Witch's Creek

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Si hubiera un cartel de bienvenida a Witch’s Creek, este seguramente diría:

BIENVENIDOS A WITCH’S CREEK: UN ABURRIDO LUGAR PARA MORIR”.

Como muchos pueblos pequeños, este pasaba desapercibido al estar una a una hora de la carretera más cercana. Rodeado de bosques y montañas, el lugar parecía estratégicamente ubicado en una locación alejada del caos y los problemas de las grandes ciudades. Sin embargo, no era tan malo, pues al menos podías tener las tres cosas que más ayudaban a Jack Hunter a sobrellevar la monotonía del pequeño pueblo sureño: Hamburguesas de queso, conexión a Internet y unas cuantas tiendas pequeñas de comics, discos, libros e instrumentos musicales.

El pueblo estaba dividido en dos zonas: la inmensa mayoría vivía en suburbios alrededor del centro. Allí había restaurantes, salones de belleza, pequeñas sucursales bancarias, correos, etc. En las tardes solía estar plagada de adolescentes después del fin de las clases en Saint Mary’s Highschool. La otra zona del pequeño pueblo, ubicada hacia las boscosas montañas, era el hogar de familias un poco más ‘alternativas’ (el término usado por los snobs del centro) que preferían vivir alejados. Allí, Jack y su madre, Andrómeda vivían desde hace algunos años. Se habían mudado desde una lejana ciudad al norte de Witch’s Creek para vivir en paz. Su madre solía viajar todo el tiempo a las ciudades grandes por lo que ella llamaba ‘asuntos mágicos’: era una tarotista y una ávida lectora sobre magia y cosas paranormales. Como consecuencia, Jack creció pasando mucho tiempo sin Andrómeda en casa.

Pero la familia de junto, los Quinn, tenían una hija: Leah, que se convirtió en la mejor amiga de Jack casi instantáneamente una vez que ellos llegaron a vivir allí. Sin ella, la vida hubiera sido mucho más solitaria. Él recordaba varios cumpleaños, eventos escolares e incluso una navidad en la casa de la familia Quinn en la que despertó con una nota de su madre excusándose por tener que viajar en un momento tan inoportuno. Él era optimista al pensar que eso había forjado su carácter y funcionaba perfectamente por su cuenta: su madre siempre proveía y él ‘cuidaba el fuerte’, como solía escribirle en las notas. Andrómeda era una excelente madre, él sólo deseaba que ella estuviera en casa un poco más.

Esta vez no hubo excepción. Jack se encontró una nota en la puerta de la nevera: “Campeón, estaré fuera por unos días. Alimenta bien a Pockets, no olvides tu examen de matemáticas y ya no hay tocino. Sé fuerte y camina con orgullo, cariño. Te ama, Mamá”.

Pockets era el perro de la casa, un hermoso Golden Retriever que había llegado con ellos siendo pequeño. Jack tomó la nota desde el refrigerador, la leyó y maldijo en voz baja

- ¿Qué clase de desayuno clasifica como un buen desayuno si no hay tocino?- expresó, volviendo a pegar la nota en el refrigerador.

Sintiendo que este día parecía estar destinado a ser horrible, encendió la cafetera para preparar algo de café. Podía escuchar el trinar de las aves y el viento agitar los árboles, a pesar de lo aburrido era un lugar bello. Pero su mente divagaba en muchas cosas como para perderse en las maravillas de la naturaleza por demasiado tiempo. El año escolar estaba a seis meses de terminar y Jack no tenía muy claro cuál sería su futuro una vez que todo terminara. Tal vez, al igual que Leah, haría exámenes de ingreso a la Universidad y estudiaría Informática o Astronomía. Su amiga por su parte, pensaba estudiar Derecho.

A pesar de que tenía una personalidad propensa a romper las reglas o meter la pata (un rasgo que ella y Jack compartían, para desesperación de los padres de su amiga y su propia madre), muchas veces los sacó a ambos de problemas con historias increíbles.

Jack Hunter & Los Guardianes Mágicos: El Conflicto InminenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora