapar—. Antes de que sea tarde.

—No puedo— Respondió el, aún con la mirada vidriosa.

—Entonces vete. No podemos perder más tiempo—.Dijo ella levantándose con la poca fuerza que le quedaba.— Aún sigo aquí, al igual que tú y todos. Pero eso no va a durar mucho si dejamos que ellos se salgan.

Él sabía que ella tenía razón, por más que le doliera y no quisiera aceptarlo,  lo sabía. Esta fue la decisión más dura que haya tomado en su vida.

Abril extendió su mano, dándole a él la única opción de dejar la pistola.

—Dile a los chicos que todo estará bien.

Las lágrimas no podían dejar de salir, por parte de ambos. Ellos eran muy unidos, cómo cualquier par de hermanos. Ella siempre sería su hermanita menor, y con tan sólo pensar que gracias a ese don con el cual había nacido tendría que perderla, le atormentó aún más. Sentía que le arrancaban una parte de si, aunque Jack no tenía ni la menor idea de que esa parte estaría siempre presente en él.

Jack depositó el arma en las manos de su hermana, dándose la vuelta, sin mirar atrás ni perder más tiempo, este se alejó del lugar lo más rápido que pudo, él sabía que esa era la última vez que vería a su hermana con vida. El último sonido que escuchó a lo lejos fue el eco de un disparo. El cielo había empezado a nublarse, pequeñas gotas de cristal empezaron a caer del cielo, la noche se tornó más oscura y fría.

—¿Dónde está ella?—. Preguntó su cuñado, él no estaba enterado de nada de lo que había pasado hace unos cuantos minutos, no sabía que la última vez que vería al amor de su vida
sería en aquella camilla del hospital. Quedaría devastado al saber que tuvo que sacrificarse por salvarlo a él, por salvarlos a todos.

Jack no respondió, él ni siquiera le escuchó. Estaba en un pequeño transe. La tristeza de su mirada, dió a entender muchas cosas. Eiden lo miró desconcertado.

—¡Jack!, ¿Dónde está ella?— Repitió, esta vez soltó un tono más demandante.

—Ella...— A penas pudo responder, su voz se quebró—. No lo podía retener durante más tiempo, quería que yo lo hiciera pero no pude.

Sabía qué significaba y al instante de haber escuchado esas hirientes palabras, Eiden perdió el equilibrio y cayó de rodillas al suelo, sintió como si le hubieran apuñalado con un vidrio el pecho.

—Ella soñó lo de Arlette— Dijo el aún intentando asimilar lo sucedido.

Arlette era la mejor amiga de Abril.

—Soñaba muchas cosas, ella era la puerta hacía lo desconocido y ellos se aprovecharon de eso.

Esa misma noche una nube negra azotó a todo el pueblo, esparciendo oscuridad a su paso, ese día se marcó el comienzo de una pesadilla. Una pesadilla de la cual sería muy difícil salir.

Nota de la autora: En verdad me emociona mucho escribir esta historia, ya que la idea la comencé teniendo desde hace un buen tiempo, espero y les guste. Escribo para mí, pero esta vez dije, ¿por qué no publicarla?, y aquí me tienen. Si llegaste hasta aquí, quiero decirte que valoro mucho que te hayas tomado el tiempo de leer lo que escribo, en serio. Hasta el próximo capítulo, si te gustó votar y si no, también ahr.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2020 ⏰

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Abril: Sueños PeligrososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora