Capítulo 1

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Salgo velozmente de mi casa para dirigirme al paradero principal de mi población, y me encuentro con la misma situación de cada año... ¡Está jodidamente lleno!

Después de cinco minutos de espera, aparece la esperada locomoción. Mi primer deseo de cada año es subir sin empujones, ni pleitos y tener un lugar en donde sentarse. Lamentablemente, es imposible.

Señoras empujando a estudiantes para que les den la pasada y pagar su boleto, y caballeros que discuten con jóvenes por no ceder el asiento. Como siempre, me abstengo de no provocar nada, pago mi boleto y voy parada para no obtener un sermón de valores por parte de adultos.

¡Mierda!

No logro sostenerme de la baranda de la locomoción y casi me he caído, por suerte una persona estaba a mi lado y posé mi peso en ella para no caer. Me disculpé claramente y vi que era un chico. Alto y guapo, parecía sacado de esas revistas de niños lindos. Él sonrió al ver mi reacción y sólo se limitó asentir con su cabeza, dando a entender que no pasaba nada.

Dios, que susto. Está es la primera vez que veo un chico así por este sector. Literalmente, no hay chicos aquí. Y que haya uno así de lindo es realmente sorprendente. Vaya, si que es guapo.

No sé si sólo soy yo, pero sentí que el chico me miraba. ¡Que va! Debo de estar loca, un chico así mirando a una chica de esta envergadura. Jaja.

Logré obtener un asiento libre por la parte trasera de la locomoción, saqué mis audífonos para conectarlos a mi teléfono y me doy cuenta que no he traído mi móvil. Escuché una risilla por el pasillo y para mi sorpresa, era el chico guapo ¡Dios, que vergüenza! Para evitar que florezca mi rojez en mis mejillas, dirijo mi mirada a la ventana.

Sentí mover al pasajero de mi lado y desperté. Me había quedado dormida sin darme cuenta, miré a la ventana y aún faltaba para llegar a mi colegio. Me relajé al ver vacío el pasillo, y miré hacia los puestos ocupados para encontrar la presencia del chico guapo... Al parecer, ya no está. Me sentí un poco triste al no verlo, pero era de esperar que no estaría para siempre en la locomoción.

Me levanté de mi asiento para tocar el timbre y bajar en el paradero correspondiente. Me sorprendí al ver que el chico guapo tocó el timbre por mi, cruzamos miradas y se despidió con su bella sonrisa.

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