Haikei Doppelganger

•Capítulo Único •

N A R R A D O R A

Sus pasos dejaron de resonar por los pasillos de la sede de la port mafia, soltó un largo suspiro mientras acomodo sus cabellos castaños hacía atrás, tomó el pomo de la puerta para abrirla y así poder adentrarse a la habitación que compartía con su enano compañero, estaba listo para dar la cara.

¿Quién diría que al abrir la puerta empezaría algo que no podrían detener?.

Quedo estático, en donde debería de estar el de ojos azules se hallaba alguien idéntico a él, con la diferencia de que en una de sus orejas se encontraba con un arete largo en forma de diamante y en una de sus vendas de la mano derecha se encontraba ese mismo símbolo.

- Hola, buen día, soy tu doppelgänger. - Con una pequeña sonrisa se presento.

" ¿Que tipo de broma es esta?. "

Frotó sus ojos.

Dos sombras extendidas, el telón se levantan de nuevo.

- Dijiste que estaría bien estar con otra persona como tú. Ese deseo sincero me ha llamado. - A pesar de que por su sonrisa no era de fiar, a eso agregado de que era "él" decidió aprovechar la situación.

Después de todo, la vida traía muchas sorpresas y escenarios, sería una estupidez no aprovecharse de ellos, o al menos eso es lo que pensó el joven ejecutivo.

- Te daré ordenes, el proceso está bien, quiero los resultados, una compensación absurda. ¿esta bien?. - Dijo el verdadero Osamu mientras se sentaba en uno de los sillones de cuero que estaban en el cuarto.

- Eh, lo haré, haré cualquier cosa, yo seré tu doppelgänger. - Dice el mesías riéndose.

[.*.*❣.*.*]

Su primera orden fue "disculparse" con Chuuya, anteriormente habían tenido una pequeña pelea en donde el mas alto hizo sentir mal al de ebras rojas.

Claro que al igual que el verdadero Dazai, tenia ego y orgullo, por lo que no se disculparía directamente o no de una manera normal.

Sus manos tomaron los finos pomos de la puerta de caoba, la biblioteca se abrió dejando ver los relucientes pisos de porcelanato, los estantes altos de madera, los sofás de piel modernos, en donde se encontraba justo la persona que estaba buscando. Esos ojos de un único azul veían vajamente el libro, por su expresión de aburrimiento se notaba claramente que ni siquiera le estaba prestando atención, tan solo se quería distraer.

Con un paso firme se acercó algo mayor, que a pesar de estar en el sofa este estaba a unos centímetros del suelo, dejando en claro que todavía estaba enojado. Sus vendadas manos pasaron por sus hombros hasta llegar a su pecho donde se juntaron para entrelazarse entre ellas, debido al toque su asiento callo de rrepente.

- ¿Puedes dejarme en paz unos minutos más? - Pregunto con evidente fastidio sin despegar su vista del libre.

" No, ya lo hecho suficiente. "

Se lo guardo en lo más profundo de su ser.

- No soy tan mala dueño como para dejar a mi perro solo tanto tiempo. - Poso su cabeza en el hombro del más pequeño.