Su vida era un "GLITCH"; Bertholdt era una falla, un error; así era como todos le llamaban. Sin duda su más grande fallo fue conocerlo a él; Reiner, sin embargo fue su más bello GLITCH.
💜Los personajes son propiedad intelectual de Hayime Isayama.
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Las lluvias torrenciales caían sin descanso sobre la ciudad de Liberio, un joven yacía empapado y tiritando de frío, estaba sentado en una parada de autobuses, quería huir lo más lejos posible; se alegraba en cierto punto de aquella imbatible tormenta, ya que junto a todas esas gotas de agua, sus lágrimas se veían pequeñas.
En su mente aún estaban frescas las las palabras que solía oír, aquellas afrentas llenas de desprecio le llegaban al alma; dolía no llenar las expectativas de nadie, no hacer nada extraordinario, fallar en todo. Ser él era un error.
No quería volver a casa y tampoco tenía donde ir, no le quedaba más que morir de frío o de tristeza, sus ojos verdes como las dos esmeraldas más preciosas del mundo, ahora se veían empañadas por el llano que brotaba de ellas. Hipaba mientras se aferraba a los tirantes de su mochila, algunos autos pasaban esporádicos por la avenida, con luces largas que iluminaban los caminos dolorosos de las lágrimas por sus mejillas.
Se levantó con la esperanza de continuar su camino, ya estaba bastante empapado, así que no era molestia mojarse en la lluvia.
— Niño...— una voz gruesa y profunda le llamó por la espalda, el se dio vuelta para ver a un hombre fornido de ojos mieles —. Es peligroso andar solo a estas horas— dijo el rubio, llevaba un paraguas y vestía ropa de casa.
— Y-yo p-pues n-no — pero el moreno estaba vuelto un total embrollo de palabras tontas, ese era uno de sus más grandes defectos.
— ¿Qué haces aquí bajo la lluvia? — cuestionó mientras le veía fijamente. La verdad era que le había estado observando, desde que llegó a esa parada de autobuses.
—Hui de casa...
— Ven, vamos a mi departamento...
— Sí — y el aceptó ciegamente, no por que tuviera confianza plena en aquel sujeto, sino por que no tenía un lugar donde pasar la noche.
Tomó la mano ajena y bajó aquella sombrilla emprendió rumbo hacia lo desconocido....
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