AVISO: Prestar atención a los detalles que aparecen a lo largo de la historia, estos van a ser una pieza clave a la hora de identificar situaciones en un futuro.
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Salí del aula de Sociología y me detuve brevemente junto a la ventana más cercana, observando cómo la lluvia golpeaba el vidrio y los estudiantes corrían a refugiarse bajo techo. Los examenes finales se encontraban a la vuelta de la esquina y, con ellos, el final de mi primer año en la universidad.
Nos habíamos mudado junto con mi mejor amiga, Lina, a un piso en el centro de la ciudad con el objetivo de tener un poco más de libertad y pasar más tiempo juntas. Sin embargo, mis padres, con los cuales siempre había sido muy unida, no se lo habían tomado del todo bien.
El día de la mudanza, mi padre se había puesto a lloriquear mientras me ayudaba a cargar mis cosas en el coche de Lina y me obligó a prometerle que iría a visitarlos varios días en la semana. Al pasar por última vez por la puerta principal, me sorprendió ver que la nariz de mi madre se encontraba de un tono rojizo, ya que siempre le había costado expresar sus sentimientos tan abiertamente como mi padre. En ese momento, me había esforzado por restarle importancia y dejarles claro que estaríamos en la misma ciudad y que nos cruzaríamos con mi padre por la universidad, ya que él ejercía como profesor allí, pero sabía que mi vida cambiaría radicalmente y tendría nuevas responsabilidades que no los incluían.
Lina luchó por esconder la sonrisa que se deslizaba por su rostro al verme tan sentimental y se burló de mi apego todo el viaje hasta lograr que me riera. Sabía que lo pasaríamos bien y mi amiga se regodeaba solo de pensar en lo que le cocinaría en todo este tiempo, halagando mis escasos dotes culinarios. Torcí el gesto, extrañada ante sus comentarios. No podía esperar un paladar demasiado fino en una persona que no sabía cuándo sacar las pastas del agua.
La humedad de junio podía palparse en el ambiente, como si una enorme burbuja de aire caliente me persiguiera en cada paso que daba. Al llegar a la puerta que daba al comedor, me detuve y observé a mi alrededor en busca de aquella cabellera ondulada que tanto caracterizaba a mi amiga. Al no encontrarla, moví el pie con impaciencia, mientras veía a mis compañeros salir con andar perezoso y mirada cansada de las aulas.
Saqué de la mochila mi móvil, pasando mi dedo índice distraídamente por la pantalla mientras leía los mensajes nuevos. Al levantar la mirada, observé que Lina se acercaba a paso veloz por el concurrido pasillo que conectaba los salones de clase con el patio principal. Su cabello, largo y ondulado, caía por su espalda desordenadamente debido al movimiento.
Un chico, con apariencia de estar bastante atareado, salió de uno de los pasillos perpendiculares al nuestro, chocando de lleno con ella. Debido al impacto, ambos se tambalearon e hicieron muecas de dolor, mientras el muchacho agarraba a Lina por los hombros, estabilizándola e intercambiando unas pocas palabras. Intenté contener una sonrisa al observar su expresión atónita y maravillada. Mi amiga acomodó su mochila en su hombro y continúo su camino por el pasillo a un paso mucho más lento, con la cara completamente roja. Al llegar a mi lado, levantó la mirada mientras una sonrisa se extendía ampliamente por su rostro.
—¿Viste quién era? —susurró emocionada— ¡Max Krumm!
Sonreí ante su reacción. Desde que habíamos llegado, Lina babeaba por los pasillos cada vez que veía a aquel chico de pelo café y ojos verdes. No podría decirse que me extrañaba, mi amiga era una romántica empedernida y, cuando alguien le gustaba, no podía evitar hablar de él todo el tiempo. Yo intentaba ser buena amiga y escucharla, pero mi interés tenía un límite y ese era saber el árbol genealógico de alguien más.
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Somnium
FantasyHannah comienza a experimentar sueños premonitorios de forma abrupta y desconoce lo que le está sucediendo. Empieza a acudir al establecimiento Mondträume para aprender a controlar sus habilidades y evitar lo que comienza a volverse su mayor miedo:...