ÚNICO。

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Aquella lluvia atacaba el pequeño pueblo, donde vivía Lee TaeYong; un joven estudiante que salió furioso de su casa, tras una ardua pelea con su familia. Su ceño fruncido, mientras palabrotas soltaba sin cesar. Un bar halló, entrando para que la feroz lluvia que lo acechaba deje de caer en su cuerpo. Su mirada inspeccionaba el lugar, sin perderse cada detalle. Aroma de químicos, más el olor a alcohol que inundaba la zona.

Se sentó cerca de la barra, esperando que el mesero le sirviera algún trago. Sus dedos inquietos dando golpeteos a la mesa, mientras su mirada yacía en aquel vaso de cerveza, fría y espumeante. Chasqueó sus dedos llamando al mozo, haciendo un ademán para que aquel posara un vaso frente sus ojos. Pasaron dos horas, varios tarros fueron vaciados. Sus cinco sentidos no se encontraban intactos. Su vista nublada. Una gota de sudor paseaba por su frente. Su alrededor se volvía oscuro y seres extraños con bastante pelaje, y deformidades aparecían. sus cuerpos cambiaban constantemente, un acento francés era evidente, sus manos transpiradas, una canción bastante conocida hacía estruendo en el bar, "la vie en rose", mientras se emborrachaban y bailaban al unísono.

TaeYong se encontraba aterrado y fascinado, aquellas criaturas totalmente hermosas, algunas aterradoras y ridículas, fuera de lo común, pero con una pasión increíble. los pasos al ritmo de la canción, el ambiente cambió completamente, era uno romántico, mientras se tomaban de la mano, el olor a bebidas alcohólicas fue remplazado. Un aroma a rosas pudo percibir cuando un chico se acercaba sigilosamente, unas antenas se desprendían de su pequeña frente que era tapada por los ondulados mechones oscuros, sus ojos rasgados, adornados de unos orbes profundos, que se asemejaban a la negrura del carbón, sus pequeñas piernas que llevaban puesto un short con pequeños detalles dorados, otorgándole a su vista algo increíble. Mostró sus alas puntiagudas, Lee disfrutando maravillado, sus luceros brillantes.

Antes de que las palabras se escabulleran de su boca, el contrario habló.

—Mark.— sonrió tan dulce, que las mejillas de TaeYong comenzaron a colorearse de un fuerte carmín.

El chico el cual ahora sabía su nombre, y que tenía unas alas estupefactas se acercaba con cautela al estudiante.

—Acompáñame.— Susurró cerca de la oreja de Lee, tomando su mano de manera suave, una sonrisa ladina de parte de los dos chicos.

Casi correteando por el pueblo, disfrutaron viendo los colores vistosos, entrando por los pequeños conventillos, mientras se susurraban palabras dulces y se le enhebraban sonrisas en la yema de los dedos.

Los jóvenes bajo la luz de la luna, disfrutando de su amena y genuina compañía, sus narices chocando mientras sus bembos se envolvían en una suave danza, sintiendo la cálida brisa chocar con su tersa piel. Sus orbes clavados en los ajenos, el estudiante confundido por ver aquellos cristalinos ojos, que comenzaban a soltar pequeñas lágrimas.

—Las mariposas no viven por siempre en este mundo de rosas, TaeYong.—

Sus luceros trémulos rogándole cosas inconcebibles, negaba sin parar. Un último beso le fue otorgado, y fue capáz de apreciar sus alas color escarlata, con unos sublimes destellos dorados.

No tardó en volverse un lío de sollozos y puro llanto, hasta que de pronto, se encontró envuelto de sábanas, sus ojos húmedos e hinchados. No podía creer que estaba en su cama, pensando en la mariposa, en aquel chico tan irremediablemente único. ahora era un ser intangible que perdurará en su mente.










espero haya sido de su agrado. cualquier incoherencia o algo que no hayan entendido son libres de decírmelo o preguntármelo.

muchas gracias.

la vie en rose. ﹔YONGMARK.™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora