Me levanto con el pelo enmarañado y como toda persona, voy al baño a areglármelo. mientras me cepillo, observo como sale pus blanca de mi cicatriz en la palma de la mano izquierda. No se como me la hice y mi madre tampoco se acuerda, pero según mi padre, cuando nací ya la tenía.
Cuando vuelvo a mi habitación, empiezo a vestirme con la ropa que me dejé preparada la noche anterior. És un conjunto simple, una camiseta de manga corta negra, unos leggins azúl marino y unas nike clásicas.
Mientrs sálgo de mi cuarto, veo a mi madre que está esperando en el humbral de la puerta.
- vamos a llegar tarde- me advierte mi madre mientras me pasa una de las tostadas que tiene en las manos.
- Igual vamos a tener que esperar un montón - digo, y le doy un bocado a la tostada mientras salgo de casa y me encamino hacia el coche que está aparcado justo enfrente de la acera.
Este coche es muy simple, pero me encanta. Iria en mi moto pero mi madre se a empeñado en ir conmigo ya que es un sitio en las afueras y teme por mi seguridad. Solo llevo el móvil así que como no tengo nada que hacer y la rádio está estropeada, intento establecer una conversación con mi madre mientras nos dirijimos a nuestro destino.
- Y, ¿que vamos a hacer allí exactamente?- pregunto a mi madre después de dar mi último bocado a la tostada.
- El doctor nos ha dicho que es un centro de rehabilitación- dice mi madre como si se lo hubiera estando estudiando durante toda la noche.- Ha dicho quee en su clínica no tiene lo necerário para curarte la cicatríz, pero que en ese centro sí.
- Esta bien, pero si acavo con la mano violeta me molestaré mucho- digo haciendo la cara de enojo mas convinzente que puedo.
El resto del camino lo pasamos en silencio. Pero cuando llegamos al lugar indicado no puedo ocultar el echo de estar nerviosa.
- ¿Estás bien?- pregunta mi madre quando ya está fuera del automóbil.
- Sí, pero hay mucha gente- digo mirando alrededor. Tiene que haver como mínimo unas cincuenta personas aquí. - ¿No te parece un poco raro?
- Seguramente sean pacientes y médicos - dice mi madre sin darle importáncia al asunto.
Cuando entramos en el deifício, todo me resulta más raro y confuso. No parece una clínica ni nada por el estilo. Las paredes estan pintadas de un color oscuro y la única luz que hay proviene de los fósforos parpadeantes del techo.
Un hombre vestido con uniforme nos indica que esperemos en una sala donde están todos los demás. Cuando mi madre i yo tomamos asientos en unas de las muchas sillas plegables, me doy cuenta de algo escalofriante, casi tétrico. Muchos de los presentes tienen la misma cicatriz que la mía en la palma de la mano.
Casi sin darme cuenta, el guárdia ciera la única puerta que hay en la habitación. Todos entan en pánico, poco a poco la gente se aproxima al hombre y reclaman que les abran la puerta, cuando de repente, un hombe de pelo rúbio i barba incipiente entra an la habitación.
- Disculpen las moléstias- dice con una voz mucho más grave de la que aparentava - ¿los acompañantes de los pacientes me podrian acompañar un momento porfavor? Es un tema de papeleo. Ellos se quedarán aqui para hacerles una analítica de sangre.
Todos los acompañantes avandonan la sala. Y a los que quedamos nos van llamando uno a uno para sacarnos un poco de pangre de la habertura de la cicatríz. Desde que empiezan a llamarnos noto que ay algo que no cuadra. Los nombres no están ordenados alfabéticamente, pero siguen un orden.
Al cavo de unos minutos, lo sé. Nos an ordenado por deades, pero eso no tiene ni piés ni cabeza. ¿Por qué nos habrán colocado por este orden? ¿Con qué finalidad?
Cuando oigo mi nombre me sobresalto. Camino despacio hacia la mesa donde me espera una señora con una pequeña aguja en la mano.
- No te preocupes no te va a doler - dice muy convencida.
Asiento.
Pero yo en canvio, no estoy nada convencida ya que con lolo tocar con cuidad la cicatriz ésta me duele a rabiar así que creo que meter una aguja bajo la piel infectada no será muy placentero que digamos.
La mujer me pide que mire hacia otro lado y, como no, le hago caso. Pero mis ojos se encuentran con la lista de nombres y números que hay a un lado de la mesa. Busco can la mirada mi nombre y lo encuentro justo la lado del número 14, mi edad. Miro el nombre de la persona que ocupa el siguiente sítio de la lista, "Neizan" y su número es el 15. Me guardo la información para repasarlo luego cuando ya esté sentada.
Sin darme ni cuenta, la mujer a terminado su trabajo, y sí, tenia razón, no me ha dolido absolutamente nada, algo curiosamente extraño pero no le doy mas bueltas al asunto y regreso a mi sitio.
Y, como siempre tengo razón, el siguiente llamado en el tal Neizan. És un chico muy alto y un poco corpulento, no le he visto la cara, pero tiene pinta de ser bastante atractivo.
Cuando acava, lo puedo mirar justo de frente y como imaginaba, es vastante atrctivo, con las facciones bien marcadas y con una sonrisa radiante. Entonzes me doy cuenta de que esta viniendo hacia mi y aparto la vista, pero al instante, vuelvo a mirarlo y me encuentro con sus ojos marrones tirando a negros.
Se sienta justo a mi lado y me pongo rígida y nerviosa al tiempo que el me pregunta:
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Días contados
RandomKeira acude junto a 19 personas mas, a un supuesto especialista que le ayudará a controlar su cicatriz de la palma izquierda, que le duele a rabiar. Lo que ella no sabe es que será la última vez que disfrutará del aire puro.