Führer.

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« Cuartel de Operaciones, Berlín. Septiembre de 1939. »

       ❝Señor, tengo los planos para Auschwitz, como los ha pedido. Los mugg— Erh... Los trabajadores están listos para comenzar, será exactamente como lo planeamos y 'ellos' no tienen idea... ❞

El hombre que miraba por la ventana con cierto desdén escuchaba las palabras dichas por el capitán, ambos tenían sus uniformes, y parecían militares normales, pero debajo de aquella fachada se escondía el odio contenido en la escena de un poderoso mago sin remordimientos y su secuaz.

El mismo odio que logró infiltrarle en el ejercito bajo la mascara de un militar de alto rango, el mismo odio con el que miraba a cada una de las tropas a su disposición fuera del cuartel Nazi.

      ❝Señor...❞

Habló el secuaz con cierto temor de que la mirada tranquila y superior se posara sobre él, cosa que no alcanzó a ocurrir.

      ❝Míralos, son capaces de traicionarse los unos a los otros, destruirse a si mismos creyéndose superiores por tener armas, por tener bombas... Pero son todos inferiores... ❞

El secuaz esperó a que su señor terminara la idea, pero el silencio inundó la oficina por un momento que tuvo al pobre mago con los nervios de punta. Sabía que nada podía salir mal, porque si algo lo hacía, el Mago disfrazado de militar empoderado podría descargar su rabia sobre él y el resto de los secuaces.

De pronto, la voz grave y tranquila volvió al hombre que giro en un movimiento silencioso para mirar al hombre de menor rango, dirigiéndose a él sin perder su aire calmado.

      ❝ ¿A cuantas personas abarcará el campo? ❞

      ❝ Uhm... 400.000 cuerpos aproximadamente, Señor. ❞

El hombre observó a su secuaz con una sonrisa muy tenue en sus labios que resaltaba notoriamente el bigote característico en su rostro.

      ❝ Perfecto... ❞

Murmuró con satisfacción, uniendo sus manos en su espalda.

      ❝ Haz hecho bien, Abernathy. Puedes retirarte. ❞

El secuaz sonrió orgulloso y le dedicó una pequeña inclinación de su cabeza antes de acercarse a la puerta de la oficina, pero el militar le detuvo.

      ❝ Oh y... ¿Abernathy? ❞

La sangre en el cuerpo del menor que estaba a punto de cruzar las puertas se volvió helada por un momento, giró su rostro para observar al contrario.

      ❝ ¿Señor...? ❞

Relamió sus labios algo nervioso en los segundos que el militar tardaba en responder.

      ❝ Mientras llevamos el plan a cabo, tú y los demás deberíais llamarme por el título muggle. ❞

Un suspiro de alivio alcanzó a escapar se los labios del hombre que tomó la manilla de la puerta, esa vez sin titubear se dirigió una ultima vez al Mago para despedirse.

       ❝ Así lo haremos, Fürher... ❞

                      ━━━⊰✎⊱━━━

« Oficina del Ministro de Magia, Londres. Octubre de 1940. »

      ❝ ¿A qué te refieres exactamente con que hay magos infiltrados en el bando de los Nazis? ❞

La voz del Ministro se había elevado lo suficiente para que los Aurores frente a él, estuvieran seguros de que estaba gritando. Aaron Pebblesmith había sido ministro de magia apenas por dos meses. Luego de todo el embrollo con Grindelwald estuviera tranquilo, tomando en cuenta que el mago había desaparecido del mapa por los últimos siete años, no esperaba que hubieran problemas en sus primeros meses como Ministro.

Pero claramente, el universo no lo veía así.
Los aurores habían entrado nerviosos esa mañana, diciendo que la noche anterior habían atrapado a un mago que había estado atemorizando una familia Muggle. Aquello no era raro, varios magos y brujas tomaron la opción de aprovechar la guerra para hacer de las suyas. La diferencia en ese caso particular, era la vestimenta del mago.

Era un mago joven, pero el traje militar que lucía la insignia del grupo Nazi le quedaba como hecho a la medida. Cuando los aurores se los llevaron a la Oficina de Aurores en Berlín, lograron sacarle información que apenas y podía llamarse "útil".

Vociferaba casi con locura que no era el único, que tenía un ejercito detrás y que el Fürher tenía la magia más poderosa de todas, que iba a poner a los muggles unos contra otros hasta su exterminación y que los siguientes serían los magos y brujas traidores.

El ministro Pebblesmith estaba boquiabierto aún esperando una respuesta de los hombres frente a él, su rostro reflejaba una mezcla de pánico y miedo, que fuera de contexto se habría visto muy cómica.

      ❝ Señor Ministro... Creemos que Grindelwald está manipulando al líder del movimiento nazi, los demás Ministerios y Aurores alrededor de mundo están siendo informados, tenemos que actuar antes de que...❞

      ❝ No. ❞

Le cortó el hombre regordete, bajando la vista un momento. Guardando silencio mientras les observaba.

      ❝ Dices que este mago era... Joven. Seguramente... Seguramente es un salido del Hospital Mágico Alemán. Un caso aislado, ¿No? ❞

Los aurores se miraron el uno al otro un momento, algo confusos, volviendo la vista al Ministro, uno de ellos habló.

      ❝ Ministro Pebblesmith, no creo que entienda la gravedad de la situación. Necesitamos avisar a la comunidad mágica, buscar refuerzos, unir fuerzas con los departamentos internacionales... ❞

      ❝ ¡Nada de eso! Mi tiempo apenas y ha comenzado, no dejaré que sea arruinado por una posible infiltración de un solo mago joven y estúpido. ¿Qué importa si es seguidor de Grindelwald? El tipo no se ha aparecido en muchos años, ¿Creen ahora que él planeó toda la guerra? No... ¡No! ❞

El hombre parecía decidido a negar todo lo que tuviera que ver con problemas a su cargo, lo que ponía a los aurores en una posición bastante frustrada.

      ❝ Si no va a hacer algo al respecto, Londres dejará de ser un lugar seguro. Pero algunos de nosotros tenemos algo más que proteger que solo nuestro ego y vamos a pelear por ello. ❞

Dicho esto, uno de los aurores salió molesto de la oficina de Pebblesmith, mientras el otro se quedó en silencio por un momento.

El ministro arregló sus gafas y suspiró, sentándose en su silla reclinable.

      ❝ Señor Ministro, pido permiso para incrementar la seguridad en la ciudad... Para evitar que los... Magos que simpaticen con las  prácticas de exterminio saquen ideas. ❞

El hombre no le miraba directamente, sus dedos acariciaban sus sienes y suspiraba cansadamente.

      ❝ Aumenten los reclutamientos para Aurores, salgan más a la calle, que la gente sepa que no hay una guerra mágica ocurriendo en Londres. ¿Me oyes? Nadie... Nadie debe siquiera pensar que hay guerra en el Londres Mágico. ❞

                      ━━━⊰✎⊱━━━

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