Capitulo 4: Fuera mascaras

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La noche de la fiesta fue una locura total, casi no me acuerdo de nada, solo que Micaela se fue con Luis para quien sabe donde, y que yo termine en el baño de damas teniendo sexo con Carla.

Como era de esperarse, Micaela volvió a la fiesta a pasar por mí para luego irnos a casa. Cuando ella llego yo estaba tirado en la mesa todo cansado por todo ese sexo apasionadamente alcoholizado cuando desperté y la vi, me sentí mal por que era la primera vez que me veía en tal fase por suerte Juan se ofreció a llevarnos en el carro de su padre.

Durante el camino, Juan entablo una conversación con Micaela.

 

-         ¿Le vas a seguir haciendo esto?

 

-          ¿De que hablas Juan?

 

-         Tu bien sabes de hablo Micaela, ya no sigas con este juego le estas haciendo

 

-         daño al muchacho.

 

-         ¿Daño? ¿De que daño me estas hablando?

 

-         Ahora te haces la estupida tu sabes bien de que hablo.

 

-         Mira Juan, si tu no puedes hablarme claro mejor dejemos esta vaina.

Juan por algún motivo no siguió hablando, el resto del camino lo pasaron mudos los dos, hasta llegar a casa de Micaela.

Luego procedió a llevarme pero antes se detuvo para sacarme del auto antes que vomitara el asiento. Cuando llegamos a mi casa, Juan me ayudo a entrar, me llevo a mi habitación y cuando se aseguro de que estaba bien, se marcho.

Pasaron unos cuantos días para ser exacto mes y medio. Micaela y yo seguíamos con la falsa relación solo para ayudarla a que se pudiera ver con Luís, pero lo que ella no sabia era que las cosas habían variado un poco, no solo ella tenia con quien entretenerse. Carla, la chica con la que tuve sexo la noche de la fiesta, me había tomado cierto interés después de esa noche, a decir verdad no se por que, pero cada vez que salía con Micaela, que eso era dos o tres veces a la semana, ya que en su casa me tenían mucha confianza, Carla frecuentaba mi casa justo después de yo haber dejado a Micaela en la suya.

Y si, yo seguía acostándome con Carla, a escondidas de ella, pero para serles sincero me sentía como que le era infiel a mi querida Micaela. Realmente me molestaba ver a Micaela con Luís, ese tipo me irritaba en maneras que para ser sincero creí que no podía sentir.

Y lo que más me molestaba es que el muchacho ese era un niño perfecto, no solo era un chico bien parecido, sino que también era educado y amigable hasta intento acercarse a mí, pero no lo soporto y mi odio hacia él es más grande, por que ella lo ama y se entrego a él.

Eso era suficiente motivación para seguir acostándome con Carla, se que suena a excusa barata, pero cada vez que estaba con Carla me imaginaba a Micaela y le decía cientos de groserías mientras la penetraba, al parecer a Carla le encantaba, no quiero ser tan explicito pero ella mojaba como loca cuando la trataba como su fama la precedía.

A decir verdad, hubo un tiempo en que disfrutaba sin necesidad de esa “motivación” los encuentros sexuales con la que se convirtió en paño de lágrimas tanto mió como de mi miembro. Pero sabia que las cosas iban a cambiar ya que Carla comenzaba a querer mas poder sobre mi que el que tenia mientras teníamos sexo, ella quería sentirse mas como mi mujer y menos como el objeto de desahogo mió.

Y todo acabo cuando una tarde del miércoles. Yo estaba empacando mi ropa para mi mudanza a la capital, ya que, me iba a estudiar en la universidad pero cuando escuche que tocaron la puerta principal de mi casa tuve un mal presentimiento.

Baje las escaleras revise por la ventana y vi el auto del padre de Micaela al principio creí que había pasado algo grave, pero cuando abrí la puerta y vi a Micaela me alivié pero ese alivio no duro mucho por que justo después de abrir la puerta recibí tremenda bofetada de manos de la mujer que amo.

-         Eres un perro.

-         Pero ¿yo que hice?

-         Y para colmo tienes el descaro de hacerte el ignorante.

-         Mica ¿Por qué me pegaste? Dime porque yo como que no acabo de entender el….

-         Me engañaste, yo creí que me querías que lo de nosotros era algo especial.

Hay fue donde mi cerebro despertó, creo que la bofetada de Micaela desconecto algo en mi cabeza, pero aun no estaba seguro de lo que ella estaba hablando.

-         Como pudiste engañarme, y para colmo con Carla. Ella decía esto con lágrimas en sus ojos.

-         Aaah  ella no significa nada para mi amor.

-         A si…(Carla entra repentinamente en la conversación)

Y otra vez me abofetean, a decir verdad golpearme en la cara se volvió un deporte famoso que les parecía bien entretenido a los vecinos por que todos estaban bien pendientes a quien me golpearía después.

-         Entonces, ¿yo no represento nada para ti?

-         Carla yo………

Ella no espero mi respuesta y se fue mientras Micaela, a quien no queria responderle ninguna pregunta, estaba todavía en frente mio.

-         Nathan esto termino, no seré tu plato de segunda mesa ni me prestare para tus jueguitos terminamos no quiero volver a saber de ti JAMAS!!!

Todavía no cabe en mi cabeza como alguien puede hablar de jugar con los sentimientos de una persona, cuando ellos han estado jugando con uno todo este tiempo. Pero así fue como todo termino, la familia de Micaela me veía como el perro Nathan  su padre ni me miraba a los ojos cuando pasaba por la casa, y ni hablar de Carla, esa desapareció ese día y no volví a saber de ella.

Días después me entero de que Luís fue a pedir la mano de Micaela y que ya era oficial su relación, ya pueden imaginar lo que sentí y me tuve que tragar todo ese dolor yo solito ya que, por mi estupidez o por la jugada estratégica de alguien mas, me quede como un buen dicho dominicano dice “sin pito y sin flauta”

Gracias a Dios que al otro día me fui para la capital, con una amargura del tamaño de un dinosaurio sabiendo que perdí a la mujer de mi vida y a la mujer que me daba vida.

El Paño de LagrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora