Job

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Bakugou Katsuki era un omega que quería dinero. Como era muy orgulloso, pedirle efectivo a la bruja que tenía por madre quedaba completamente descartado, y su padre tampoco era opción. Si quería tener dinero, debía trabajar.

El problema era que conseguir empleo –más considerando el hecho de que estudiaba y era omega– era extremadamente difícil. Había dejado ya unas solicitudes en unos cuantos lugares pero ninguno le había llamado.

– Menuda mierda – Murmuró mientras caminaba en busca de algún otro lugar donde dejar la última solicitud de empleo ese día.

Ya había evaluado sus opciones, y honestamente todas eran un asco. Ayudante de cocina, vendedor de tienda de ropas, empleado en un arcade y trabajador de cine.

No eran malas opciones, pero –repito– ninguno le había llamado. Además, las horas eran demasiadas en comparación con la paga, y la mayoría tenían horarios muy complicados para un estudiante de universidad.

Lo único que le quedaba era regresar a casa y soportar las burlas de su vieja hasta que se dignara a darle algo de efectivo después de hacer unas tareas –horriblemente– difíciles.

– ¿Problemas para buscar trabajo siendo omega y estudiante?

¿Qué mierda? – Dijo al escuchar lo que las televisiones del mostrador de la tienda de electrónicos tenía qué decirle.

¡Entonces estás en el comercial indicado! ¡¿Qué tal?, futuro empleado! ¡En Bunny World tenemos de todo para la comodidad y diversión de nuestros trabajadores! ¡Solo envía tu solicitud a este correo electrónico o llama al número que ves en pantalla!

Bakugou tomó una foto para tener la información en su celular. No estaba de más tener una opción extra en su búsqueda de trabajo.

– ¡Sé parte de nuestro equipo! ¡Te esperamos!

– ¡Sé parte de nuestro equipo! ¡Te esperamos!

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Fue mala idea ir.

Ya sabía en lo que se metía, pero verlo con sus propios ojos era algo diferente.

Bunny World, era lo más parecido a un club Playboy en Estados Unidos. Los trabajadores eran mayores de edad, la mayoría omegas al ser meseros, y todos usaban conjuntos de conejito en tonos pasteles.

Katsuki suspiró. No, definitivamente no iba a quedarse en ese empleo. Pero era el único que lo había llamado así que saber de qué trataba no estaba de más.

Solo haría la estúpida entrevista, luego se despediría y no volvería a ese lugar jamás.

– Bakugou Katsuki.

– Aquí – Respondió ante el llamado.

– Adelante; el dueño lo espera en su oficina.

Caminó un poco nervioso por dentro, abriendo la puerta donde la que parecía ser la secretaria le había indicado. Adentro se encontró con un hombre alfa de edad avanzada, aunque no tan viejo. Debería tener un poco más de 50 años, puesto que se le veían arrugas y canas.

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