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La pequeña Yuri estaba poniéndose su pijama de esa noche después de haber tomado un baño de burbujas con su novia muy romántico, se colocó sus pantalones de pijama y estuvo a punto de colocarse su camisa cuando notó algo muy extraño en el espejo.

Pestañeó un par de veces, comenzó a inclinar su cabeza como un cachorrito confundido, y con sus deditos rozó la piel de su estómago.

¿Por qué se sentía abultadita de ahí? No era normal, ella siempre tuvo su pancita planita.

Ignoró ese hecho y procedió a poner su camisa de pijama, colocándosela con éxito hasta que empezó a abotonársela; uno, dos, tres, cuat-...
Esperen, ¿por qué no quiere abotonarse este?.

Yuri frunce sus cejas y observa al espejo nuevamente, intenta abotonarse el resto de los botones de su camisa, faltaban cuatro y no podía abotonarlos. Abulta sus labios y se pone de perfil al espejo, ¡su pancita había crecido!

Sus ojitos se comenzaron a cristalizar y frente del espejo comenzó a soltar sus lágrimas. Yena que recién venía de la cocina después de calentar la leche que tomaban ambas cada noche y de haberle pedido a Sungmin que las sirviera, entró a la habitación y encontró a Yuri llorando sentada al frente del espejo.

—¡Yuri! ¿Qué pasa, por qué estás llorando?.—corrió y se agachó para ponerse a un lado de su novia, Yuri apenas podía mirarla porque lágrimas se acumulaban más y más en sus ojitos.—No, sabes que odio que llores, no lo hagas bebita.—pidió, la niña menor cerró sus ojos causando que sus lágrimas escurrieran y Yena sin perder el tiempo comenzó a removerlas de sus mejillas y pómulos.

—E-Es que m-mi camisa ya, ya no...—y Yena prefirió abrazarla y dejar que llorara ahí. Odiaba verla llorar, la hacía sentirse muy mal, como si no estuviera siendo una buena novia y no cuidara de ella. Yuri comenzó a aferrarse al cuerpo de su novia, encimándose sobre ella y abrazándola con su fuercita.

Después de que pasaran algunos minutos, con ricos cariñitos en su cabello y besitos en en sus ojitos que su novia le daba, Yuri respiró hondo, calmándose para poder hablar.

—Es mí pancita.—ella puchereó, Yena frunce sus cejas confundida.

—¿Qué tiene tu pancita, bebé? ¿Te duele?.—Yena removió un poco a Yuri encima de sí misma para poder echar un vistazo pero Yuri rápidamente saltó de encima de ella y se apartó tapándose su estómago.

—¡No quiero que unnie vea mi pancita!.—reclamó, Yena aún lucía muy confundida, no tenía idea de qué pasaba la cabecita de su novia.

 Honeypie ੈ ♡‧₊ yena + yuri Donde viven las historias. Descúbrelo ahora