Rise and Shine, Sweetheart

One-Shot

Atención: Nada muy explícito, relación Joker/Batman (Arthur/Bruce), con Bruce mayor, años después de los hechos de la película. Fluff, hasta que no lo es. No me odien

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A pesar de las gruesas cortinas que cubrían los ventanales de la habitación, los tercos rayos de sol de igual forma acabaron filtrándose por los costados, calentando lo suficiente el cuarto como para que Arthur notase que la fría madrugada estaba dando paso a la mañana.

Cobijado entre las suaves sábanas de la cama, se enroscó un poco más sobre sí mismo antes de soltar un bufido y resignarse a abrir los ojos. Nunca había sido una persona de mañanas, pero tampoco podía dormir demás. Era una de esas contradicciones que llenaban su vida y a la que ya estaba acostumbrado.

Desgarbado y poco grácil, se sentó en la cama manoteando las colchas para salir de la prisión del lecho, bajando los pies hacia la alfombra para estirar sus maltratadas articulaciones. Los dedos de sus pies disfrutaron de la calidez de la fibra de la alfombra por un momento antes de levantarse y caminar para abrir de una vez las cortinas, permitiendo que la mañana entrase por fin en su plenitud al cuarto. Los preciosos jardines de la mansión brillaban ante la luz del sol, el pasto y las plantas cubiertas de rocío, o quizás de haber sido regados por el jardinero.

—Ah, otra hermosa mañana en las afueras de Ciudad Gótica —suspiró complacido, haciendo gran contraste con los quejidos que se escucharon desde la cama—. Levántate y brilla, amor, porque esta ciudad maldita nos ha regalado un día más de vida.

Arthur rió ante las quejas ahogadas que le respondieron, girándose para mirar con una sonrisa el bulto en el lado opuesto de la cama que ambos compartían. Regresó y volvió a subirse para meterse entre las colchas, acercando sus manos hasta tocar su premio, aún algo dormido, pero no es como si él no tuviese la habilidad para hacerle despertar. Los resultados siempre le eran favorables.

—Arthur, es muy temprano —se quejó la voz profunda de su amante, pero él no le prestó atención, tenía una tarea más interesante entre manos.

Las quejas no tardaron en transformarse en jadeos y luego ya nadie intentó detenerle, sino que le motivó a continuar con aún más ganas. Los gruesos dedos se enredaron entre sus cabellos y tiraron un poco, solo lo suficiente para hacerle sentir el pinchazo del dolor y comprender que el control se le escapaba a su amante por culpa de su boca. Y eso le encantaba.

Cuando el agarre se volvió más firme y acabó con la garganta totalmente llena, supo que era el momento de tragar y tararear, recibiendo como recompensa un gemido animal y una carga directo a su estómago. Permitió que ese miembro aún duro abandonase la profundidad de su garganta solo para recibir un poco sobre su lengua, chupando hasta exprimir la última gota antes de mirar hacia arriba donde, aún bajo las sábanas, ese hombre joven y atractivo le miraba con los ojos nublados y el cabello revuelto post cama y post sexo. Así ¿cómo alguien podría no sonreír?

—Buenos días, Bruce —ronroneó frotando su mejilla contra el pene ablandándose de su amante—. Espero que haya sido un despertar agradable.

Las manos del otro hombre tomaron a Arthur de las mejillas, haciéndole subir por su cuerpo hasta que estuvo recostado sobre su pecho fuerte, notándose el contraste de su apariencia delgada, casi escuálida, en comparación a esos músculos. Era agradable sentirse así de rodeado de fuerza. Le hacía sentir poderoso a él, irónicamente. El pulgar de Bruce barrió por sus labios, quizás limpiando algo de su semilla en ellos, pero Arthur aprovechó para dejar un beso en la yema de su dedo, sin dejar de mirarle a los ojos, sintiendo el corazón hincharse cuando le vio sonreír.

—Todas mis despertares son agradables cuando son contigo a mi lado.

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—¿Ya te vas? —Arthur no pudo evitar algo de protesta en su pregunta, consiguiendo una ceja alzada de su amante, quien se abotonaba la camisa de pie dentro del walking closet de la habitación.