ᴊᴏʜɴ

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John Deacon, es un chico tímido, trabajador, celoso, fantasioso, duro, atractivo. Es un chico... Peculiar, sus gustos son bastante peculiares.

Pero,¿que se espera de un chico millonario? Todos sabemos que los chicos millonarios siempre suelen tener sus oscuros secretos, y bueno, John tiene un extraño complejo, tiene la fantasía de tener a alguien a quien pueda llamarle bebé, prácticamente ser como un padre, una imagen paterna, aún no encontraba a nadie que soportará sus gustos.

Así que sin mucho que hacer, cuando recién llegó su cumpleaños 25 fue a un bar gay, por que sí, ese chico tan adorable y sexy al mismo puto tiempo era gay, y de gustos refinados, tenía que ser alguien totalmente especial para gustarle.

A ese bar había ido un par de veces, y de por sí era un lugar bastante transcurrido por la comunidad LGBT. Le daba igual si lo reconocían, mejor para él, aunque fuese por interés, quería amar a alguien y recibir igualmente amor. Siempre había sido un chico bastante duro al hablar del sexo, le encantaba. Tenía una ligera obsesión con el alcohol, y algunas fantasías, pero no sé quejaba. Le gusta ser así.

Era millonario, tenía todo literalmente, siendo joven ya tenía siete casas alrededor del mundo, era medianamente feliz. Le hacía falta alguien. Y su búsqueda estuvo basada en eso, por lo que su visita al bar había sido con propósito, al ser alfa sabía que cuando alguien le atraía se ponía un tanto difícil. Miraba a todos los prostitutos presentes, pero ninguno le gustaba del todo. Así que solamente busco a el que fuese el más pedido en el lugar.

Y así fue, sus gustos eran distintos a los demás, sus fetiches, adicciones y secretos eran algo asombroso. Su casa y el contenían miles de secretos, había miles de cosas en su casa que usaría cuando pudiese tener una pareja a la cual llamarle bebé.

Prácticamente tener un "hijo" con quien coge día y noche. Es adicto al sexo salvaje, depende bastante su humor, cuando está molesto suelen ser los momentos más románticos, cuando está cansado son los más lentos.

Lo demás momentos prácticamente eran diferentes, pero siempre se empeñaba a dar amor y a recibir. Era casi un trato medianamente justo.

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