Everlasting

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–«El universo de Sword Art Online y sus personajes no me pertenece sino a Kawahara Reki y A-1 Pictures. Los utilizo únicamente con el fin de entretener.»

El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.

—Gustavo Adolfo Bécquer.

-O-

Aunque quisiera, no podría olvidar el primer día.

Cuando cierra los ojos, y los recuerdos escapan a borbotones de su memoria, la punzante y dolorosa necesidad de arrancarse los cabellos es tanta, que no importa cuántas lágrimas derrame en el proceso de su penosa autocompasión, no será suficiente para acallar el dolor que se pasea en su corazón, de manera impune y escandalosa.

Y entonces, todos los pensamientos son acallados por el recuerdo efímero de una sonrisa; inmaculada, tranquila, llena de un sentimiento de paz tan satisfactorio que Kazuto se pregunta si no está soñando.

Pero ella le sigue sonriendo, sin importar los demonios en su cabeza. Y Kazuto no puede sino amarla un poquito más.

Como si eso fuera posible.

-O-

Kazuto la observa sumido en el más pacífico de los silencios, pues no necesita nada más que esos minutos a su lado. Ella se siente observada por fin, y deja por un momento el libro ilustrado que sostiene en sus manos, curiosa por la repentina atención.

No es nada, sigue leyendo—Kazuto hace señas con sus manos y le sonríe, esperando que ella se distraiga pronto. Lo que, en efecto, sucede, y es cuando todo vuelve a ser normal.

Kazuto nunca ha escuchado su voz, ni ella la suya. Pero Kazuto no lo necesita, no para saber con certeza que, si llegara a hacerlo, sería igual de hermosa que toda ella, que toda Asuna.

-O-

A ella le gusta el té con sabor a cerezas, eso se lo ha aprendido con el tiempo.

Kazuto sigue los pasos de la preparación religiosamente, pero no puede contener los dedos temblorosos de la emoción mientras los minutos van pasando y se da cuenta de que pronto ella estará aquí.

Y eso lo hace tan feliz que siente que explotará de la emoción.

Entonces, escucha como la puerta se abre y se gira nervioso, esperando verla. Pero los ojos fríos que lo reciben en la entrada no son los ambarinos brillantes de ella, y un sexto sentido que emerge de repente le insta a protegerse.

—¿Kazuto? —el extraño parece conocerlo— Así que de verdad estás aquí. Deja de perder el tiempo con la chica sorda y ven con nosotros de una vez, tengo trabajos que quiero que hagas, ¿sabías?

—No volveré, Kibaou-san, puedes retirarte. —Los matices oscuros de su voz glacial le sorprenden incluso a él, quien mantiene su cara de póker esperando intimidar al extraño.

—No sé lo que esperas lograr con ella, niñato —el hombre, conocido como Kibaou dio un paso amenazante—, pero a mí no me hablarás en ese tono, ¿de acuerdo? Recuerda lo que eres, un insignificante insecto con ojos de pez muerto —lo tomó del cuello de la camisa y lo tiró al piso—. Conoce tu lugar, escoria

Ante el silencio de chico de ojos color plata, el intruso no hizo más que darle una patada en la cara e irse como si nada, no sin antes romper una de las tazas del juego de la tetera.

Aún así, Kazuto no se movió, hasta que los ojos llorosos de color ambarino aparecieron por la puerta, gesticulando disculpas mientras los sollozos se le escapaban de su garganta.

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