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Desde que he tenido memoria tengo el mismo sueño, ser una princesa. Se que sonará infantil incluso estúpido pero me encanta ser una doncella, alguien delicada y a la vez valiente, alguien como Sophia, una amiga hipócrita que se cree la mejor solo por acostarse con los chicos más guapos del Instituto. Esta es mi historia, la cual será narrada por mí, Sarah Williams.

El frío hizo que me despertara a la mitad de la noche, la Luna estaba siendo tapada por las grandes nubes que azotaban con una pequeña lluvia. Abrí las cortinas dejándome ver aquellas gotas de agua caer por toda la montaña, el frío volvió a invadirme haciendo que de media vuelta y vuelva a cerrar mis cortinas.

¿Qué podría decir de mí? Sub-jefa de grupo, el peor del instituto por cierto, la más destacada a nivel académico y la "Nerd" de la clase. Ajá, yo me preocupo por mi futuro no como esa bola de malandros haciéndose llamar "estudiantes".

Vivo a las afueras de la ciudad, en un pequeño bosque, en principio, había sido mi idea mudarnos. Odiaba la ciudad tanto como odio a Michelle, la colgada del profesor. La peor sin duda alguna. Volviendo al tema principal, nos mudamos pues mi hermana mayor y mi hermano menor querían lo mismo que yo, vivir apartados de la sociedad. Y lo conseguimos, bueno, cuando tienes a una mamá artista el dinero se hace rápido.

En mi debate mental la alarma sonó, 4:10 hora en la que toda la familia empezaba a arreglarse para ir a sus respectivas clases y trabajos. Mi mamá, Emily Williams, era una artista. Mi papá, Richard Williams, un empresario bastante exitosos. Mi querida hermana mayor, Charlotte Williams trabaja en una cafetería cerca de aquí. Y mi fastidioso hermano menor, Ethan Williams, va en el mismo instituto que yo pero en primer grado.

—¡Es hora de despertar! —papá comenzó a golpear dos utensilios de cocina para tratar de despertar a Ethan, pues vaya que costaba despertarlo. Una pequeña pelea inició entre ellos dos para después terminar en una victoria para mi papá.

Mientras que peleaban yo me arreglaba para ir al instituto. Siempre llevaba mi cabello suelto, me encantaba como se veía, como el de una princesa.

—Oye, Sarah. Te quedaste con mi ropa la última vez —Charlotte entró al cuarto de mala gana lo que indicaba de que no era un buen momento para molestarla. Señalé una de mis cajoneras para después seguir con lo mío. Char salió del cuarto una vez que tomó lo que necesitaba dejándome de nuevo con un enorme silencio.

Así era la mañana, todos se despertaban a las cuatro. Cuando el reloj marque las seis de la mañana ya todos deben estar en el comedor esperando el desayuno. A las seis y veinte nos vamos para la escuela llegando a las siete y diez. Vamos lo normal. Cada día es la misma rutina, exceptuando los fines de semana pues ese día no hacemos nada más que limpieza y noche familiar.

Bajé a por el desayuno, yo todos estaban ahí desayunando. Simplemente me senté con ellos viendo el desayuno de papá, una delicia.

Los desayunos de papá eran los mejores, incluso más que los de mamá. Papá nació con el talento de un chef, las emociones de un artista y el cuerpo de un deportista, ya mi mamá no podía estar más agradecida por tenerlo.

—Ethan, Sarah. ¿Cómo les a ido en la escuela? —mamá sacó el típico tema de conversación de cada mañana, sobre nosotros. Olvidando ese tema, el lugar donde estábamos era hermoso. Cientos de árboles nos rodeaban y se respiraba la tranquilidad.

—Podría estar peor —añadió Ethan mientras bebía de su vaso. Yo simplemente levanté los hombros y seguí con mi desayuno, pues mis padres sabían que era la mejor de toda la escuela en nivel académico —. Sarah no me ayudó con la tarea.

—No es mi culpa de que solo te la pases calentando el asiento en clase —papá aplaudió dando fin a la mini-discusión entre Ethan. Miré por un momento la ventana, todo el bosque que rodeaba la cabaña era de nuestra propiedad así que siempre lo cuidamos —. Mamá, quiero un nuevo libro — dejé de mirar al bosque para después enfocar mi vista en las iris verdes esmeraldas de mi creadora.

—Tienes toda una biblioteca para ti, ¿Y quieres otro libro? —mi papá y hermanos le dieron la razón a mí mamá, incluso yo, pero es que esta vez era muy importante. Todos hablaban acerca del nuevo libro que sacó Angélica, una de las amigas de Michelle pero en cambio Angélica era muy reservada y casi no podías hablar con ella por lo tímida que es. Sus padres son originarios de Estados Unidos, unos viajeros, no hay maravilla en el mundo que ellos no hayan pisado. Angélica nació en España pero la mayoría de su infancia se crió en París, Francia. Ella era una escritora pues sus hermanos, que son algo mayores que ella, les encantaba el mundo de la literatura y ya tan joven había sacado tres libros a la venta, todo de una saga, «La trilogía de las princesas Valencia | Una aventura a través del amor | Libro 1» todos esos libros inspirados en mí, algo que me hace sentir aún más viva.

—Angélica sacó la última trilogía de sus libros «Un destello de esperanza» según por lo que me contó, es muy importante leerla para saber que pasa con Miriam, la menor de las hermanas Valencia pertenecientes a la familia real —Ethan tenía un profundo crush con Angélica, por lo cual al escuchar su nombre inmediatamente me puso atención.

—¡Ah! ¿Ella hizo las trilogías? Vaya que lo hace muy bien —era obvio que Char amaba las pequeñas historias de Angélica, de hecho, se podría decir que la amaba más que yo. Y algo particular de ella es que Angélica es a la única persona que puedo considerar como una amiga.

—Me sorprende que alguien tenga tanto talento para hacer esos libros a tan corta edad —dijo papá mientras le daba un sorbo al café. Ethan parecía al más excluido de la conversión junto con mamá, digamos que nunca les encantó la lectura pero les asombraba ver como interpretaban los sentimientos en unas simples hojas con números —. Yo te compraré el último de la trilogía, supongo que es muy importante que tu también lo leas para que Angélica se sienta bien, ¿No?

—Le encanta que lea sus libros... —le sonreí a papá mientras seguíamos con el desayuno, esa mañana todos mis miedos se habían ido con tan solo pensar en como terminaría Miriam, o sea, yo. Ya que Angélica nunca ponía los nombres verdaderos.

Pero no todo era de color rosa, cuando la alarma del fin de desayuno sonó un sabor amargo recorrió toda mi boca, era hora de ir a la escuela. No es que me molestara la escuela, pero no puedo estar tranquila ya que los populares, deportistas, atléticos, músicos y líderes de varios grupos vivían algo lejos de la ciudad, lo que indicaba que siempre los veía en el autobús que nos llevaba a la escuela. Pero quien más odiaba siempre se sentaba enfrente de mi al lado de Sophia, Noah Davies.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2019 ⏰

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