Promesas

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Las promesas se olvidan. No importa la persona que las dice o la que las recibe.
No importa lo que se tiene, tuvo o tendrá. Las promesas se olvidan.

Se dejan suspendidas en el aire y se espera que vuelen. Sin embargo, las promesas son pesadas, y terminan despedazadas en el suelo desde que se dice adiós.

Shion debió saberlo antes. No es su culpa por creerle a Nezumi o por dejarlo ir, pero sus ventanas abiertas de par en par son difíciles de refutar.

— ¿No crees que ya es mucho? — La voz de Inukashi resonó en el marco de su puerta. — No vale la pena esperar a un fantasma.
— ¡Nezumi no es un fantasma! Me lo prometió y sé que es capaz de cumplir su palabra. — Shion replicó, secando sus mejillas húmedas por un ataque de lágrimas previo a esto.
— Shion ¡Han pasado seis años! No se ha comunicado contigo, sólo te manda algo una que otra vez para que sepas que está vivo. Shion, tú no eres el perro de Nezumi como para estarlo esperando todo el tiempo. — Inukashi se acercó a Shion.
— Es porque Nezumi necesita su espacio y olvidarse de su vieja rivalidad y rencor hacia No. 6, pero yo no soy su perro y sé que volverá. — Inukashi soltó un suspiro e hizo una mueca de desesperación.
— Shion, mírate por un segundo. Te atascas de trabajo, casi no comes, no duermes, no te he visto tomar un descanso en años. Has estado llorando y no dudo que lo hayas hecho más de una vez ¿Por qué tienes que sufrir tanto? ¿Por qué Nezumi merece estar bien y tú no? ¿Por qué ese bastardo vale más que tu propia salud?
— Nezumi no es un bastardo y la gente confía en mí...
— ¡Hay otras personas que pueden ayudarte con los proyectos! Y sí, Nezumi es un maldito que sigue viéndote por encima del hombro. Si no, no te habría dejado solo. — Inukashi volvió a suspirar— Shion, tienes que cerrar esa ventana.
— No puedo ¿Qué tal si sí llega?
— Entonces sabrá entrar por la puerta y no por un acceso fácil. Aprenderá modales por primera vez en su vida.
— Pero...
— ¡Una persona no puede dejar a otra así, Shion! ¿No ves lo que te está haciendo todo esto? Esperar sólo te hará más miserable, cada día de cada año que pase, tienes que aprender a ser feliz sin él. — Shion no respondió.

Lágrimas volvieron a humedecer sus mejillas y volvió a sentarse, agotado.

La espera se estaba comiendo a Shion más rápido de lo que debería  y todos podían ver cómo Shion se desvanecía por la simple idea de alguien que ni siquiera se llamaba Nezumi.
— Shion, tienes que soltarlo y arrojar todo lo que Nezumi fue. Ya fue más que suficiente. Nezumi quiere que te sientes a esperarlo, quiere tener la dulce idea de que alguien piensa en él y qué alguien siempre lo esperará. — Shion intentó secarse las lágrimas— Quiere que tú estés al otro lado, sufriendo y llorando por él. Él quiere que tener un fácil acceso para entrar y salir cuando quiera. No le des ese acceso. Así que te lo diré de nuevo: Cierra esa ventana, Shion.

Shion, derrotado, se limitó a asentir entre sus sollozos. Inukashi le acarició el cabello y le dio un leve abrazo en señal de consuelo.

Estuvieron así un buen rato, Shion temblaba y murmuraba cosas que Inukashi no entendía. Cuando se soltaron, Inukashi se dirigió al marco de la puerta.

— Shion, todos aquí estamos para ti. Nos diste una oportunidad cuando nadie más lo hizo. Sé que es lo mismo que hiciste con Nezumi años atrás, pero debes saber esto: Las promesas son olvidadas por la gente, y Nezumi no es tan diferente de lo que crees. — Con eso, Inukashi salió de la recámara, cerrando la puerta tras de sí.

Al escuchar las pisadas de Inukashi más lejanas, Shion se llevó las manos al rostro y volvió a llorar.

Volteó para ver la ventana. No quería
cerrarla y decirle adiós a Nezumi. Shion solía desear con un mundo sin ventanas, un mundo donde Nezumi podría entrar sin problemas, un mundo en el cual Nezumi y él podrían estar juntos.

Pero no era este mundo. Este mundo
tenía ventanas con cerrojos y Nezumi estaba en alguna parte sin Shion.
Inukashi tenía razón, Shion lo sabía.
Aún así, había una vocecita lo mantenía anclado a esperar, anclado a una ventana abierta.

Shion se levantó y fue hacia la ventana y lentamente, la cerró. Luego de eso, salió de su recámara al piso de abajo.
En el comedor estaba Inukashi hablando con Karan, la madre de Shion, la cual había salido a hacer unas compras desde el mediodía.
— Oh, miren, el vampiro finalmente salió de su cueva. — Inukashi le dedicó una sonrisa burlona a Shion.
— ¡Shion, que alegría que hayas bajado! Justo le decía a Inukashi que en unos momentos prepararé la cena.
— Puedo ayudarte si quieres. — Shion fue con su madre a la cocina y empezó a lavar algunas verduras.
Cerrar la ventana no le traía buenos sentimientos. Era casi como si le escupiera a Nezumi, como si le traicionara.
— Ha pasado mucho desde que cocinamos juntos. — La voz de su mamá le sacó de sus pensamientos.— Casi siempre te la pasabas en tu habitación o en el trabajo, ya ni te podía ver. Me hace muy feliz que estés aquí ahora.

Shion asintió y comenzó a cortar duchas verduras con modos lentos y cuidadosos. Su madre le contó cómo había estado su día, y de todas las personas con las que se encontró. Shion se dedicó a escucharla, con una media sonrisa en su rostro. Le hacía feliz estar devuelta.
— ¿Y algo interesante pasó mientras me fui?
— No, nada. Tan sólo cerré la ventana.

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