Pecado.

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Una de las características del mundo era determinar quiénes somos,no por lo bueno, si no por la cantidad de cosas malas que hacemos.

Puedes ser un héroe y salvar miles de ciudades y aun así, si no eres capaz de salvar un solo edificio, simplemente ya no eres quien pensabas que eras, eres insuficiente y pasas a ser innecesario.

Mi madre solía ser así, crecí leyendo cuentos de super heroes soñando con algún día ser capaz de convertirme en uno,pero a medida que crecía me daba cuenta que para mi, tal sueño era imposible.

El lugar era enorme, solo con las decoraciones necesarias y las personas suficientes para encargarse de la limpieza, algunas caras se me hacían conocidas, no era mi primera vez aquí después de todo y tampoco sería la última.

Todos sabían que sucedería,incluso yo estaba consiente de ello desde pequeño, usualmente la marca del pecado aparecía cuando cumplías los 16 pero yo había estado condenado desde mucho antes, desde la primera vez que vi a Hibari Kyoya.

Nadie estaba seguro de cuando había comenzado, las marcas han estado con nosotros desde generaciones y desde hace tiempo definen lo que somos.

Un día solo aparecen en alguna parte del cuerpo,condenándote, lo quieras o no.

Sabia lo que era desde pequeño, intenté luchar contra ello pero al final no se puede abandonar lo que realmente eres.

Y yo... estoy condenado a desearlo.

El crujir de las puertas logró sacarme de mi ensoñación, el chico de servidumbre que me había estado arrastrando hasta ahora me empujó dentro del cuarto, hizo una rápida reverencia a la figura allí presente y luego salió de allí.

Mis pies se movieron por si mismos trazando el mismo camino que infinidad de veces había recorrido, al fondo de la habitación revisando el papeleo estaba el azabache, no me dedicó una mirada, nunca lo hacía, era un orgulloso.

Los grilletes en mis manos y piernas tintinearon cuando me deje caer al lado de su silla, arrodillándome para poder restregar una de mis mejillas contra su pierna en un intento de llamar su atención.

Una de sus manos sacudió mis cabellos, acariciando mi piel en un recorrido que se aventuró dentro del cuello de mi gastada polera.

Sus dedos continuaron jugueteando hasta que finalmente sucedió los que estaba esperando.Cuando su piel tocó mi marca fue como si por un momento el mundo quedara en silencio, mi mente era incapaz de pensar en algo más que no fueran las caricias que me propinaba,confabulando junto a mi cuerpo para volverme prisionero de mi propio deseo.

Sabía que no era el único, el tenía muchos más como yo, pero aún así era incapaz de resistirme a él,  de hecho,nunca fui capaz de hacerlo.

Lo quería dentro de mi tanto como odiaba su presencia a mi lado.

Esa noche una vez más las prendas fueron echadas a un lado, mis gritos fueron callados con brusquedad y sin una pizca de cariño ambos buscamos llenar el deseo que recorría nuestros cuerpos.

Sabía que al despertar sería la misma rutina, ni una palabra, solo obedeciendo las órdenes que me daban.

Pero desde hace tiempo había dejado de importarme,era incapaz de luchar contra el mal.

Y mientras la marca de lujuria ardía en mi espalda,las lagrimas recorrieron mi rostro, pedí por más, claro que lo hice.

Porque nosotros los humanos no somos nada más allá de nuestros pecados.

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Cambio.

Moments Gay With vongola.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora