El bosque

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Estaba anonadada. Tras lo sucedido me mantuve unos instantes admirando mi reflejo sin poder creer lo que veía, es decir ¡Se habían curado con el agua!

Mi cerebro en esos momentos no daba para más, ¿Quién me iba a decir a mi que el lavarme la cara me dejaría tan embobada?

Pensé durante unos largos cinco minutos que es lo que podría haber pasado, ¿Un golpe de suerte? Imposible ¿Demasiada pérdida de sangre? Bueno, sí, me había hecho daño, pero dudaba que un estúpido golpe me causara tantas alucinaciones, quizás... ¿Agua mágica? O peor aún ¿Agua bendita?

Negué rápidamente ante mis ocurrencias absurdas y lo dejé pasar esperando que no volviera a ocurrir.

Estuve toda la mañana en esa enfermería, no había empezado el día con buen pie, y lo que menos necesitaba ahora mismo era volver a toparme con ese idiota, por lo que no tuve más remedio que esperar a que el timbre del recreo sonara.

Unas horas más tarde, el estruendoso chillido del timbre resonó por toda la escuela. Esperé unos minutos hasta que los pasillos se vaciaron por completo y decidí salir disparada de esa habitación.

Como lo suponía, los pasillos estaban desérticos lo que facilitó mi fuga de la escuela.

Avancé todo lo rápido que pude por el centro mientras el recuerdo de la canción de "La Pantera Rosa" resonaba en mi cabeza, haciéndome sentir una súper espía por unos momentos.

Escaparme no era algo que solía hacer, de hecho no solía faltar a las clases, suficientemente caro era este instituto como para desperdiciar la oportunidad de estudiar aquí después de la beca que me gané, pero sinceramente, no tenía ningunas ganas de quedarme cuatro horas más encerrada después de lo sucedido.

En dos minutos me encontré de frente con los portones de la escuela. Sonreí dando un saltito animada y me acerqué dispuesta a marcharme.

—¿A dónde se cree que va usted, jovencita?—Murmuró la voz de la irritable secretaria del director... MIER-DA

Respiré hondo y me preparé mentalmente para el escándalo que iba a montar.

—¡Oh Susane!— me giré hacia ella con una mano en el pecho y cara de angustia. —Es mi abuela...— murmuré con los ojos llorosos— Acabo de recibir una llamada del hospital — hice una pausa dramática y aproveché los tres años de teatro al máximo, haciendo que una lágrima de cocodrilo descendiera por mi mejilla— Su edad le ha afectado más de lo que pensaba — todo falso, mi abuela era bastante más joven de lo normal, y a sus cincuenta y dos años seguía siendo un alma fiestera— Debo ir a verla... —la miré de reojo esperando su respuesta con ansías.

Su semblante serio me hizo dar un paso hacia atrás. Esa mujer daba miedo, estoy segura de que si las miradas matasen yo ya estaría unos cuantos metros bajo tierra, pero ¿Quién me manda a montarle un berrinche a esta señora? Es decir, fui a teatro ,si, ¡Pero era de lo peor! Lo poco que he aprendido en esta vida ha sido gracias a YouTube y diferentes fuentes de internet. No era ninguna experta actriz y la cara de Susane me lo afirmaba más a cada segundo que pasaba, por lo que decidí optar por otra de mis patéticas habilidades:

—¿Le he dicho lo guapa que está hoy?— Sonreí inocente esperando un poco de misericordia de su parte.

—No te voy a dejar salir, Crystal, así que ahórrate tus estúpidos comentarios y vuelve por donde has venido— Bufé molesta.

¡Venga ya! Déjame salir, será solo un momento— Le rogué aburrida de la situación .

—Vuelve con tus compa— Sus palabras se quedaron en el aire mientras su cara se contraía en una mueca de enfado y asco al fijar su vista a mis espaldas— ¿PERO QUÉ OS CREÉIS QUE ESTÁIS HACIENDO?— Wow, RIP oídos— ¡A VER SI OS VAIS A COMPARTIR SALIVA EN OTRO SITIO, CERDOS!— Susane avanzó con rapidez hacia los dos chicos que se besaban con lujuria contra las taquillas.
El sonido de sus tacones resonaba por todo el pasillo mientras los chicos eran arrastrados hasta el despacho del director. Era mi momento. Con una rapidez asombrosa, empujé el gran portón.
Una vez fuera, una suave brisa abanicó mi rostro causándome una agradable sensación que me hizo sonreír ampliamente.

Comencé a caminar por el pueblo sin un rumbo fijo, no podía ir a casa, mi abuela estaba allí, y si se enteraba de que me había ido...bueno, digamos que pretendía llegar viva a los veinte.

Tras unos minutos andando suspiré incómoda, me sentía observada. Miré un par de veces hacia atrás sin detenerme, pero no había nadie...salvo aquel engendro similar a Chucky que corría en mi dirección...ah, no, era un niño. Rodé los ojos y solté una risa al verlo pasar como una bala tras su pelota.

Seguí andando, sin embargo la sensación de ser observada no desaparecía.

Mi respiración comenzó a agitarse mientras andaba de espaldas para ver si venía alguien, pero nada, lo único que noté fue mi trasero chocando contra el suelo al haberme tropezado con una rama.

Alcé la vista para observar que efectivamente era un árbol lo que me cubría. Me puse de pie y miré al frente.

Todo era maleza y árboles en unas trescientas hectáreas de bosque, un bosque que durante años había sido motivo de habla y burla. Habían un montón de leyendas fantásticas y terroríficas sobre él, de hecho, la gran mayoría de habitantes del pueblo preferían estar bien lejos de allí, mejor prevenir que curar.

Sin embargo yo no me creía nada, entraba en ese bosque de vez en cuando, era una joya en bruto muy poco valorada .

Analicé todo antes de adentrarme en ese bosque, el bosque maldito que ha sido tachado de horroroso desde hace años. ¿Qué podría salir mal?

Di un paso al frente y comencé a andar lentamente hacia el claro al que solía ir.

Me estremecí al instante, el ambiente cálido que recordaba de aquel lugar, había sido sustituido por una sensación fría, muerta, algo muy desagradable que no me daba buena espina. Tragué saliva nerviosa y me di media vuelta dispuesta a volver, pero el crujir de una rama detrás mía me dejó paralizada, tenía miedo, era una sensación similar a la que sentía en mis pesadillas...y en mis pesadillas, darme la vuelta nunca salía bien.

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2020 ⏰

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