tú, mi reflejo

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Se me está haciendo maña tomar costumbres y crear costumbres, como esa… la  de desarrollar la memoria rapsódica, la de tomar expresos, la de cantar sin saber  cantar, la de viajar sin tener límite, la de correr y luego volver corriendo mucho  más rápido.

Han pasado ya 36 meses desde la primera vez que decidí borrar tu reflejo del  espejo. Lo recuerdo perfectamente, ¡estaba tan nervioso!, llevaba más de 10 días  escondiendo esa pequeña caja entre mi ropa amontonada en un closet viejo.

Me preguntaba constantemente: ¿Qué pasará contigo?, ¿Y si de repente desapareces y no puedo recordarte? Mis dedos clavándose en estas teclas le quitan a tu vida muerte, tú vives en estas  palabras sin embargo admito que algunas veces te tengo miedo, aunque apenas  si hemos hablado, sabes que siempre hay mucho ruido entre nosotros, pero te  amo tanto como siempre, tanto como puedas imaginar.

Te recuerdo plenamente y se estremece mi piel cada vez que llega a mis pupilas  tu imagen, tan asustada, tan prevenida, tan complaciente y silenciosa… tenías  razón, tu destrucción por tu propia mano era tu camino, tu elección y ahora lo entiendo, romper no es malo, no lo veo así, es necesario romper, yo ya acabé con  mis cimientos, bueno, algunos de ellos y la verdad estoy mejor.

Discúlpame, pero quería evitar mi dolor sacrificando tu libertad, qué injusto que se  ve. Destruirse a sí mismo es tan válido como comer bien, hacer ejercicio, dormir ocho horas, meditar en el saliente y en el poniente, dar de comer a los perros...etc., pero lo tuyo era el precipicio, el filo, el desmembrarte. Yo vendiéndote  mis ideas de porqué estar vivo es un gusto, pero soy yo el que le ve la gracia,  tú...eras una bomba atómica encerrada en otra todavía más triste. Tú: implosión,  tú: pecado, tú: mi impotencia, mi incapacidad para dejar ir. Tú: Angie.

Yo, hecho: me deshice. Yo fuego: fluí y me desbordé, inundé y tragué; fertilicé la  tierra y a la tierra le di forma y vida y vida hice siendo Sol. Transportado en lo más  humano: la carne, la guerra, el amor y la esperanza, yo: Ángel, tú Angie, tú y yo cambiantes, hechos para morir y volver. Nos preparamos para morir viviendo y es viviendo donde hemos aprendido a morir miles de veces, en un parpadeo, en  medio de la noche, con los ojos abiertos y la piel expuesta.

Sabes…Lo que me gusta de los caracoles, las tortugas, otros insectos y ciertos  humanos, es que se habitan a ellos mismos, su hogar los acompaña, comprenden que muchas cosas son como un espiral. Lo que me gusta de cierta clase de  caracoles es que, saben o les llega la noticia de su muerte y como que la esperan,  dejan vacía la casa, es decir, se despojan de ellos mismos y lo poco que queda es  su espiral que a veces adorna mi repisa sin que la vea dios, en lo que debía ser una casa y que ahora la está devorando el monte.

Ahora entiendo que en aquel nido en que nacimos y en el cual moriremos, en el siempre estuve acompañado.
Nada sería nuestro si no somos... Tú y yo, yo y tú. Y todavía no sabemos que es  nuestro pero sonríes y es lo que deseo que hagas. Nuestra forma de reír irrita lo sagrado, irrita lo estático, lo que estaba sujeto a las paredes, seguro al papel, las  reglas no pudieron con las pícaras miradas, las uñas clavándose con ganas, o las manos felices de rodear tanta y entera carne llena de ideas, a rebosar de sangre  latente y enérgica. ¡Sí! sonríe y besa, al fin y al cabo, son de los actos más  rebeldes que nos pueden unir sin atadura alguna.

Siempre nuestros.

Ángel.

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⏰ Última actualización: Oct 02, 2019 ⏰

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