Parte única

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Una vez más ese había sido un día de mierda.

El chico rubio de nombre Seokjin estaba cansado de su vida. Todo era tan deprimente.

Era cierto que tenía todo lo que quisiera. Sus padres eran empresarios exitosos y vivían una vida de reyes.

También era cierto que era un estudiante ejemplar, el mejor de su carrera, aunque esta no le gustara.

Por supuesto que también era cierto que hacía todo bien, ya fueran deportes o artes. Además todos los profesores lo amaban y todas las chicas de la universidad se volvían locas por él.

Pero él no era feliz.

Él soñaba con cosas que sus padres nunca entenderían. Para ellos él debía ser un importante abogado con una hermosa casa y una hermosa esposa.

Seokjin soñaba con algún día se run gran actor, soñaba con viajar, soñaba con poder soñar libremente.

Y por supuesto, soñaba con él. El chico del que estaba perdidamente enamorado. Jeon Jungkook.

Sabía que a ojos de sus padres sería un degenerado y un desviado por pensar de esa forma del muchacho que estudiaba cine en su universidad. Jamás lo aprobarían. Jamás aprobarían una pareja para él que no fuera una chica de clase alta que ellos escogieran.

Estaba tan cansado de su vida, tan cansado que muchas veces pensó en acabarla. Muchas pensó en tantas diferentes formas de dejarse ir, de acabar con todo, de por fin poder ser libre. Pero era tan cobarde que ni eso podía hacer.

Ese día se sentía peor que nunca.

Llevaba ya varios días en que la desmotivación pudo más que el miedo que tenía a decepcionar a sus padres y no se había esforzado como siempre. Por ese motivo tuvo una mala nota en un curso y, obviamente, sus padres se dieron cuenta.

Decir que lo regañaron de forma horrible era quedarse corto. Le habían gritado las peores cosas imaginables. Le gritaron que era una decepción, que nunca sería ni la mitad de bueno que su hermano mayor, el siempre perfecto. Le gritaron lo mucho que se arrepentían de haberlo traído al mundo.

Todo por una mala nota. Una sola maldita mala nota entre las excelentes calificaciones que siempre había tenido.

Decidido a no poder soportar en esa casa salió en su auto. Sabía que en su estado no era lo correcto, pues estaba muy alterado y lloraba desconsoladamente, tanto que veía borroso.

Pensó que lo mejor sería que tuviera un accidente y muriera, pero no quería que nadie más saliera afectado, por lo que pensó chocar contra un poste o tirarse de un acantilado con el auto.

Mientras estaba perdido en sus pensamientos pasó por un parque y notó algo que le llamó la atención.

Acostado en el pasto, cubriendo sus ojos con su brazo, estaba Jeon Jungkook. Aún desde lejos Seokjin supo que el chico lloraba, se notaba por la forma en que su brazo temblaba.

Sin pensarlo dos veces estacionó el auto y se acercó al chico. No sabía qué decirle, pues, aunque se hubieran hablado un par de veces, no eran lo que se podía considerar cercanos.

Pero el chico al que amaba estaba mal y no podía ignorarlo.

–Hola – dijo Seokjin y Jungkook quitó el brazo de su rostro. De esa forma El rubio pudo ver el hermoso rostro del chico de sus sueños. Estaba rojo y sus ojos hinchados. La imagen rompió el corazón de Seokjin.

–Seokjin, hola – respondió Jeon, haciendo el vano intento de limpiar sus lágrimas –. No pensé que vivieras por aquí.

Jungkook notó que Seokjin se encontraba en un estado parecido al suyo, con su rostro colorado y unas marcas de lágrimas surcar sus mejillas.

Life in color | Jinkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora