Te encontré

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Bruce Wayne secó las lágrimas que resbalaban por sus mejillas hasta su barbilla, ahogó un último sollozo y pasó su antebrazo por sus ojos, humedeciendo su costoso saco color beige. Se encontraba en la pequeña casita construida exclusivamente para él en el patio de la mansión, solo, sus únicos acompañantes eran los hermosos y brillantes faroles que adornaban la puesta de sol; su padre se encontraba trabajando en su candidatura, su madre estaba apoyándolo, la compañía de las mucamas comenzaba a parecerle molesta y Alfred Pennyworth no estaba siempre disponible para pasar tiempo con él.

Entendía que sus padres estuvieran ocupados pero eso no quería decir que no se sentía solo, la mayoría de las veces le gustaba pensar que era todo un hombre maduro e independiente a pesar de tratarse de un niño; pero había ocasiones en la que la realidad lo golpeaba de repente y se daba cuenta de que la mayor parte del día siempre estaba solo, estudiaba en casa por lo que no conocía a ningún niño de su edad y técnicamente, su único amigo era Alfred, el hombre le demostró que no importaba trabajar para sus padres, él lo quería mucho. A pesar de ello, en ocasiones pensaba en la abrumadora soledad que lo rodeaba a su corta edad y si las personas a quienes les importaba eran pocas, ¿Cuántas serían en un futuro? ¿A caso ya no existiría nadie que se preocupara con él?

Eso lo asustaba mucho y anhelaba poder platicarlo con sus padres, pero éstos estaban más ocupados que nunca y siempre que se daba la oportunidad de hablar con ellos, se retractaba, Thomas Wayne siempre le decía que se comportara como un hombre y asumiera responsabilidades, por lo que se esmeró en ello y adquirió bastante madurez para su edad; y también, dejó de sonreír al no experimentar sensaciones llenas de adrenalina y diversión. Su vida era aburrida y opaca; y ese era un pensamiento que no podía irse de su mente por más que lo intentara.

Se sentó sobre el suelo de madera y abrazó sus rodillas, ocultando su rostro entre éstas. Su mayordomo le había sugerido quedarse en la mansión, pero Bruce prefería estar en un lugar más pequeño y estrecho, así no se sentiría tan solo; elevó la mirada intentando encontrar algo con que entretenerse, pero nuevamente, todo era oscuro y silencioso. Era un estilo de vida al cual debía adaptarse de una vez por todas, pensó en ir a su habitación, después de todo no sucedería nada divertido.

Pero se equivocó. Esta vez si sucedió algo fuera de lo común.

Escuchó un tarareo a unos pocos metros de distancia, el pequeño se levantó del suelo y miró hacia el exterior de la reja, en su casa nadie tarareaba a no ser que fuera música clásica, por lo que debía de ser alguien de afuera. Efectivamente, un hombre de apariencia desaliñada (Cosa que le daba una imagen de un hombre con más edad) cabello ligeramente largo, excesivamente delgado y unos ojos tristes, caminaba en directo a la entrada de la mansión. Bruce se quedó en silencio mirando a aquel sujeto.

Pero éste volteó y se percató de su presencia, fue testigo de cómo sus labios se elevaban en una suave sonrisa, posteriormente se agachó y cuando se enderezó, una nariz roja de payaso se encontraba en su rostro. Se sentía confundido, ¿Acaso iba a contar algún chiste o realizaría una presentación?

El hombre hizo un gesto con la mano, indicándole que se acercara. Sus padres siempre le han dicho que no hable con extraños, pero por esta ocasión Bruce quiso omitir esa regla; como bien dicen, la curiosidad mató al gato. Se deslizó por el tubo de la casita y caminó hacia el portón, se colocó frente a aquel hombre. Lo único que los separaba ahora era esa reja color negra.

El extraño sacó una típica varita de magia que usan los magos en sus presentaciones, una amplia sonrisa adornó su rostro y comenzó a bailar con gracia; el descendiente de los Wayne se limitaba a observarlo seriamente pero con mucha atención a cada uno de sus movimientos. El adulto movió la varita como si quisiera hacer un hechizo pero esbozó una mueca al ver que nada sucedía y observó de una forma exageradamente curiosa al artefacto en sus manos; posteriormente le extendió la varita por el espacio que había entre las rejas, con la intención de que la tomara. Sus padres también le dijeron que no acepte cosas de personas ajenas, otra regla rota para agregar a la lista.

Te encontré [Batman x Joker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora