Fotografiar con los ojos del alma

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La historia de la fotógrafa invidente venezolana es en la misma medida trágica y admirable. De ser una ama de casa común y corriente, y por la muerte consecutiva de sus dos hijos, Sonia Soberats fue perdiendo la visión en sus dos ojos: uno por uno.

Además de encontrarse viviendo en Nueva York, una ciudad muy distinta a su natal Caracas, Sonia Soberats se encontró sola y también invidente, afrontando una vida absolutamente desconocida para ella. Su espíritu se puso a prueba. Una prueba muy dura en la que Sonia triunfó de un modo profundamente humano e inspirador.

Poco a poco, aprendió a realizar fotografías pintando con la luz desde sus recuerdos visuales, con una técnica creada en 1889, cuando el registro fotográfico fue dado por una fuente luminosa en movimiento en ambientes de poca luz. Las escenas a ser fotografiadas son planeadas con antelación en la mente del fotógrafo y luego son dispuestos los objetos reales en correspondencia con lo previamente imaginado.

En un ambiente oscuro, tal y como sucede con su visión, la cámara mantiene el diafragma abierto a fin de capturar en el tiempo de exposición (casi tres horas) las líneas que se dibujan con fuentes lumínicas, que pueden ser desde una linterna hasta un simple fósforo.

El resultado son imágenes únicas, oníricas, surrealistas con un aire de ensueño e irrealidad. A lo mejor, así se ven los recuerdos desde la perspectiva de quien no puede ver. A lo mejor, así ve el alma.

Desde el año 2001, Sonia pertenece al colectivo "Seeing with photography" y, actualmente, ya en su avanzada tercera edad, es considerada una de los 12 fotógrafos invidentes más importantes del mundo. La historia de Sonia está repleta de aprendizajes e inspiración. Ella cumplió el sueño de joven, de ser artista y lo hizo por la necesidad de sobreponerse ante las muy dolorosas circunstancias que la vida le impuso.

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