Capítulo 2

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Ya es el cuarto día de la primera semana escolar y estoy agobiada. Es exhaustivo levantarse temprano, tomar locomoción una hora antes para llegar al colegio a encerrarse por ocho horas... Creo que lo único bueno de esto es estar con mis amigas, pero para ello debo hacer el esfuerzo de despertar y tomar locomoción.

¡Cielos! Este paradero siempre se encuentra repleto de gente. Desearía que al subir a la locomoción pudiese encontrar un puesto en donde sentarme y mirar a la ventana o en su defecto, dormir un poco. Otra vez es imposible.

Hoy la locomoción que he tomado ya estaba llena por el pasillo, es incómodo el tener que sostenerse por una barandilla con tu espacio personal invadido. Al mirar la barandilla, se me viene a la memoria el chico guapo, ese niño de revista... Sin darme cuenta sonrio y dirijo mi mirada a la ventana.

"¡Muchachos, avancen en la fila, por favor!" es el grito del chófer para que avancemos y quedemos completamente como sardinas enlatadas. El disgusto de la gente comienza a hacerse presente y el chófer se limita a escuchar los insultos.

Mientras la gente se expresaba, yo sólo me sumergía en mis pensamientos de aquel chico... ¿Por qué ya no lo he visto? ¿Será que es de otro lugar? Las preguntas me invadían y yo veía mi reflejo en la ventana... Y me di cuenta de que en el reflejo, un joven miraba hacia mí dirección, yo al darme cuenta cruzó la mirada con él y su reacción fue... Tierna.

¡Dios, que ternura! Al darse cuenta que me percaté de que me miraba, desvio su mirada y sus mejillas se colocaron un leve tono rojo. Sonreí.

El chico es un poco más alto que yo y sus facciones parecían ser más femeninas, pero su cuerpo demostraba lo contrario. Tiene el estereotipo masculino ideal y que por alguna razón, hace que me sienta atraída.

Joder, tia. ¿Desde cuándo me he vuelto tan coqueta? He tratado de acercarme al chico para admirarlo más de cerca, pero no he logrado nada.

En varios paraderos después mucha gente bajó e hizo que el pasillo se desocupara. Que suerte la mía, el único espacio que está vacío queda al lado del chico tierno. Sin chistar, me acerqué al puesto y pregunté “¿Puedo sentarme?” El chico quedó sorprendido al dirigirle la palabra y éste se limitó asentir con la cabeza rápidamente.

Al sentarme a su lado, pude notar su perfil puntiagudo y el color café de sus expresivos ojos, que lo hacía parecer como un cachorrito. Si que es lindo.

¿¡DIOS QUE ME ESTÁ PASANDO!? No dejé de mirarlo en ningún puto momento, de seguro se sentirá incómodo si se diese cuenta, pero es imposible no desviar la mirada de él.

Sin darme cuenta, el niño me mira directamente a los ojos y avergonzado, baja su mirada. "Necesito... Bajar" apuntó a la puerta de bajada e inmediatamente, me paré para que él pudiese bajar sin problemas. Este me miró avergonzado y su agradecimiento fue la despedida.

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