Kim Junmyeon es un hombre que ha hecho de su trabajo su vida entera, convirtiéndose en la persona más gruñona, quisquillosa, irritante y mandona que puede existir, o bueno eso es lo que piensa Oh Sehun que como su asistente personal tiene que seguir...
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Aquella es una mansión, Junmyeon esta completamente seguro de que lo es, ¿cómo no lo va a ser con un demonio?, si aquella casa de seguro tiene muchas más habitaciones de las que son estrictamente necesarias, si hasta a donde tiene por entendido, aquella familia solo cuenta con cuatro felices y muy malditamente ricos integrantes, ¡NO ES NECESARIA UNA CASA CON MAS DE TREINTA VENTANALES! ¡oh bueno! puede que este exagerando solo un poco, sin embargo, aquella exquisita fachada con decoraciones de madera rustica de un excelente gusto, tan cálida con delicados labrados en complicadas formas eran dignos de ser admirados y contemplados con fascinación. Es ridículo, esta no es una historia barata con un candente Lee Mi Ho y su escultural presencia.
La decoración era exquisita en más de una forma, el cuidado del césped con solo unos cinco centímetros de altura era todo exactamente igual, como un costoso club de golf. El verde tan vibrante y colorido le hizo pensar cuanta agua era necesaria para poder mantener aquella tonalidad, la única explicación lógica que lograba pensar era que aquella agua era tomada del lago de enormes extensiones al que tuvo que atravesar en un artilugio del demonio que se hacia llamar lancha. Y odiaba justamente esto de el, cuando esta nervioso tiende a irse por las ramas y pensar boludez y media.
— ¿Quién demonios eres, Oh sehun?— musitó.
Sus pensamientos salieron por su boca sin que él tuviera la intensión de que fuera de esa manera y de forma vergonzosa sus palabras fueron escuchadas por la abuela de su subordinado, el gran sonrojo en sus pálidas mejillas se hizo mucho más notorio. Genial, ahora la señora de tercera edad creía que era un interesado, ¡señora, a Junmyeon le importa una mierda el dinero!¡Y también su nieto!.
Al bajar de la lancha fue una bendición para sus pies y de paso su vida, estar a bordo de esa cosa del infierno que se balanceaba sin control en medio de un enorme largo con extensiones desconocidas y profundidad más que aterradora llena de criaturas a las que no quería conocer y temperatura para morir de hipotermia. Fueron los veinte minutos más largos de su vida, sin duda.
Otra osadía que se tuvo que enfrentar fue arrastrar su equipaje colina arriba, sin embargo, su asombro por el hermoso paisaje tan pintoresco y frío mezclado con la enorme duda de quién demonios era su subordinado le hicieron olvidar los kilos de trajes de etiqueta, zapatos italianos y mas baratijas en un santiamén. La señora Oh junto a su suegra se adelantaron varios pasos para llegar a su hogar mientras Sehun con las manos entrelazadas cual maestro en un día de examen se quedaba más atrás junto a un Junmyeon con mejillas sonrojadas por el esfuerzo
— Me dijiste que eras pobre — murmuro Junmyeon con dientes apretados y rabia dirigida al más alto.
— Jamas dije que lo fuera— respondió este con tranquilidad.
— No mencionaste que eras rico— contraatacó.
—Yo no soy rico, mis padres son ricos— esquivo el ataque con maestría, años de practica.
