Vamos a jugar

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Como cada tarde después de terminar de preparar la comida, iba a mi habitación a bañarme y arreglarme para cuando Jacob regresara del trabajo. Yo no trabajaba ni estudiaba, a pesar de que quería hacerlo, porque a Jacob le enfadaba la idea. Mientras me maquillaba decidí experimentar un poco con mi cabello; así que me hice un par de medias coletas altas y las amarré con unos listones color lila que combinaban con mi sudadera color morado y mis jeans negros. Cuando terminé vi por la ventana como Jacob iba llegando. Enseguida corrí al comedor, organicé todo como a él le gustaba y me senté en la mesa como siempre.

-Hola, cariño.- dije en cuanto entró al comedor. Parecía venir molesto.
-Hola...- respondió serio. Preferí no preguntar por qué su actitud, sabía que sería peor.
-Ahm...hice lasagna...tu favorita.- sonreí. Él no respondió, estaba sumergido en sus pensamientos. -¿Quieres que te sirva?- pregunté en voz baja.
-Por favor.- respondió. Le di su plato, sus cubiertos y un vaso el cuál llené con el agua de fresa que yo misma había hecho. Me serví yo también y me senté para empezar a comer. Él hizo lo mismo sin quitar su cara de molestia. Tomó su vaso, a penas si lo acercó a su boca para después aventarlo contra el refrigerador haciendo que el vaso se rompiera en pedazos.
-¿¡Qué es esa mierda!? ¡Te dije que quería cerveza!- gritó enfadado poniéndose de pie. Santo cielo, lo había olvidado por completo.
-Lo siento, cariño, lo olvidé por completo, te lo juro, si quieres ahorita voy a...- no me dejó terminar y me tomó con fuerza del cabello.
-¡Cállate, cállate!- ordenó. No pude evitar empezar a llorar. -Tuve un problema con un cliente y lo único que me faltaba es que mi inútil mujer no me complaciera en lo único que le pedí.- cerré mis ojos del miedo. -¿¡Y qué es esto!?- preguntó tirando de mis colitas. Solté un pequeño grito de dolor.
-Es sólo un peinado, creí que te gustaría.- dije sollozando.
-¡Pues no me gusta!...¡Te ves horrenda! Y lo peor de todo es que pareces una pequeña bebé.- susurró la última frase. -Sabes que yo soy el único bebé aquí, ¿cierto, cariño?- dijo sin soltar mi cabello.
-Sí...- respondí.
-Así me gusta...ahora ve a quitarte eso y ve por mi cerveza.- dijo por fin soltándome. Caminé rápidamente hasta llegar a nuestra habitación, cerré la puerta, me miré al espejo y quité los listones de mi rizado y rubio cabello dejándolo suelto. Mi maquillaje estaba corrido y yo no podía parar de llorar. Tomé una toalla para desmaquillar y me quité todo residuo del maquillaje. Mojé mi cabello un poco y con los ojos llorosos bajé de nuevo y corrí a la tienda por las cervezas.

Cuando regresé fui al comedor y le di una lata de cerveza a Jacob.

-Gracias, cariño.- dió un beso en mi mejilla. -Te ves hermosa.- dijo sin dejar de mirarme.
-Gracias...- respondí.
-Tú sabes que te amo mucho, ¿verdad?- dijo jugando con mis rizos.
-Sí, yo también te amo.- respondí con la mirada baja. Él sonrió y besó mis labios.
-Limpia esto...- dijo para después irse. Suspiré, terminé de comer mi lasagna ya fría y me puse a recoger los restos de vaso roto y agua de fresa. Después de eso lavé los trastes y me fui a la sala a ver alguna película para distraer mi mente de lo que había pasado. Me senté en el sillón con una manta en mi espalda abrazando mis rodillas y me quedé ahí hasta que anocheció. Cuando estuve a punto de quedarme dormida en el sillón escuché que Jacob me llamaba.

-¡Maggie!- sobresaltada me levanté y corrí a la habitación que era donde él estaba.
-¿Qué pasa, cariño?- pregunté al entrar. Se levantó de la cama y se acercó a mí, me tomó de la cintura y me pegó a él.
-Quiero jugar contigo esta noche...- susurró en mi oído.
-No...- imploré.
-¡Sí!...aquí se hace lo que yo digo, cariño, así que ya sabes qué hacer...- me tomó del brazo, me giró hacía la puerta y me empujó haciendo que saliera.

Di un suspiro y saqué un frasco de leche del refrigerador al igual que una manzana. Mientras la manzana se cocía me aseguré de entibiar la leche en el microondas. Hice puré la manzana una vez cocida, la puse en un pequeño bowl y vacíe la leche tibia en un biberón con tapa azul. Tomé ambas cosas y subí directa a la habitación que estaba justo a un lado de la nuestra. La cuál Jacob había acondicionado especialmente para esto. Lo siguiente que vería al abrir la puerta para cualquier persona sería totalmente "creepy", raro, enfermo...o cualquier sinónimo de estas palabras. Pero yo ya me había acostumbrado.

Al abrir la puerta encontré a Jacob con nada más puesto más que un pañal, obviamente para adulto, sentado en una enorme silla para bebé, que él mismo había mandado a hacer. Tomé su babero y se lo puse.

Me senté en un banquillo justo enfrente de él y puse su papilla y su biberón en la mesita de su silla. Me miraba directamente sin dejar de chupar un bastón de caramelo. Le arrebaté el caramelo con la intención de comenzar a alimentarlo. Pero él hizo un puchero, me dio una bofetada y me quitó el caramelo para llevárselo de nuevo a la boca. Después de algunos minutos tiró el caramelo al piso harto de chuparlo. Tomé un poco de su papilla con la cuchara y la acerqué a sus labios. Él volteó la cabeza evitando que metiera la cuchara en su boca. Insistí algunas veces más hasta que supe que la mejor manera era el avioncito. Logré que comiera al menos la mitad de la papilla hasta que harto de comerla la tiró al suelo al igual que el caramelo. Extendió los brazos hacía mí dándome a entender que quería ir a la cama. Retiré la mesita y con trabajos lo levanté, como siempre en este movimiento él aprovechaba para tocarme por todas partes. Cuando lo puse en la cama, le puse una manta encima y le di un osito de peluche.

-Quítate la ropa y cantame una canción.- ordenó. Hice lo que me pidió, tomé su biberón y lo puse en su boca mientras le cantaba su canción favorita.

"Estrellitas que el cielo van a iluminar, descubriendo un camino sin fin, quiero que iluminen la noche de paz. Mi bebé ya se va a dormir..."

Cuando terminó su leche, se quitó el pañal el cuál ya le incomodaba debido a su erección y me hizo montarme encima de él. Como siempre me dolió demasiado, pero tenía que moverme como a él le gustaba hasta que terminara. Cuando lo hizo, saqué su miembro con cuidado de mi interior, me levanté de la cama y limpié mis lágrimas las cuáles habían sido de dolor y de inseguridad.

-Estuviste estupenda, cariño. Limpia todo esto y ven a la cama.- dió un beso en mi frente y salió de la habitación. Llevé mis dedos a mi entrepierna y me di cuenta de que estaba sangrando. Definitivamente esto era algo que nunca iba a poder disfrutar. Sabía por qué, pero si se lo decía a Jacob me daría una paliza como aquella vez que le dije que yo también necesitaba disfrutar lo que hacíamos. Agradecí que no se hubiera meado o cagado encima ya que eso era lo más desagradable de todo su fetiche.

Milk and CookiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora