Prologo

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Siglo XIX.

Anne Adam, una chica de tan solo 15 años, criada en un hogar católico y educada en el convento de Dominicas Franciscanas. A pesar de esto, siempre ha sido un alma libre y aventurera. Es alguien que vive en sus novelas de aventuras, sus sirvientes la conocen por ser alguien servicial a la cual no le molesta ensuciarse las manos, las cuales son suaves aunque realiza trabajos pesados. Su cabello ondulado el cual es característico por su color rojizo, sus ojos verdes intenso con los cuales hipnotizan a cualquier hombre que los ve, su dulce y delicada voz que te hace caer en un trance placentero como el chocolate, su cuerpo delgado y su piel blanquecina, su sonrojo natural.

La volvían deseable ante los ojos de muchos hombres pero ella los rechazaba sin dificultad, ella dejaba en claro que a pesar de sus grandes propuestas (incluyendo Duques, Comerciantes,etc.) las cuales llevaban inmensas sumas de dinero por delante, no los aceptaría por eso.  Anne, solo buscaba el amor verdadero, un hombre que la hiciera sentir protegida y sobre todo amada aunque se tratara de alguien de clase baja.

Anne había decidido salir con una de sus sirvientas al mercado a comprar los vegetales, y tal vez aprovechar para comprarse un par de joyas a un buen precio. caminaban por las calles de la capital francesa, la gente iba de un lado a otro, hombres de un aspecto algo intimidante de vez en cuando la intentaban rodear pero lograba esquivarlos con una gran habilidad. Su fiel Sirvienta y amiga de aventuras, evitaba que se metiera en problemas por la curiosidad con la que Anne había nacido. Anne llena de alegría por haber salido de su gran mansión no había visto que un chico que iba con prisa venia hacia su dirección, por esta razón terminaron tropezando.

— Oye, ten mas cuidado.— dijo con fastidio el chico, mientras intentaba recoger todo lo que estaba en el piso.— Estas cosas ni tu podrías pagarlas.

— Ah, perdón joven, no era mi intención, es que no salgo mucho de casa— dijo Anne algo tímida. 

— Mírame a los ojos.— expreso con autoridad.

Anne lo hizo con algo de dificultad. Ahí lo vio, era un chico alto (aprox. 1,89), cabello castaño, ojos Azules e igual de blanco a ella.

— ¿Cual es su nombre?

— Me llamo Anne Adam.— hizo una pausa.— Soy hija del famoso comerciante Alexander Adam.

— Eres hija del socio de mi padre, veo que no mienten sobre tu belleza sobrehumana— Expreso el joven con total simplicidad.— bueno, Srta. Adam, la veré en otra ocasión.

Anne, quedo asombrada con la actitud del chico, era el primero quien no le buscaba hacer platica para ver cuanto costaba poner su mano en matrimonio. ella no sabia que el iba hacer su amor eterno, su amor verdadero, el amor que surgiría en todas las épocas que vendrían a continuación.

A través de mil vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora