Los primeros rayos mañaneros se hacían presentes por el horizonte, sobre el enorme muro al que tenían prohibido acercarse. Los pequeños niños de aquella casa dormían plácidamente en sus colchones, ajenos al fenómeno natural diario frente a ellos.
Todos menos uno.
Un par de ojos amatista miraban con ansias el sol asomarse por la ventana, casi aguardando a que algo pasase.
La niña de larga trenza azabache recostó sus brazos sobre los extremos de la ventana, decepcionandose con la larga espera que estaba teniendo. Suspiró con pesadez mientras veía a una mamá pájaro alimentar a sus crías en el nido del árbol más cercano a la casa.
Se deleitó con amargura con el suave canto de las criaturas emplumadas, tarareando alguna canción en su mente.
—Creo que hoy no pasará —murmuró con decepción y se acercó a su cama, dispuesta a continuar su sueño que ella misma interrumpió.
Detuvo sus pies descalzos a unos escasos centímetros de su cama al escuchar una melodía desde fuera de la casa. Con emoción genuina, se acercó al ventanal nuevamente y se dejó llevar con el bello ritmo de la canción.
Trató de memorizar la letra mientras tarareaba lo que se suponía que seguía. Hace tanto que llevaba escuchándola y aún no podía seguirla a la perfección.
Ni siquiera sabía de quien era aquella melodiosa voz, pero se enbelesaba escuchando esa dulce melodía.
Porque a Isabella le encantan las cosas dulces, y para ella, esa voz era la más dulce que había escuchado.
.
.—¡El desayuno está servido! —anunció una de sus hermanas pequeñas. Isabella se levantó de un salto de su cama, dispuesta a encontrarse con su mejor amigo y contarle lo que había escuchado esa mañana.
Como todas las mañanas anteriores.
Entró al enorme comedor repleto de niños jugando o hablando entre ellos. Sus púrpuras pupilas se giraron hacia un delgado niño acomodando los platos en una de las mesas. Isabella se escabulló silenciosamente hacia él para darle un enorme susto.
—¡Hola, Leslie! —el nombrado dio un pequeño salto en su lugar, casi tirando los platos que traía en sus pequeñas manos. Se giró hacia la azabache con las mejillas coloradas, y ella soltó una pequeña risa al ver su rostro nervioso.
—Me asustaste —confirmó lo que Isabella tenía planeado hacer —. Hola.
—Hola —le devolvió el saludo desviando la mirada.
Se quedaron unos segundos en silencio, sin saber exactamente que decir o como comenzar una conversación interesante.
—¡Isabella, comamos juntas! —el ambiente incómodo se rompió por el tierno grito de una de sus pequeñas hermanitas. Ambos se giraron a verla con una dulce sonrisa en sus labios —¡Tu también, Leslie!
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Dulces Melodías『TPN』
Fanfiction「ONE-SHOT」 A Isabella le encantan las cosas dulces, y aquel canto que escucha todas la madrugadas desde el ventanal de su recamara, le parece lo más dulce que había escuchado alguna vez.