~ Capítulo Único ~

106 23 5
                                    

Era una noche calurosa en Mallorca, como de costumbre Chaeyoung se encontraba admirando las estrellas desde su balcón, comparando su brillo con el de cierta chica.

Se había acostumbrado a esta sensación, al peso en su pecho, al vacío en su corazón.

Era una situación que se repetía la última semana de octubre de cada año, y como cada día veinticinco, a la media noche, Chae se levanta, comprueba que todos estén dormidos, y se encierra en el baño de la habitacion que comparte con Momo y Sana.

Enciende el teléfono y espera, espera y espera. Doce y diez, ninguna llamada.

Doce y cuarto, Chaeyoung contempla su reflejo en los fríos azulejos blancos del baño, prestando especial atención al lunar debajo de su labio, su favorito.

Doce y veintiséis, llamada entrante "Pingüinita ❤️ ".

Su cara se ilumina al instante, sus bonitos ojos convirtiéndose en media lunas.

Pasan horas hablando, contandose como les había ido el día, que habían hecho, diciéndose la una a la otra cuanto se querían, cuanto se extrañaban, cuanto se necesitaban.

Dos y treinta y tres de la mañana, se despiden, la tristeza tiñendo su voz con un color azul.

Mina sale del baño, cierra la puerta con cuidado y sale al balcón.

Esa noche, ve las estrellas de otra forma, más bonitas, más brillantes, sabiendo que ella está mirando el mismo cielo.

Un cielo azul marino, prácticamente negro, salpicado por pequeñas gotas de luz, colocadas de forma que juntas creaban bellos dibujos, de la misma forma que ella y Chaeyoung lo hacían.

Ellas encajaban perfectamente, como piezas de un rompecabezas.

Un rompecabezas al que le faltaban piezas, que se iban añadiendo con el paso del tiempo, pero que también se iban quitando.

Al fin y al cabo, ese rompecabezas es la vida, su vida, y según pasa el tiempo se van añadiendo piezas de las que quizás luego nos arrepentimos de poner.

Tres y dieciséis, Mina se levanta y se mete en cama, arropada por varias capas de mantas necesarias para soportar el frío clima de Noruega.

Y mientras mira el blanco techo de su habitación, Mina cuenta, cuenta los kilómetros que la separan de Chaeyoung, cuenta los días que faltan para verla, las horas que faltan para abrazarla y los minutos que faltan para besarla.

Cuatro y dos minutos, ambas están dormidas, a dos mil novecientos quince kilómetros, unidas por el mismo cielo.

Same Sky ¦ MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora