Leo
No podía dejar de toser, me faltaba el aire, ya no podía seguir llegando tarde o siempre tendría que correr al metro. Cada día era peor. Gris. Caótico. Estresante.
Estaba compitiendo contra otros siete compañeros por el único puesto disponible de la empresa donde soñaba trabajar, esta bien, no soñaba trabajar ahí precisamente, pero las oportunidades se me acababan y nunca quise ser un fracasado, el desempleo era un lujo del que no podía gozar.
Llevaba mas de tres meses trabajando sin sueldo, todo por ganarme un pequeño espacio con un salario que lo único que me permitiría era comer y pagar la cuenta, pero todo era mejor que tener que llamar pedir dinero a mis abuelos otra vez.
-Llega tarde- Me indicó una mujer de unos cincuenta años que olía a un perfumen sumamente asfixiante, mientras me entregaba una hoja y me indicaba donde sentarme.
-El Ingeniero no tarda, espere aquí por favor- Dijo la mujer con una mueca. Verla me hizo pensar en lo horrible que sería trabajar en un lugar que te aburría y tener que invertir tantas horas al día toda la vida. Pero en fin, ahí estaba yo, buscando un puesto de asalariado en una empresa de la que, a decir verdad, ni siquiera entendía muy bien.
- Buenos días- Me saludó un tipo alto en traje negro. Con solo verlo podías notar que su clase social pertenecía a los privilegiados.
-Buenos días, Ingeniero.
-Vamos al grano, necesito a alguien capacitado para el puesto, que pueda trabajar bajo presión, que maneje situaciones de conflicto, con disponibilidad de horario, Visa vigente, indispensable dominio de inglés y en lugar de causar problemas los solucione.
-Comprendo, y le aseguro ingeniero, que soy la persona indicada- Intenté decirlo con la mayor seguridad que puede.
-Lo mismo contestaron los demás. Llevas aquí un tiempo ¿no,... Leonardo?- Cuestionó mientras leía mi CV.
-Así es, tres meses.
-Bueno, quedate a prueba un mes más.
Genial, un mes mas sin dinero.
-Sí funciona, te quedas.- Dijo, mientras se levantaba.
Por malo que pareciera me sentía un poco mejor, solo debía resistir un mes más y tendría un trabajo.
Ya eran al rededor de las 4 de la tarde cuando regresé al pequeño cuarto donde vivía, solo quería dormir un rato antes de meditar como iba a sobrevivir otro mes en esa ciudad, pero esos planes tendrían que esperar. Mi novia estaba esperándome en la puerta de entrada.
-¡Hey! Hola, hermosa- Dije antes de acercarme y besarla. -¿Qué haces aquí?
-Pues viene a verte, no contestas mis mensajes y no quisiste ir con nosotros a comer.
-No es que no quisiera, pero justo ahora no puedo gastar mucho dinero, y tus amigos acostumbran a gastar en una salida lo que yo en una semana. Disculpa, pero lo que puedo ofrecerte es mi compañía.
-No estoy enojada, solo te extraño- Dijo ella mientras me abrazaba.
Norma y yo llevábamos juntos un año y medio, ella era guapa y muy agradable. Teníamos algo especial.
O eso creía yo.
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Las luces en el mar
RomancePrólogo Un día conocí a una chica que caminaba por el mundo con un corazón en la boca, cada vez que decía: música, poseía, ... amor. Se formaba un corazón en sus labios. Lo más impresionante es que ella lo sabía, y aún así, nunca lo uso contra mi...