Noches frías, en compañía de la soledad y un sentimiento extraño que no es fácil de expresar, letras y un contexto perdidos en el sin sabor del tiempo y lo fatídico de la realidad.
Así se siente un ser que en el día llega al cenit del brillo y en la noche recuerda lo más sencillo del ser humano y su carrera por las emociones y dísvarios del ser.
Nuevamente sentado en la silla del deseo acompañado de ese vacío que late cada vez que pienso en rozar esa delgada línea del bien y el mal.
Riesgos, placeres y muchas aventuras que atraviesan la mente guiados por una sonrisa y unos labios tentadores, sera que nuevamente estaré condenado a ese espacio oscuro lleno de momentos mágicos, donde el ser se complementa con el suyo aunque la incertidumbre del futuro queda inmerso en otra persona.