Ace of Batons

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— Bienvenido a Æsir.

Aquello fue lo que varias personas en un celeste uniforme militar exclamaron a la par, junto a un saludo muy cargado. Tras recoger mis documentos y mi equipaje, crucé los ruidosos portones de acero que se abrieron para mí. Había enredaderas y plantas tanto por esas gigantes puertas como por las vallas de aquel lugar, tanta vegetación que no se podía ver al otro lado.

Nada más pasar y esperar a que detrás mía cerraran el camino, me encontré en un silencio bastante curioso. No era incómodo pero sí desconcertante. Ya con la vista al frente, delante de mí había una extensa explanada con más vegetación, sobretodo arbustos y flores de colores, juntas para formar patrones muy estéticos. Los arbustos estaban cuidados a la perfección, probablemente por una legión de jardineros que si alguien me dijera que podan cada par de horas, me lo creería. El perímetro del terreno dentro de las vallas, según sé, debía ser aproximadamente de kilómetro y medio por otro kilómetro y medio, un cuadrado casi perfecto. Empecé a caminar tranquilamente hacia delante mientras observaba todo. Desde donde me encontraba se alcanzaban a ver una gran cantidad de edificios, la mayoría pudiendo suponer para qué sirven, aunque otros mi imaginación no da abasto para comprender su función.

Hacía bastante sol, caminar desde allí al edificio central cargando con dos maletas llenas de cosas iba a ser una tarea difícil.

Suspiré y sonreí.

—¡Estoy tan emocionado! —Acabé por gritar dejando las maletas en el suelo y estirando el cuerpo poniéndome de puntillas.

Dejémonos de gilipolleces y vayamos al grano. Si vine a la academia es porque no tengo ni tenía ni tendré dónde caerme muerto y quiero asegurarme un futuro donde tenga el sueldo suficiente para irme de fiesta día sí y día también. Es complicado teniendo en cuenta que solo hay niños con habilidades y probablemente todos más inteligentes que cualquier subnormal que haya conocido yo en mi vida. No pasa nada, uno se puede divertir de mientras, perfectamente además. 

Volví a coger las maletas y me puse en camino hacia el edificio central, quería llegar ya y soltar toda la mierda que llevaba encima en una habitación o algo. 

¡La academia es de lo mejorcito! ¡Voy a pasármelo en grande!  Eso pensé. Pobre de mi, qué equivocado estaba.

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Una empleada me guió hacia el edificio de habitaciones una vez llegué a la central y pregunté donde ponía "Informaciones", sitio que por cierto me costó encontrar, los carteles e indicaciones esos, o están hechos como la pura mierda o solo los descifra un ingeniero astroespacial de esos.

Bueno, retomando el tema. Nada más llegar, vi el tremendo cuchitril en el que me habían metido, semejante asco de sitio, si parecía que lo construyeron hace más de cincuenta años, no hace nada y menos. Las paredes del exterior se notaba que hace tiempo tuvieron un color... ¿Cómo se llama..? ¿Beich? Me habéis entendido seguro, el caso es que ahora son muy negras esas paredes. En cuanto a la altura, tres pisos, ni más ni menos, y dada la anchura y la cantidad de ventanas, daba para que allí viva diez personas en habitaciones separadas. 

Voy a morir en ese edificio, lo tengo demasiado claro.

—¿Necesita algo, señor? —Me preguntó aquella guía con una pequeña sonrisa en su boca.

—Como necesitar, no diría que necesite algo, pero... ¿Tengo que vivir en este sitio? ¿En serio? —Le pregunté, aún sabiendo la respuesta, claro.

—Me temo que este será su lugar de residencia hasta nuevo aviso. Disculpe las molestias. —Respondió ella con una inútil disculpa, no me soluciona nada. —Aunque si le sirve de consuelo, las habitaciones están en mejor estado que lo que está viendo en el exterior.

—Supongo que algo sí que me consuela, ya que no tengo más remedio que aceptar y ya. Bueno, vamos. —Terminé la conversación y avancé hacia el interior.

Lo cierto es que los pasillos no eran tan puta mierda como creía que serían, me imaginé un edificio en ruinas a punto de desmoronarse. Las escaleras aunque sucias eran aceptables, al menos no estaban apenas rotas.

Una vez delante de la habitación, esa mujer me extendió la llave con el número de habitación, uno que estaba encima del marco de la puerta pero no se veía por la mugre

—Esta es, la número siete. Asegúrese de no perder la llave, hacer otra lleva su tiempo y eso podría implicar que ese día en concreto deba dormir en el exterior o en la habitación de un amigo. —Mencionó ella, todo con una sonrisa, como si no me acabara de decir que duermo en la puta calle si pierdo la llave. —Ah, además, debo informarle que debe estar en la zona Benesnatch, en su correspondiente aula, dentro de dos horas a las seis de la tarde. Por favor sea puntual, es muy importante para desarrollar su formación en Æsir.

—¿Benes- qué? Si esperáis que encuentre eso después de haberme perdido al buscar ayuda, la lleváis clara.

—Benesnatch es la zona del campus dedicada a las clases y actividades de estudio. Pregunte en información si se pierde, parece que ya sabe dónde está. —Dicho lo último, reverenció un poco y se marchó a paso lento pero constante. Qué mal me cae la administración del lugar, primero me meten en ese lugar y después ni descansar me dejaron.

Y ya me eché una siesta hasta esa hora. Qué sueño tenía.

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